jueves, 3 de diciembre de 2015

Lana del Rey


Mientras llega el día de decirte lo que siento por ti, protegeremos tu identidad en construcción bajo el nombre de 'Lana del Rey'.

Por estos días se han frustrado múltiples intentos mutuos de conocernos, llamalo como quieras, yo creo que es el karma haciendo su trabajo en nombre de las almas caídas en la friendzone de ambos de forma involuntaria.

No es coincidencia que me hayas revelado uno a uno tus demonios internos en un patético desfile al que yo pondría fin con un efectivo exorcismo. Llámame "amor" o Damien Karras, ambas me agrandan igual.

No niego que no me haya buscado este distanciamiento en base a uno que otro error producto de mi propio exceso de confianza, más aún cuando tiendes a esconderte como armadillo luego de abrir tus sentimientos, lo cual hace aún más difícil entenderlos.

Y aunque tu autoestima hoy ande por los suelos (para variar) y yo no entienda del todo el por qué de tus tuits y tu actitud tan Lana del Rey, me satisface saber que la cura a tu mal esta a la vuelta de la esquina, a menos que a ti o al personaje que creaste les guste sufrir por deporte.

Hoy por hoy, soy consciente que soy solo un parcial dueño de tu cuerpo en alquiler, no me pertenece nada más y puede que cambiar mi situación de propietario con cláusulas tarde tiempo en remediarse. Veamos si nuestra locura tiene fecha de caducidad.

Mientras vuelvo a leer tus divertidos post autodestructivos que tranquilamente alimentarían el libreto de algún remake de novela mexicana, no puedo evitar sonreír sabiendo que mucho de tu humor negro en torno a ti y al resto tienen buena parte de razón.

Y aunque aún no entendamos qué nos pasa al uno con el otro, pues siempre es bueno disfrutar de las preguntas sin respuesta con un vino, otro beso y la certeza de que te sacaré del manicomio más tarde que temprano. Hasta tu próximo tuit. Logout.






martes, 24 de noviembre de 2015

Reset your mind (ft. Raul Lupul)


I

Hey People...can you feel it?
Are we a little layed out tonight?
Well, put yourself together
Stand up and just listen
It doesn't matter who you are
If you don't know how to dance
If you don't have money
Don’t think about it
Just do it
It doesn't matter what’s your name
If you are late to the party
If we can burn your brain
Don’t think about it
Just do it

(Laughs) 

That's how we like it
Are you people having fun?
You see? It’s all way too easy 
So don’t think about anything and
Just do it 

Oh damn! All you in suit and tie
Everyone whose feeling strangled
Ladies and gentleman, just take it off!
Just do it!!

(CHORUS)

Do you wanna party?
Now...Reset your mind! 

II

(Laughs) 

That's how we like it
Are you people having fun?
You see? It’s all way too easy 
So don’t think about anything and
Just do it 

Oh damn! All you in suit and tie
Everyone whose feeling strangled
Ladies and gentleman, just take it off!
Just do it!!

(CHORUS)

Do you wanna party?
Now...Reset your mind! (x2)

That's how we party
Now...Reset your mind! (x2)

(STATIC NOISE)

lunes, 23 de noviembre de 2015

...No!


En días como estos, donde el cerebro y el corazón están bastante de acuerdo, llega la inspiración para darme las palabras necesarias y decirte, en breves líneas, por qué el no que da título a este post te ha colocado indefectiblemente en la temida y horrible 'friendzone' de la que no hay retorno. 

No grites amor en estos primeros meses, ni tú entiendes lo que sientes y buscarle nombre por el gusto de sumar tus likes en Facebook solo aniquila cualquier posibilidad.

No abraces demasiado fuerte, hay una delgada línea entre apretar amorosamente y estrangular hasta matar, aunque todavía no sepas ver la diferencia entre ambas. 

No traigas tu trabajo a la cama. Es interesante conocer lo que haces, pero convertirlo en el único tema de conversación hará que salga corriendo, no sólo yo, sino cualquier hombre con dos dedos de frente. 

No me celes, solo estarás demostrando tu inseguridad para retener a tu lado aquello que crees tuyo. 

No me pidas que te hable de mi trabajo todo el tiempo. Amo el almuerzo y el postre por igual, pero no por eso los metería juntos en la misma licuadora. 

No digas que soy perfecto, no lo soy, no tardarás en darte cuenta que la ansiedad, la paranoia y mi adicción al pop corn van a arruinar ese cuadro esa imagen con crayolas que estás pintando en tu cabeza. 

No satanices a tus ex parejas en la mesa para realzar tus virtudes. No sólo pecas de hipócrita, también sabré que harás lo mismo conmigo cuando me haya ido de tu vida. 

No te entregues en la primera cita, al menos espera hasta acabar la cena. 

No me bajes la mirada. Te la buscaré, ten por seguro que te la buscaré. 

No digas "A" si quieres "B" y viceversa. Es más simple y más efectivo decirlo, ni yo soy de hierro ni tú eres una santa de yeso. 

No regales tus "te amo", nadie disfruta un libro si ya sabe su final. 

Y aunque nadie tenga la verdad en esta ciencia del amar, no le pongas un libreto o guión, porque convertirás lo nuestro en una aburrida obra teatral de la que ambos nos iremos antes del intermedio y dejando el programa de mano olvidado en la butaca al propósito y con ganas. Enciende la luz que ya acabó la función. Buenas noches y buena suerte.

jueves, 5 de noviembre de 2015

Gracias a ti

Esta noche, si bien hemos tenido semanas intensas, me voy a dormir con una noticia inesperada: No revelaremos tu nombre, por supuesto, pues lo hemos decidido así, pero esta noche decidiste escribirme, pese a que no apoyas a muchas bandas peruanas y a confesarme que consumes más las de Argentina. 

El que me hagas saber que nuestra música, la cual está obviamente en sus inicios, te ayudó de alguna forma a luchar contra tu depresión, me hace sentir que no posteo en vano, que no hago música en vano, que Otter no nació en vano y me lleva a crear cada canción de este álbum con mucho más amor. 

Que una persona completamente desconocida te escriba a decirte que tu música ha tocado parte de su vida te hace sentir que estás en el camino correcto. Ningún like, RT o republicación puede compararse a esa satisfacción: de saber que tu música ha tocado a alguien más en otra parte del planeta. 

Noviembre es el mes de #JustDoIt y el inicio de #Marciano. Gracias a ti, por escribirme esta noche, gracias a cada persona que permite que Otter como tal exista. A Tito, por ser el cerebro detrás y a cada persona que comparte nuestra música y la siente de verdad. ¡Buenas noches a todos!

domingo, 1 de noviembre de 2015

Back to school

Cuando inicialmente se nos planteó la idea de hacer algo por los 50 años del Agustiniano, muchas preguntas surgieron en la cabeza: ¿Qué podría resultar?, ¿qué canciones elegir?. Ahora, en la cuenta regresiva, hay mucha adrenalina y mucha nostalgia de volver a pisar su escenario después de nueve años. 

No solo se trata del primer escenario que pisé en mi vida, sino porque fue ahí cuando, por primera vez, sentí ese vértigo en el estómago y esa aceleración de latidos que solo te produce la previa a una presentación.

El resultado en los ensayos ha sido genial: Iremos del rock ochentero al pop actual, con un toque de disco y de menos a más.

Por supuesto, no podía dejar de agradecer a cada persona que forma parte de esto y que, luego de mucho tiempo, regresa para compartir un show conmigo. Martes 3 de noviembre, 8 de la noche, patio de secundaria del Agustiniano. Aquí vamos de nuevo! Time goes back, so slowly!

Back to school (Teaser)
0000111011011101 Time goes back...so slowly. 3 Nov. Agustiniano. 1001011100010
Posted by Otter Perú on viernes, 30 de octubre de 2015


  

Marciano - Capítulo 1: Just do it

ESTRENO DE NOCHE DE CRIOWEEN!! ‪#‎Marciano‬ El primer capítulo del mini-documental. ¡Bienvenidos al estudio! ¡Así se crea Just do it!

Marciano - Capítulo 1: Just do it
ESTRENO!!! ESTRENO DE NOCHE DE CRIOWEEN!! #Marciano El primer capítulo del mini-documental. ¡Bienvenidos al estudio! ¡Just do it!
Posted by Alvaro Nutria Rondón on sábado, 31 de octubre de 2015

martes, 27 de octubre de 2015

#Marciano


Desde que este proyecto empezó, poco me ha importado los likes, las vistas o el comentario ajeno, solo me ha llenado el corazón el poder compartir con mis amigos, familiares y equipo de trabajo que vengo haciendo realidad uno de mis sueños de toda la vida: mi primer álbum de electro. 

Al escuchar desde el estudio de mi productor el primer resultado, #JustDoIt, la primera piedra de esta torre, al fin terminada, solo se me acelera el corazón y agradezco a cada persona que es parte de esto y que viene aportando talento, inspiración, energía y cariño para dar vida a ocho de esas 22 canciones que guardamos desde hace cuatro años y que nacieron en noches de piano, incoherencias cómplices, amistad a prueba de balas y la pizza de Don Cangrejo, que es la mejor pizza para ti y para mí. 

Este 31 de octubre, el minidocumental #Marciano y este Noviembre, la canción para todos ustedes y una sorpresa que no imaginé poder compartir en esta red social. ¡Gracias, gracias, gracias! La felicidad no cabe en un solo cuerpo!



Just do it!

Orgulloso y emocionado les presento la portada de ‪#‎JustDoIt‬, primer sencillo de mi primer álbum ‪#‎Marciano‬, creado en colaboración con el maestro Raul Lupul y producido por el maestro Tito Silva Music. ¡Se viene el track en todas las redes de Otter Perú! ¡Gracias a cada persona que viene siendo parte de esto!

Fotografía y arte: Shauny Tejada
Producción: Raul Lupul, Tito Silva Music
Agradecimiento: Dragon Red Peru


domingo, 27 de septiembre de 2015

Chile: Tren al sur


A: Pepo, Alex, Paloma, Don Patricio y Pablo

La vida en el hermano país del sur esta llena de ironías y humor cuando  eres peruano y vas de visita por primera o segunda vez. Carabinero me da la bienvenida recordándome que no declaré ese sandwich que no me comé en el avion de Sky Airlines. Le pregunto si es absolutamente necesario. "O lo declaras o te multo". Clarito, jefe; buenos días, Santiago.

Mi escala en Antofagasta de madrugada me ha dejado las ojeras de una película de Tim Burton, pero ni el trance ni la cara de pocos amigos de migraciones y "responda puntual a mis preguntas" me borra las ganas que tengo de conocer Chile.


El humor negro entre mi hermano Pepe, de Calera él, y este servidor roza la crueldad si le sumas los estereotipos del peruano en tierras mapochas. 

- "Vengo a decirte que mi aeropuerto es mas bonito que el tuyo po'" 
- "Solo a eso?" 
- "Sí. Y ya me voy"

Mientras me ayuda con la maleta, gozo de su talento para el sarcasmo, el cual me hace querer y admirar más a mi anfitrión chileno. Le devuelvo el cumplido: 

- "Vamos por algun plato típico? Ah, espera, no tienes ninguno"

Sonríe y me abraza dándome la bienvenida. En el aeropuerto Arturo Merino Benítez de Santiago, los familiares y amigos de los viajeros pueden verte desde arriba, como en una casa acrílica de hamster o una incubadora. Tras el desembarque, los taxistas te abordan en llegadas internacionales como una bandada de buitres sobre un cadáver con maleta y cámara.

Aunque la mayoría de habitantes discrepan con mi opinión, Santiago me resulta ordenada y correcta. Su Metro y el Transantiago (una versión Parchís del Metropolitano peruano) me restregan la prehistoria urbana en la que vivo con nuestro ridículo corredor azul de Susana Villarán que espero ver incendiarse algun día al ritmo del Kurikitaka. Los que no pagan pasaje en el bus generan atraso y son vistos de mala forma, aunque haya uno que otro que siempre se pasa de gracioso.

El mercado del centro de Santiago, al que llego en bicicleta por todo Independencia y cruzando el río Mapocho, es la mejor opción para disfrutar una buena sopa de machas y picante del mismo molusco extinto en mi país. El ceviche chileno es una experiencia distinta, con su pan (sí, pan) y sus inmensos limones agrios amarillos. En el corazón de este imperio comercial puedes encontrar restaurantes de mariscos a buen precio. 




Los refrescos Kapo en cojín de 400 pesos me hacen revivir mi infancia, cuando este producto estaba circulación en Perú. Me separan del carrito de refrescos para evitar que me termine todo el stock de la ciudad. El mote con huesillo es otra opción llamativa y económica, algo así como el postre de duraznos asados con miel de chancaca, excelente para calmar la sed. 




Un amable vendedor de pescado me dice que no encontraré frambuesas, "pero coma frutilla", su mala noticia eleva mi terquedad a la décima potencia. A pocas cuadras de la plaza de armas, sus exposiciones y su teatro callejero, encuentro buenas juguerías para disfrutar del elixir hasta decir basta. "No creo que hayan suficientes frambuesas en la ciudad, este es su décimo vaso, mi niño, usted tiene un problema". No puede juzgarme, amable colombiana, no puede juzgarme.


A hora y media en bus, Viña del Mar aguarda con sus playas, su Sheraton y su somnolencia, pues no es época de festival. Siempre oscurece tarde, por eso no es extraño encontrar gente tomando el sol a las 20 ó 21 horas. Algo insólito para el visitante y muy común para el chileno. No olvides bloqueador y caminar hasta el reloj de flores. No, Alvaro, vas por tu vigésimo cuarto Kapo, ya fue suficiente.

El persa del Franklin, el primo hermano mayor de nuestra típica Cachina, es una parada ideal para los que gustan de las antigüedades. No he encontrado los monitos de 31 minutos porque la Peppa Pig parece decidida a tomar la ciudad hasta convertirse en un símbolo patrio.

Los amantes de la adrenalina tienen un orgasmo asegurado con Fantasilandia del Parque O' Higgins (desde el centro se puede llegar en metro por 600 pesos), donde 38 atracciones para todas las edades te asegurarán un día inolvidable. El soberano del parque se llama Raptor, la única montaña rusa invertida de Sudamérica y la segunda más fuerte del continente: ochenta kilómetos por hora en 45 segundos, diez de los cuales estuve muerto clínicamente porque subir al firmamento prendido de su cuerpo es una experiencia religiosa (lo escribí cantando).


- "Pero vo' no parecei peruano, si eres alto, tenei los diente completo, no comei pollada, no eres negro, tienes narí' así como normal y dices porfavor y gracias, washo", me dice un 'mushasho' al que agradezco el estereotipo recordándole que mi himno nacional no es "La tetita" de Wendy Sulca y aprovecho en sacarme el clavo de decir en voz alta la frase "vieja maraca culeá" (perdonen el verbo florido). 

Santiago tiene de todo y para todos, los restaurantes de comida peruana 'El chimbotano' o 'La chiclayana' no me dejan extrañar mi país, pero me hacen olvidar momentáneamente el chiste refrito de que debo ir a comer palomas a la plaza porque soy peruano, señorita Laura.

Chile podría robarte el corazón, su gente fría pero atenta sabe hacer sentir bien al visitante y, aunque el Mapocho me recuerda al río Rímac con vestido de novia y maquillaje de aerosol, no dejo de sentir que valdrá la pena volver por su Cueca, sus noches de carrete eternas, su Fantasilandia, su frambuesa, su melón tuna y por esa cruda pero divertida sensacion de estar viviendo 15 años en el futuro.


 



¡Chile a 200km/h!
Nuestro agradecimiento a la hermosa gente de Chile. Aquí el resumen de nuestras dos visitas y el reto del Raptor en Parque de Diversiones Fantasilandia. No olviden probar la frambuesa, el completo y visitar su mercado en pleno corazón de Santiago.Pasaporte Peruano
Posted by Alvaro Nutria Rondón on sábado, 29 de agosto de 2015

jueves, 23 de julio de 2015

La carta en tu velador

(Trascrito de la carta que ahora reposa junto a tu control remoto esperando a ser leída)



Hola, Papá:

Sé que se te puede hacer raro que te escriba una carta, tomando en cuenta que no es el cumpleaños de nadie ni el día de nada y no...no es para pedirte que me prestes diez centavos jajajaja

Escribo estas líneas después de despertar de un largo sueño en el que volvía a nuestros días raros en la casa de Magdalena, en él tú me comprabas un paquete de galletas Cream Cracker como las que nos acompañaban en nuestras cenas con Daría. Mientras guardabas el paquete en tu bolsa, me decías que era por haber salido invicto en el colegio y que aquí en el mercado se compraba a cincuenta centavos el paquete, como ya casi no se encuentra en ninguna parte.

Te amo, papá, sé que no te lo repito mucho porque te resulta insoportable escucharlo, pero es así y hoy quiero agradecerte por tus jugos, tus panes de higo, por enseñarme a preparar quaker (aunque no sepa la dosis de canela y nunca me salga tan bien como a ti), por ser mi padre, por darme tu bendición cada mañana antes de empezar mi día algo más tarde que temprano.

Hoy por hoy, en estos días de tranquilidad, en medio de la isla en la que vivimos, me toca darle gracias a Dios por permitirme verte sonreír, escuchar tus consejos y que me digas "yayayaya suéltame" cada vez que te abrazo para irme al canal.

Aquella noche en Machu Picchu pueblo, antes de subir a las ruinas y tomándome un trago con Alex, él me decía que debía estar feliz por haber hecho realidad el sueño de subirnos a todos a un avión y traernos hasta aquí y que esperaba algún día viajar con su hijo (ya adulto para entonces) del mismo modo que yo viajaba contigo ahora. Yo, desde el balcón de aquel barcito rústico, miraba el cuarto donde dormías desde el otro lado del puente y, sin responderle nada a mi hermano talibán, solo atinaba a pensar que, en el fondo de mí, espero ser suficiente hijo para lo inmenso y grande que eres tú. Cien líneas no me alcanzarían para devolverte tanto, cien cartas o cien viajes tampoco.

No te aburro más, el tiempo se va rápido y ha decidido que lo disfrutemos juntos, lejos de la gente que no nos supo valorar y que jamás volvió para darte las gracias que merecías, pero aquí estoy yo para decirte "papá, mi papá" y para darte todo lo que económicamente esté en mis posibilidades, aunque repito que eso nunca será suficiente para todo lo que eres.

Quisiera poder detener el reloj y quedarnos abrazados como cuando volvías muy tarde de trabajar en la farmacia para pagar mi colegio. En ese momento, tu llegada a la casa era mi única alegría y tus chocolates Toblerone eran escondidos para cuando me portara bien. En ese momento nada más importaba sino tu abrazo y que me dijeras "papito" antes de irme a dormir.

Termino estas líneas diciéndote gracias por ser más padre que cualquiera, por ser mi padre, por estar a mi lado aunque a veces no merezca la décima parte de todo lo que haces por mí. Ahora entras por esa puerta a preguntar qué estoy haciendo, si estoy escribiendo mi vida, pues sí...tú eres mi vida.

Te ama: Alvaro


sábado, 4 de abril de 2015

Brócolifobia

Es hora de abrir el corazón para revelar mi fobia mayor, la cual puede resultar hasta cierto punto ridícula. La inercia es la más grande, pero hay otra que se oculta en algunos almuerzos, chifas y ensaladas insoportables y sanas: el brócoli.



Desde los cuatro años, nunca me consideré complicado para comer, pues mi madre sustituta y mi padre sustituto supieron inculcarme el sano hábito de comer de todo. Pudieron con el tomate, el apio, el zapallo y toda verdura a la que un niño pueda decirle que no, pero decidieron darse por vencidos con el brócoli.

El típico castigo de "te quedas sentado hasta terminar" nunca funcionó conmigo, lo acepto con cierta vergüenza, pues al regresar a las cuatro de la tarde ibas a encontrar el brócoli intacto y tal cual lo serviste. "Nos rendimos", dijo 'Mamama' Julia, que en paz descanse.

En honor a la verdad, por las noches sueño que un brócoli gigante me persigue con un platito de plástico "Basa" y una cuchara para hacerme devorar a sus hijos hasta morir de náuseas o atragantado. Hasta el momento y gracias a mi subconciente travieso, siempre consigo escaparme en un auto, lanzándome de una azotea o con cualquier otra maniobra digna de Liam Neeson en "Búsqueda implacable".

No hay mucha ciencia, puede que el origen de esta fobia radique en su forma de arbolito irregular con muchos puntitos pequeños que rozan la tripofobia con tu verde chillón, o tu composición química que, a metros, me produce arcadas involuntarias y me hace recordar que puedo saltar de puentes o matar por los que amo, pero no puedo triturarlo con mis dientes ni soportar su horrendo sabor.

Algunas veces e intentado ser valiente y comerlo contra mi voluntad. ¿A quién engaño? todo el mundo es valiente con un vaso de refresco al costado para engañar al paladar y tragarlo entero. Me río de mí mismo porque no sé si exista la palabra "brocolifóbico", pero he encontrado otras personas como yo con las que pienso poner un grupo de apoyo, una ONG o al menos crear una marcha ridícula de esas de Facebook para que lo alteren genéticamente y sea digerible al fin.

En esta comunidad brocolifóbica, se dará apoyo psicológico, asesoría espiritual y charlas motivacionales para superar el problema o aprender a vivir con él. Una vez al mes, tendremos encuentros de confraternidad, salidas al campo y pichanguitas con nuestros hermanos anti-espárrago, anti-mondongo y anti-frejolito chino, que los he conocido y muchos. Probablemente, los intolerantes a la lactosa puedan presidir las primeras charlas, pues ellos están en nuestros zapatos y han salido adelante de una forma ejemplar a lo largo de la historia de la humanidad.

Y aunque, por esas misteriosas razones que esconde el universo, su versión licuada en crema o su presentación en pastel me resulten una verdadera delicia, su aspecto puro me sigue siendo repulsivo, perturbador y propio de una película de Ruggero Deodato.

Espero no le cuenten mi secreto a nadie, como si la sola publicación de este no fuese ya suficiente motivo de risa, pero al menos el reconocer el problema es un primer paso para superarlo. En mis próximos almuerzos, prometo verlo siquiera e intentar domarlo, tal como lo hice con su hermana la col y su melliza sonsa, la colifor, en inofensivo saltadito.

Probablemente, algún día eduque mi paladar y pueda comerlo con el mismo placer con el que aprendí a disfrutar de la gastronomía japonesa. Mientras ese lunes llega, termino estas líneas con papá llamándome a almorzar una nutritiva ensalada a la que, por supuesto, ya le sacó el brócoli del demonio. "Carajo, has comido Suri y hormiga y no puedes con el arbolito". No puedes juzgarme, viejo, no puedes juzgarme.



martes, 24 de febrero de 2015

Hasta siempre

Este tipo de posts son siempre difíciles de empezar, no porque haya que ser muy ingenioso con el título, sino porque fuiste mi casa por casi nueve años. Tal vez cuando se tienen 80 y te has olvidado de soñar, nueve puede ser una cifra irrisoria pero, a estos 25, créanme que hablamos de una vida.




No sé por dónde empezar, es exactamente como me sentí cuando tomé la decisión de decirte adiós. La mudanza puede haber sido una eficaz anestesia y los viajes en taxi parte del proceso emocional de desapego, pero nada evita que se me haga el nudo en la garganta propio de cada final.

Quienes me conocen, saben de qué hablo y de lo incómodas que, para mí, son las despedidas. Jamás tendré una palabra negativa hacia ti, pues tu alegre logo, tus rejas de nido, tus pasillos fantasma, tus transmisiones en vivo, tu aire acondicionado llorón, tus comisiones vanidosas y nuestros errores, más míos que tuyos, me hicieron madurar en el campo de batalla y convertirme en lo que ahora soy.

Las palabras me quedan cortas para agradecer a cada persona que, pequeña o grande, arriba o abajo, me trajo enseñanzas distintas hasta el día de hoy, pues el título de jefe o practicante puede rotar con el tiempo y el espacio, pero la palabra "amigo" no tiene fecha de caducidad y eso es lo que la vida me regaló en estos años de notas, coberturas, conciertos, videochats, amanecidas y demás.




Te escribo en segunda persona porque siempre tuviste y tendrás una identidad propia, no en vano te llamas como el país (vaya que lo vales) y porque creo que pude conocerte en tus momentos de incertidumbre, duda y euforia con cada hermano mayor que esta carrera me puso al lado. Desde tus diversas oficinas y rostros, me enseñaste que un equipo no lo hace la infraestructura, un presupuesto o un ocurrente grupo interno de Facebook, sino las ganas de empujar un ideal, a veces contra la corriente y otras contra el Océano Pacífico.

Debo también agradecerte por haberme dado el timón de un barco por primera vez en mi corta existencia, porque aquello hizo trizas mi sistema nervioso y lo volvió blindado, entonces miré atrás y ya no era tan frágil, las emociones eran manejables a la perfección y la cámara una amiga a la que estaba acostumbrada.

No voy a caer en el sentimentalismo del adiós, porque a veces me gusta suspender ese momento en formol para que no llegue jamás, tal vez para evitar ese incómodo instante en que no encuentras las palabras exactas para lo que sientes. Nos hicimos familia sin darnos cuenta, como jugando, entre archivar y publicar, como escribiendo la nota de nuestra propia vida juntos.



En el camino me seguiré encontrando con tu nombre y, como todo bailarín que deja la fiesta en su mejor momento, volveremos a compartir una que otra canción, pero ha llegado la hora de bailar la mía propia. Sonreiré porque te llevo conmigo y construiré el siguiente capítulo con la misma pasión de este que termina.

Gracias por tomar a un mocoso universitario huevón y convertirlo en acero inoxidable, los títulos y los cartones caducan y se apolillan con el tiempo, los procesos emocionales son los que te llevas a la tumba y, quien sabe, a lo que venga después.

La sintaxis no importa ni la tilde en el adiós, pero sí lo aprendido desde la primera nota hasta esta línea final, con la que te tatúo en mi vida a donde iré después de que cruce esa puerta por última vez.

Hasta siempre. No encontraré el final adecuado para el post ni la despedida perfecta, porque tal vez no existe y porque no imaginé la nuestra, tal vez porque las lentas de Avril Lavigne han embriagado estas líneas para decirte eso que no podré decir en persona: que siempre serás mi casa, que nos vemos la próxima semana con más novedades, que mi corazón se volvió un poco tuyo con la cinta de "exclusivo", que informó para ustedes, Alvaro Rondón, Peru.com. 


martes, 10 de febrero de 2015

Yo no fui



A: Alvaro 'Nutria' Rondón

Viendo el paisaje nocturno, con los ojos clavados en la luna y con la cabeza recostada en el vidrio del bus que me aleja de ti, vuelvo a preguntarme: ¿cómo es que todo ha sucedido?".

Tu amistad es una de las cosas más geniales que me han ocurrido en la vida, pero había algo más que me confundía: tu forma de ser, tan madura e inmadura a la vez. Tus abrazos eran fuertes y tus apodos tan insoportables, pero aún así me hacían soltar carcajadas.

El bus me aleja cada vez más de ti, pero mi mente aún te tiene cerca. Recuerdo nuestra primera plática en esa banqueta de Espinar con Gálvez, donde hiciste un alto en tus labores para darme el tiempo necesario. La amistad iba un peldaño más arriba con cada palabra, pero también mi curiosidad, esa que mató al gato y vaya que me importó un perejil morir.

El tiempo nos jugaba en contra después del almuerzo. "¿Helado?", "Sí, gracias". Se nos hacía tarde y, cuando creí que ya nada pasaría, ocurrió. Los testigos eran pocos y confiables: las paredes y las gradas de tu casa: mi cerebro estallaba y me repetía que esto no podía estar pasando.

Te pregunté qué sentías y respondiste que "NADA". Me devolviste la pregunta y me defendí con la misma respuesta. No estaba diciendo la verdad, la negación siempre es la salida más fácil.

Me propones ir más allá y con cierto nerviosismo respondo que sí. ¿Mi primera vez? Sí. ¿Miedo? Júralo. ¿Ensayos? Ninguno. ¿Te quiero?.
"¿Helado?", "Sí, gracias".
 
Los siguientes días fueron torturantes: amigos ante la gente otra vez, pero me provocabas tanto magnetismo que volaba hacia ti sin importarme el tiempo ni el espacio.

El último día llegó y me fui contigo antes de aquella función de teatro. Un beso antes de salir a escenario, un abrazo en el entretiempo. Te amo.
"¿Helado?", "Sí, gracias".

Aunque teníamos la obligación de mantener nuestros respectivos papeles en aquella obra del demonio, siempre podía escapar hacia nuestro mundo contigo en mi cabeza. Habitación 402. Mis respetos, nutria.

Ya en casa, las conversaciones cifradas al revés me aferraban más a ti con aquella complicidad sin precio, junto con cada llamada y la puñera que llevo en la derecha desde que me la diste en las ocho horas de noviazgo que tuvimos.

La vida social de la ciudad me asfixia a veces. Desde donde estoy ahora, a kilómetros de tu Lima, crece la intriga por saber con quién estás ahora, ¿quién se aferra a tu cuello con la misma fuerza que empleara yo alguna vez?. Eso ya no importa ahora. En mi primera noche de vuelta a casa decidí embriagarme para olvidarme de todo, tan 90's, tan propio de mi generación.

Mis amigas me acosaban preguntándome qué me sucedía y de quién hablaba. Creo que con ellas hablé de más y no pensaba repetir el error. Una reportera, un camarógrafo y un micrófono se me acercaban y decidí jugar a las escondidas, algo que me resultaba bastante bien. Llorando en el baño de la disco, sabía que tenía que irme, dejarte en este infiernillo gris de mierda aunque quisiera llevarte en la maleta.

Pasaron dos meses lejos, los cuales me ardieron hasta sangrar litros de lo que sea que produzca el dolor en el pecho de decir adiós en mute.

Mi estadía en la ciudad era corta así que debía aprovechar cada minuto contigo. La hora del reencuentro al fin llegó y volví a ver esa sonrisa ironica con dientes de conejo en esa boca que hace mucho tiempo no había visto y que ya quería besar.

Cantabas como nunca en aquel casino que se me hacía tan grande. "¿Fichas?", "Gracias", "¿Cómo carajos se juega esto?". Eso no importaba porque ahí estabas, como un pez en el agua y noté que la dieta funciona y que el paso del invierno tenía tu piel más clara. El traje negro resaltaba a la perfección tus ojos café y tu cabello oscuro; yo hablaba por teléfono y, cuando conocía la canción, la coreaba. Cuando nuestras miradas se encontraban por ratos, me ruborizaba y volteaba mientras fruncía el ceño. Al fin, otra vez juntos.

Rumbo al paraíso, colocaste tu cabeza en mi hombro y me cogiste la mano tan fuerte como yo a ti y comencé a acariciarte; al fin llegamos a amarnos y, al amanecer odiado, otra vez la luz y la gente que nos obliga a salir del edén para ser amigos.

Y sí. Salió la luz y solo unos cuantos besos fríos sellaban ese adiós que nunca llegó.

El taxi me devolvia a la realidad y aún estabas en mi cerebro; para variar, dentro de mí. Después de todo eso hablamos muy poco y ya no era como antes; me dijiste que las despedidas no son de tu agrado y que era mejor así.

La hora de volver a subir al bus llegó otra vez, esa prisión con ruedas que odiaba porque me regresaría a la fuerza a mi mundo, ahora tenía un nudo en la garganta y los ojos a punto de estallar con la sal amarga de lágrimas contenidas.

La música lenta en alto volumen me debilitó y mis ojos se inundaron a solas. Mientras termino estas líneas que espero leas algun dia, me aterra imaginar qué sucederá después, la muerte por hipotermia de un amor que decidimos poner en el congelador con la esperanza de revivirlo algun día en el futuro; como a Walt Disney, dicen. 


Ya me llaman, Nutria, es hora de irme, echo un ultimo vistazo al paisaje nocturno, con la luz de la luna y tras el vidrio de otro bus hacia el siguiente punto de la gira me vuelvo a preguntar: ¿cómo es que todo ha sucedido?.



martes, 27 de enero de 2015

Galápagos: Siguiente parada, el paraíso


A: Mi hermano Mario, por acompañarme en esta locura 
y por bautizarme como su "Maldito fármaco-dependiente"

La dimensión paralela de la evolución y la selección natural te recibe con los brazos abiertos, invitándote a caminar entre tortugas de casi doscientos años y nadar con tiburones martillo, en su estado natural y, por supuesto, en el tuyo.

El aeropuerto de Baltra ya te da un anticipo de la aventura que te espera: cactus te dan la bienvenida en el aeropuerto y el Pacífico se abre soberano prometiéndote paz y naturaleza en la isla a la que te dirijas, ya sea Isabela, Santa Cruz, Floreana, Bartolomé, Seymour o Plazas.

Olvida la comida de aeropuerto, las islas te esperan con almuerzos, y souvenirs de entre 8 y 15 dólares. Como sabrás, Ecuador se dolarizó dejando atrás el Sucre, por lo que es vital que lleves contigo a George Washington, Andrew Jackson o Benjamin Franklin en la billetera.

Las opciones son muchas cuando bajas del ferry. En nuestro caso, Santa Cruz te desconecta del mundo con sus calles en las que todos se conocen y saludan, como un apacible vecindario en medio del mar. Algo importante de resaltar es que, desde pequeños, los habitantes de las islas son conscientes de que el turista es la principal fuente de ingreso, por lo que los robos, crímenes o asaltos son solo lejanas noticias de ciudad en el Noticiero Uno de los domingos por la noche.

Los animales que aquí viven no temen al visitante, empezando por los pinzones que a saltitos intentan probar un poco de tu arroz, curioseando y preguntándote con sus caritas diminutas si vas a comerte eso. Por su parte, los lobos marinos descansan perezosos en el muelle, a pocos minutos de tu hotel, mirándote de reojo si intentas fotografiarte con ellos como recordándote que de lejos te ves más bonito y que estos turistas nunca aprenden.




Las primeras damas de la isla son, sin embargo, las tortugas Galápagos, que recorren el parque nacional con la autoridad y paciencia que les dan los 250 años de edad que pueden alcanzar (más que usted, lector, y yo juntos). Para disfrutar de la presencia de estos animales, los meses de calor como enero o febrero son ideales. 

Una estricta legislación protege a las especies dueñas de la Isla, desde el control por el puesto del Consejo de Gobierno del Régimen especial de Galápagos. La distancia prudencial de todo animal es de dos metros y todo intento de sacar algo de la isla (planta, semilla, tierra, animal o elemento del ecosistema) es penado con hasta cinco años de prisión sin lugar a reclamo ni devolución de su dinero.



Por los meses de verano, a comienzos de año, las aguas se aclaran alrededor de las islas, de modo que los tiburones, manta rayas, tortugas y peces globo dibujan un cuadro de National Geographic por debajo de tu embarcación. Tu mochila con un impermeable, agua, una buena cámara acuática (ya sea si haces snorkeling o buceo) es idónea. En alta mar, el ají puede enriquecer tu experiencia con el ceviche ecuatoriano si vienes, como yo, del hermano país de Perú. 

Si deseas conocer a las tortugas marinas y tiburones ballena, Seymour Norte es ideal, cuentes o no con credencial de buzo. La compañía Nauti Diving o Galapagos Saul Tour (Galasaultour) pueden sacarte de apuros con un servicio satisfactorio si las reservas para buceo o tours están copadas en tus días libres.

A la hora de comer, debes saber que todos los restaurantes de las calles principales incluirán impuestos sobre lo que consumas. Algunos de ellos no pondrán esto en la carta y te sorprenderán con los diez dólares de recargo a la hora de la cuenta. Si tu bolsa de viaje no es tan generosa y aún así deseas disfrutar de la gastronomía isleña, la calle de los kioscos en Santa Cruz es una excelente opción y un gran alivio a tu bolsillo. 

La langosta, los camarones al ajillo, el caldo de bola, o las pastas en base a mariscos son opciones interesantes que engreirán tu paladar ante los simpáticos pinzones que te seguirán recordando que amar es compartir. Si, como todo buen peruano, has probado el arroz chaufa y deseas probar a su hermano mutante, el chaulafán, uno que otro chifa se esconde entre las calles de Santa Cruz.

Las playas como Tortuga Bay guardan para ti sorpresas inolvidables junto a los mangles. Cangrejos rojos como pimientos, tiburones de aleta blanca y territoriales peces de colores acompañan al bañista si tiene suerte, prestándote atención en raras ocasiones. Trata de guardar tu distancia prudencial. Los humanos no estamos en el menú, pero siempre serás mejor recibido en las profundidades como un inofensivo espectador.

Entre las rocas negras como el carbón y a lo largo de la bahía, las iguanas marinas del mismo color toman el sol estornudando de vez en cuando por el exceso de sal. Se saben únicas en el mundo y se protegen de los halcones con ese mimetismo maestro que la sabia naturaleza les dio. No tienen prisa, salvo cuando nadan junto a ti contra la corriente o bucean para disfrutar de algas que, al ser golpeadas por las olas, pueden teñir el mar de un peculiar marrón. 



Como parte del programa de responsabilidad social, puedes visitar las fincas de café Arábico o Catimoro para conocer su elaboración artesanal y disfrutar de una tacita que jamás será mucha molestia, así que pase usted. El sabor y aroma te harán rogar al cielo que, como Juan Luis Guerra, "ojalá que llueva café en el campo".

Galápagos es así: un paraíso que evolucionó a su forma y a su tiempo lejos del resto del mundo. Un ejemplo de conciencia ecológica y un destino que te devolverá a los tiempos en que el hombre y la naturaleza vivían en perfecta armonía. 

Cuidado con enamorarte de sus noches junto al muelle o sus profundidades de mil colores, el corazón debe volver a la maleta antes de regresar a tu realidad o embarcarte en el próximo destino. Es hora, puerta de embarque a las 11 con 45, gracias por volar en Lan. Abróchese los cinturones para despegar y recuerde que, si el paraíso ultraterreno existe, debe parecerse mucho a esto.


Finalmente, un resumen de nuestra aventura:


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