viernes, 8 de febrero de 2013

La incondicional



"Bang bang, he shot me down
Bang bang, I hit the ground
Bang bang, that awful sound
Bang bang, my baby shot me down..."

- Nancy Sinatra -




La incondicional lleva un traje de noche elegante para disimular la cordura, las buenas maneras y sus dotes de bailarina profesional en todos los escenarios, incluyendo el íntimo.

Ella ha aprendido a disimular sus emociones y a controlarlas, aunque no ha logrado adquirir el preciado don de la desconfianza. Lo entrega todo demasiado rápido, lo cual la vuelve víctima fácil de quienes prometen años de amor por dos orgasmos al paso.

A la incondicional no le gusta compartir porque ama con devoción. La cama, la mente y el cuerpo del ser amado solo han de pertenercerle a ella, aunque a veces no pueda controlar aquello de lo que se siente dueña.

La incondicional me ha entregado su cuerpo y su alma sin pedir nada a cambio. Su único problema es no entender que los hombres hace mucho que dejamos de valorar o aferrarnos a lo inmediato, no por ser malos, sino por ser humanos.

La incondicional cree que hacer el amor esa una obra de acción social: busca complacer a los demás olvidándose de sí misma. Siempre resulta agradable quien se impone en la intimidad y busca auto-satisfacerse, a veces utilizándonos, otras logrando hacernos estallar sin quererlo.

Su cuerpo, también incondicional, es delator de sus emociones: el sudor, las manos temblorosas y el titubeo de sus labios celestiales te advierten que ganaste la batalla antes de empezar a pelear.


Gracias Yummykitty por prestarme tu alma en un papel.
La incondicional tiene un corazón de cristal que no ha aprendido a proteger, por lo que sufre con las travesuras de cualquier chicuelo brivón que, piedra en mano, lo rompe por el puro gusto de oír el característico crash.

La incondicional sabe cocinar como los dioses, pero ya nunca cocinará para mí, porque le rompí mi corazón cuando rocié el mío con cianuro.

El ceviche es la especialidad de la incondicional, pero ahora sé que moriré sin probarlo y ese será mi "no" más doloroso, la estaca en el corazón por el resto de mi vida. Adiós, mi reina de las carretillas.

Yo amo a la incondicional, pero no puedo estar con ella porque la asesiné hace una semana con mis propias manos. Y, aunque nunca volveré a tocar su rostro frío e inerte, la amé más de lo que ella se amó. ¿Sabes?, tú darías la vida por mí, yo te daría mi vida sin mayor requisito.




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