Antes de partir, debo decirles que este blog no existiría sin las siguientes personas que son parte de mí y que tendrán por siempre mi gratitud infinita:
A Amalia, por retener a mi niño interno en calidad de rehén.
A Katia, por sacarme del contexto socio-cultural.
A Víctor, mi maestro y el amor de mi vida.
A Tito, por enseñarme que podemos reír hasta ahogarnos.
A Vilma, mi madre, por tanto amor no merecido.
A Ricardo, mi padre, por creer en mí cuando nadie más quería hacerlo.
A Tania, por la experiencia fruto del ensayo-error.
A Horuz, mi mejor amigo.
A Craj, por ser el motor de cada post y volver de la muerte para el último de ellos.
A Marisol, la madre del bebé que jamás conoceré.
A las dos almas que partieron, porque se fueron cuando tuvieron que irse.
A Felipo, Erick, Pepe, Elmo, Chunga, Cuadros, Patricia y Rob, por estar ahí.
A los lectores, por esconderse entre las líneas del blog y compartirlo. No soy yo, son ustedes.