Nuevamente, aconsejamos disfrutar
del post con el tema que acompañó a la cafeína
durante su creación.
"Quédate conmigo y mi suspiro será el único testigo que se vestirá de fiesta"
- LODVG -
Todos tenemos un momento esperado en la semana, ese que hace volar las horas de trabajo y nos pone a ver ansiosos las agujas del reloj, el mío es jueves por la noche y les voy a contar por qué.
Un jueves por la noche aprendí a nadar con delfines rosados y grises, hablando su idioma y no acercándome más de la cuenta, pues son ellos los que te dirán cuándo y a qué jugar.
Los jueves por la noche abandono mi casa en busca de tarántulas, anacondas, luciérnagas, lagartijas fosforecentes y manatíes que no perciben el veneno del hombre, por lo que me besan con más amor y autenticidad que muchos seres humanos.
Los jueves por la noche apago la linterna en medio de la noche y abro mis oídos para escuchar el canto de las ranas, en un concierto mágico donde solo mandan las estrellas y los efectos especiales los añaden las luciérnagas o, como me gusta llamarlas para hacerte reír, "bichitos led".
Los jueves por la noche nos deshacemos de todo para escuchar Enigma una y otra vez, porque todas sus canciones son una: el soundtrack de nuestras vidas.
Un jueves por la noche me pediste que fuera el primero, olvidando la decencia, los parámetros, los títulos pomposos y toda esa basura de la que te arrepientes al envejecer.
Los jueves por la noche está prohibido preguntar la hora o darla.
Los jueves por la noche preparamos pop corn en cantidades groseras y vemos toda clase de películas herejes que papá me prohibió ver por imponerme algo más normal como documentales o porno.
Los jueves por la noche unas croquetas con atún humean sobre una montaña de spaghetti esperando por mí. El vino rojo se vuelve sangre a la luz de las velas y nuestros silencio prolongado es el modo en que rogamos al cosmos que no llegue jamás el viernes.
Un jueves por la noche fuimos solo dos en tu cama. Bueno, en realidad no.
Los jueves por la noche hago el amor, sin peros, sin gravedad, sin protocolos ni clemencia, elevando la crueldad y el sadismo hasta su máxima expresión. Si me preguntan por qué lo hago así, respondo que el martes y el miércoles tuvieron la culpa.
Un jueves por la noche dejé de dormir solo para siempre, amén.
Los jueves por la noche me dicen que, a lo mejor no llegue al viernes, pero siempre anochecerá en ese día bendito que da sentido a estas líneas y, últimamente, a mi vida.
Hasta el jueves por la noche, en el paraíso de siempre a la vuelta de la realidad.