A: Maki, porque me da la gana
"It's about life, it's about fun
It's over before it has begun
It's about you, it's about me
It's about everything between and I say
I'm saying goodbye to you, I say hi to you with no clue
It's about time that I
Make up my mind "
- Lillix -
Ven conmigo a un lugar donde puedo ser yo dos veces, donde puedo volar sin despegar los pies del piso, donde el pasado y el presente se reencuentran sin el más mínimo miedo al futuro.
Sus rinconcitos tan 1980 esconden picanterías, cevicherías, cremoladerías, cafeterías y todo lo feliz que pueda encontrarse con el sufijo ería.
La amistad y el amor aquí se confunden en una sutil y peligrosa transición, pues la línea es más delgada que la que separa el amor del odio o su entrada del resto del Callao. Esto se debe a que las reglas, formalismos estúpidos, convencionalismos y demás cosas que necesita la gente que vive para los demás, no se han inventado todavía o no han sido aprobadas por la Municipalidad.
Aquí tomas mi mano y dejamos que la brisa marina nos golpee la cara, en lo que llegan las estrellas a completar el espectáculo en un programa minuciosamente preparado y en una versión mejorada de todo lo que viví hasta hoy; porque no esperamos nada a cambio, porque hemos decidido estar solos juntos y porque todo eso que grita la gente sociopsicópata en redes sociales para fingir un amor que no tiene nos produce una irónica mezcla de risa y lástima.
Aquí se hace el amor todo el día como si no hubiese mañana, sin ninguna razón establecida, solo porque se puede y ya. No hay más, no hay preguntas, no hay promesas ridículas, no hay frases armadas para sonar bonito y ligar, no hay peros, no hay clichés, solo caras lavadas y Carrie Underwood de fondo. Todo lo otro es prefabricado y nos produce alergia, acné o náuseas porque ya lo experimentamos en todas sus formas a tus dieciocho, a tus veinte, a mis casi treinta y a mis casi cuarenta.
Si te levantas muy temprano, con la salida del sol, verás un desfile de modelos en licra corriendo delante de ti para el deleite de tus ojos, seas hombre, mujer, extraterrestre o Lady Gaga.
Trae toda tu música (la que te hace llorar y la que te hace reír) y acompáñanos hasta la cena (después probablemente nos aburra tu presencia), tenemos un tour por todos los rincones escondidos de este paraíso terrenal con memoria indeleble que termina con un sunset perfecto y una caminata nocturna por el malecón. Abrígate el torso, no será necesario que te abrigues él corazón.
Aquí todas las mujeres tienen el carácter y la determinación de todos los altos mandos de la Escuela Naval, incluso diría que manejan armas mejor que todos ellos. Si una de ellas es tu mejor amiga y la encuentras con alguien que no le conviene, tienes la libertad de aventarle una lata de atún o alguna conserva, aquí es perfectamente legal y ella te lo agradece después de unos días.
Aquí todos los perros se llaman Titi, no me pregunten por qué, aún no lo entiendo. Si hay uno en casa, mantén tu mochila donde puedas verla: ellos saben abrirla y buscarán llevarse alguna de tus cosas con total desfachatez y en tu delante solo por diversión o curiosidad.
Si eres alérgico a los mariscos o te cae mal el pescado, no te preocupes, tenemos menú, spaghetti, pizza de todos los sabores, dulces, grifos con comida cancerígena y un sinfín de cosas para calmar tu hambre o tu noveno mes de embarazo.
Solo una ley rige en mi edén junto al mar: todo se sume en la calma y el silencio a las once de la noche, sin discotecas o caldos de gallina 24 horas que sean la excepción a la regla.
Es cierto, no todo es felicidad en La Punta: las sombras de mi niñez rondan entre sus calles como dementores de Harry Potter, pero mi luz interna es tan fuerte y podersa que los asusta haciéndolos volver a sus rincones oscuros detrás de algún poste. Algunos ecos de seres humanos muertos que formaron parte de mi vida aún repiten mi nombre, pero no hay tiempo para escucharlos o recordarlos, porque yo estoy vivo y ustedes, literalmente, no.
Muchas leyendas y mitos se cuentan entre los pobladores de esta isla encantada, como el de la pequeña aldea de los hombres tamaño llavero, que desapareció bajo la furia del mar una mañana de febrero. El único sobreviviente de esa aldea es amigo mío y logró salvarse de casualidad porque abandonó momentáneamente su aldea para ir en busca de ceviche para su pueblo. A su regreso, la aldea había desaparecido por completo y mi diminuto amigo fue adoptado por la escuela Naval tras quedarse sin hogar.
Aunque pocos los sepan, he vuelto para quedarme, para alejarme del mundo, para amar sin constituciones políticas anacrónicas, para caminar por el muro de su boulevard y cantar a volúmenes audibles sin que al del costado le importe un carajo, para seguir escribiendo historias y un segundo álbum, para enamorarme todos los días con la misma fuerza del primer mes, para pulir esa armadura que me hace indestructible, aun si ella me matara mañana.
Termino estas líneas desde una casa de alguno de sus jirones con nombre de soldado, mientras sales impecable de la ducha a ritmo de A-YO y John Wayne. Gracias, gracias, gracias por traerme de regreso a 1980, por consentirme aunque no lo merezca, por regalarme páginas en blanco para que mi alma escriba, por despedir conmigo los domingos mientras el sol se pone y Avril Lavigne se ensaña con nosotros.
No somos nada es cierto, pero aún sin serlo somos mucho más que tanta ciega, sorda y muda que se repite a sí misma que es algo (lo que sea) para sentirse menos miserable o sola. Gracias por amarme como se debe amar: sin tanto trámite ni drama, frente al mar, bajo estrellas y con el Unplugged de Shakira de fondo. A seguir recargando energías en mi isla perdida cual móvil con cargador original, cambio y fuera.