Joven estudiante:
"Se busca practicante para nuevo programa de televisión, repecursión en todos los canales las 24 horas del día. Experiencia: Formación militar y facilidad para callarse la boca. Horario: Tiempo completo (Como el programa)".
Queridos colegas periodistas:
Se invita a todos los medios (los que aún están abiertos) para el lanzamiento del nuevo programa de televisión "Aló Presidente Perú", con la conducción de nuestro comandante Ollanta Humala. No se preocupen por el rating, el programa se emitirá en todos los canales y a toda hora. Los esperamos cordialmente y se suplica confirmar su presencia, de lo contrario un contigente militar se hará presente en su base o periódico para escoltarlo amablemente a tan trascendental y provechoso evento".
ATTE.- "AGENCIA MENOS MEDIOS"
Mientras hago mi maleta para mudarme a la academia militar, recuerdo con cariño el día que le dije a mi buen amigo Martín. "Si sale Ollanta, no tendría sentido que termine de estudiar comunicaciones, porque no habrán medios de comunicación donde trabajar". Martín me mira con sus ojos de punto (efecto visual que le dan sus sobrias gafas) y se ríe como de costumbre.
Siempre quise, admiré y respeté a mi incondicional Martín, pues la discreción era su más grande virtud. Aunque ahora que lo pienso, su gran discreción no se debía a su capacidad para guardar lo que te importara decirle, sino a su incapacidad para importarle todo lo que le dijeras que guarde.
En la mañana dejé flores en el cementerio, no en un nicho, sino en la fosa común donde yacen dos entrañables amigos gays revueltos entre otros 50 ilustres desconocidos. Mientras me recoge el taxi, viene a mi mente el programa de televisión que más extrañaré: el de Rosa María Palacios, el cual fue cerrado hace unos años porque su nombre resultaba "ofensivo" al gobierno de turno.
Finalmente, mientras abordo el taxi que me conducirá a mi próxima residencia por tiempo indefinido: la academia Pedro Paulet. Suspiro mientras veo mi DNI que nunca volverá a tener otro sexy holograma de constancia de sufragio, porque ya no tendré que votar en unos 40 o 50 años.
Se abre la puerta y mientras el comandante Mendivez me pide que llene de inmediato mi ficha de inscripción y entregue mis papeles de formación académica (que de seguro se venderán al reciclador con los de mis otros colegas), pienso en aquella lejana ocasión en que dimos nuestro voto para convertir el país en un gran cuartel.
Me viene a la mente un eslogan que oía hace años en una mal llamada "Caravana de la alegría", mientras volvía de una deliciosa tarde de veraneo en Chaclacayo: Gana Perú. ¿Ganó el Perú?, NO JODAN, PUES.
martes, 12 de abril de 2011
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