miércoles, 13 de febrero de 2013

Llorar


Escrita con y por esta canción. Ah y por nosotros dos:


Yo lloro, tú lloras, nosotros lloramos. Todos lloramos alguna vez, hay infinidad de modos de hacerlo: en un velorio, en una fiesta, ebrio, sobrio, a solas, en público, por algo, por nada, de felicidad, de rabia, de tristeza, de dolor cuando te sacan un diente o el alma misma. Hoy voy a contarles como lloro yo.

No me gusta que hayan testigos, por eso termino mi cena y doy las gracias para dirigirme a mi cuarto, donde me llevo a mis muertos si dejar una sola víscera regada en el camino.

Ya a solas, cojo mi almohada más cómoda, esa que siempre tiene el lado frío al dormir, esa que está rellena con plumas de ganso, que tiene el logo de "La casa de los secretos" y que evoca a mi musa Carla García (la del libro, no la del programa).

Si la situación se torna tragicómica, elijo alguna canción que me ayude a hacer más fuertes las arcadas del espíritu: "Hello" (Evanescence), "Wish you were here" (Avril), "Bother" (Corey Taylor) o "Sopa de caracol".

Lloro. Lloro con todo lo que tengo y amándome menos que otros días, lloro pesimista y repitiéndome en voz baja aquello que me hizo llorar. Lloro hasta que las lágrimas se agotan, hasta que mis ojos se hinchan rojos y vidriosos producto del esfuerzo. Golpeo lo que haya que golpear sin piedad, aunque sea yo el único culpable. Lloro hasta que mis fuerzas me dejan, luego ignoro lo siguiente que ocurre porque mi cuerpo se desactiva automáticamente.

Al despertar, mis ojos duelen un poco menos, pero mi alma ha cicatrizado lo suficiente para pararme y seguir.

No soy el mismo después, algo de mí quedó en la almohada mojada, algo de mí murió un poco, tal vez tú, tal vez yo.

Muy en el fondo, me conforta la seguridad de que no volveré a ser herido en el mismo lugar, la vida deberá buscar algún otro rincón de mí ahora que no puede morder mis cicatrices.

Con los años, mi alma ha aprendido a regenerarse cuando le cortas un pedazo, cual iguana o cual estrella de mar. No es extraño que me enfrente a la adversidad algo cachaciento entonces. Lero lero, jojolete,

Yo lloro, tú lloras, nosotros lloramos. Esnif, esnif...

Pdta.- Para mayor entendimiento, léase el dilema del erizo.

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