Ella entiende mis silencios y al dormir conmigo sabe cuando moverse como una invertebrada y cuando darse vuelta para jugar a que no existo. Mi ex quiere saber con quién estoy ahora, en dónde estoy ahora y por qué escribo esto ahora. Mi ex cree tener el control, pero sabe en el fondo que lo perdió bajó el sillón y eso le asusta aún más.
- Hola, tiempo sin vernos -
- Sí, me preguntaba si estabas bien -
- Mejor que nunca -
- ¿Con quién te estás acostando ahora? -
- Con todo Lima -
- Hijo de puta, yo no soy todo Lima -
- Por eso no me acuesto ya contigo -
- Hablas como si me creyera el centro de todo -
- No, hablo como si te creyeras el centro de Lima -
- Dame un beso -
- Voy a lastimarte -
- Qué importa, hazlo -
- ... -
- Te quiero -
- ... -
- Vete a la mierda, adiós -
Un empujón en mi pecho es su reacción por no entender en qué momento perdió ese nexo que es más poderoso que todo título o estado de Facebook idiota: la complicidad. Es que entendí que dejarte ir es el mejor modo, es que comprendí que no te quiero a mi lado y que confundi la gratitud con amor. Quiero detenerte, decirte que no te vayas, abrazarte con todas mis fuerzas y pedirte que regreses, pero aprieto los cojones y me quedo parado sin hacer nada.
- ¿No vas a venir por mí? -
He subido a la 18 para volver a casa. La mujer sin marido me mira con los ojos más tristes que he visto en mi vida. La manipulación ya no es su talento y la ingenuidad es un privilegio que se me quedó en una caja de Durex Comfort. Tal vez tienes razón, me estoy yendo a la mierda pagando mi medio pasaje, pero nunca estuve tan seguro de que irme allí era mejor que volver contigo.
- Hablo en serio, ¿no vas a venir por mí? -
Mi ex ahora es como otras ex, sí. Ella no tiene la menor idea, ella no sabe nada. Ella me ama y se odia a a la vez. Ella quiere entender lo que pasa con mi mente, pero ya no entiende ni lo que ocurre bajo mi pantalón. Mi ex sigue siendo más inteligente que yo, pero sus emociones ganaron por K.O.