martes, 13 de diciembre de 2011

Gordito

A Sandra: La musa de este post y de mis noches interminables de gym



Depresión se ha sentado a tomar un trago conmigo, me mira burlona, ya conozco su cara reseca y sus ojos enormes, fijos, con la sonrisa triunfal de quien me conoce la perfección. Intento esconder lo que siento aparentando tranquilidad, pero ella ya me ha visitado algunas veces y se conoce el libreto de memoria. Me ve sudar y se ríe de mí, me dice que no me cree el cuento del gimnasio y que en unas semanas me verá sucumbir ante el KFC, los snacks de microondas o la pasta en cualquiera de sus ascepciones.

En esta ocasión, la 'cierrapechos', como me gusta llamarla por la sensación de apretón que ocasiona en el pecho cuando me visita, me ha extendido una hoja en blanco arrancada de un cuaderno rojo, ese de comunicación integral con tareas que nunca terminé en primaria por flojera. Junto al papel, un lapicero Faber Castell mordido en su parte trasera y con la punta semi-rota. "Sí pinta, así que escribe, gordito", me dice Depresión estirandome los útiles y alzando su copa de vino tinto, porque ella odia el semi-seco tanto como yo odio el apelativo "gordito".

Al hombre de mi vida, autor del speech "toda la vida contigo", te confieso que me aterra la idea de separarnos porque tú quieres morir lejos de la ciudad y yo terminar de crecer en ella. Nuestros destinos están tan separados como nuestra brecha generacional, pero aún así te amo y este chiquillo cobardón y perezoso para limpiar bajo su cama no está listo para que te vayas sin cantarte una re-adaptación del tema de la serie "Marco", solo que con la palabra "papá".

A ustedes dos, autores de "Álvaro Rondón" en sus primeros capítulos, no se preocupen por lo que me hayan dicho de ustedes, eso se lo lleva el viento con el odio y el rencor de quienes estuvieron antes que yo. Mis ojos están abiertos para escucharlos a ustedes, no hablando del pasado, eso no importa mucho, sino del presente y, si ustedes deciden aún estar cerca, del futuro. Nuestra historia está incompleta, no me entusiasma mucho terminarla porque mi propio libro, distante de un best seller o de una joya de Quilca, ya me está tomando algo de trabajo. Les dejo el final como tarea, por amor y por flojera.

A quienes se preguntan todavía el por qué no volví a llamar, no contesté sus mails o por qué no quiero estar más cerca de ustedes, la respuesta es simple: desde hace algún tiempo vivo avocado a lo que suma, y me evito la fatiga resta, cual Jaimito el cartero. Calculen, sumen, resten, dividan y multipliquen, pero bien lejos de mí.

A media naranja, cuyas cartas nunca respondí, me atrevo a decirle que a su regreso, si es que éste ocurre, encontrará a alguien más fuerte, con menos dudas, más kilos y las cosas más claras. Si viene a buscarme con la incertidumbre y fragilidad que dejé, haré jugo de naranja exprimido a mano. Nada ha cambiado, absolutamente nada, pero ya no es tiempo de lamentarse, sino de decidir lo que nos hace felices, aunque eso signifique decirnos adiós.

A mis incondicionales, que a Dios gracias llegan a contarse con más de una mano, no puedo sino agradecerles por sus palabras y sus pastillitas para levantar la moral de Ricardo Belmont en el momento preciso, ya sea para inflar mi ego o para controlarlo cuando este se desborda y huele rancio. Espero poder retribuir su infinito amor algún día, ya sea con algún paquetito de Ajinomen o yendo al cine a ver Happy Feet en 3D.

A mi mejor amigo, nada, ya lo sabe todo y no quiere volver a escuchar un carajo de un innecesario feeling blogger.

Al pollo a la brasa , no insistas, nuestra relación terminó y es mejor separarnos por el bien de los dos. Esto me duele más a ti que a mí. No me busques más, no volveré a caer en tus redes seductoras de aceite y papitas doradas. Fue hermoso mientras duró, pero también destructivo. Si alguna vez tengo una recaída, será con tu pariente la gallina y su caldo ausente de culpa.

Depresión lee mi carta mientras termina su Tinto Tacama, me mira con la impotencia de alguien a punto de ser plantado. No solo no pagaré la cuenta, no me quedaré mucho tiempo a su lado, algo que le jode tanto como a mis selectos enemigos. 'Cierrapechos' vuelve a llenar mi copa con la mano temblorosa, parece ser que aún me quedaré con ella un rato más antes de que me levante y siga mi camino. Hasta entonces, salud.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Archivos del Niño Milagrero #3: ¿Bailamos?

Sacar a bailar a una dama no es siempre símbolo de triunfo entre tu manchita...sino observa a esta pareja con problemas de entusiasmo.


Superhéroe





Cuando nos preguntan cómo imaginamos a un súper héroe, muchos pueden visualizar en sus mentes a un fortachón con capa y con la ropa interior fuera de los pantalones de malla. Este héroe es distinto, tiene tantos poderes como debilidades y un final triste para su historia nada legendaria y poco increíble para entrar a un cómic, pero este blog no es una tira cómica, al menos no como mi vida.


No eres fornido ni tienes bíceps espectaculares, te faltan tres costillas y eres extremadamente delgado. Bastaría un solo soplido para derrotarte, pero la maña y la criollada han sido siempre tu mejor arma para derrocar a todos los super villanos, que casi siempre han sido más tontos que tú.


Tú no puedes volar, pero tus promesas me despegaron siempre del suelo para hacerme caer de nuevo. Ahora las caídas no duelen, así que podemos decir que de tanto soltarme desde los aires me transferiste tu otro super poder: la supervivencia todo terreno.


Entre tus sorprendentes habilidades, puedes hacer barcos con cajas de madera impulsados por motorcitos de juguetes destripados, lo aprendí cuando chico y era como descubrir el fuego. Mi mejor recuerdo contigo me llevó a destripar cinco carros a control remoto y un avión a escala buscando su corazón, tu corazón, esa bobina dispuesta a rodar con una sola pila.








No hay merchandising con tu nombre, ni figuras de acción, pero siempre me regalabas calcomanías para recordarte hasta nuestro próximo encuentro, que era casi siempre frustrado porque tenías que ir a salvar el mundo.


No tienes batimóvil, te recuerdo con un destartalado e indestructible Tico con música de Stéreo 100 que servía de fondo a tus viajes para luchar por la justicia, o por tu pellejo.


Tu resistencia física es envidiable: eres a prueba de golpes, escándalos de exnovias, represalias de esposos engañados, tarros de leche lanzados en la frente, insultos, habladurías y desaires que cambias por abrazos y una palabra cálida.


No puedes controlar el tiempo, ni siquiera el tuyo. Intentaste controlar el mío, pero tarde o temprano se te terminó escapando de las manos.


Tienes tu base ultrasecreta en algún rincón de California, desde la cual te comunicas para contarme como va tu lucha por la salvación de la humanidad. Tu base secreta es tan secreta que jamás la dejas y puede que nunca lo hagas.


Tu alterego humano es un peruano promedio que lucha por su vida en una tierra hostil donde todos hablan inglés y comen McDonald's.


Tienes múltiples identidades, como todo superhéroe, aunque lamentablemente todas ya hayan sido descubiertas por tu torpeza.


No eres el Chapulín Colorado, definitivamente no te siguen los buenos.


Hay muchas gatúbelas en tu haber, las cuales cayeron gracias a su ingenuidad y tu telaraña verbal más poderosa que la de Spiderman.


No peleas por los más débiles, porque estás entre ellos.


No eres cien por ciento astuto, tu pendejada supersónica es miníscula comparada con la de los que venimos detrás con algunos años menos.


No tienes un logotipo luminoso en las noches de ciudad gótica, pero tu imagen aparece en mi mente cada noche antes de dormir.


No eres mi héroe, estás a años luz de serlo porque tu lugar en mi corazón lo ocupa tu hermano (una versión mejorada de ti con muchos kilos demás, mayor producción, merchandising propio y algunas victorias épicas en su haber), pero las historias de héroes se cuentan y tú eres uno a tu manera, uno que nunca se cansa de pelear y siempre llama con buenas noticias aunque haya que inventarlas. Suena el teléfono, ¿serás tú con una nueva misión?, a luchar por la justicia.


sábado, 26 de noviembre de 2011

Para toda la vida

- No vale el tiempo pero valen las memorias. No se cuentan los segundos, se cuentan historias. -


René Perez, Calle 13





Las muñequeras punk y los morrales sin fondo. La adicción al té helado. Los freakies. Los torneos de tutti frutti en la clase de Historia del Arte. La hermenéutica. La volada y la bajada. El profesor de Psicología y su niña santa muerta en una maletita. Las piernas gloriosas e infinitas de la profesora de Publicidad. La profesora de Literatura y su complejo de Paloma San Basilio. El concurso de oratoria que gané y que tú perdiste (valga el jojolete). La madrugada en la que me imitabas cantando Soda Stereo y la interminable noche previa. El diablo enseñándome Legislación. Los concursos de canto que nunca gané. Las rubias parcas de las que me enamoré por cinco minutos. La alemana, la alemana y la alemana. Mi satisfecha y caduca obsesión sexual con apodo de rubia conductora de TV. Mi profesora de inicial enseñando Tesis. Mis tres mujeres imposibles: Patricia, Rose y Sheyla. Tu enemistad con derecho a rose. La pizza en cono mal preparada. Mi primer no. Confusio. Mi monosilábico amigo Martín y las bombitas de camote. Mi tragicómico Rob. El chifa "Angamos". Mi entrevista a un loco de la calle con complejo de supermán. Mis cocacolas con ese loco frente a la torre eifel. Las monjitas del santo convento y su fascinación por las bolas chinas y otros juguetes sexuales. La visita de la muerte en febrero del 2010. Kenny. Maleña y la leyenda de la olla eterna al final del arcoiris. Los primeros dias de clase a los que nunca asistí por cábala y por delinquir. Los diplomas que nunca recogí. El videoclip donde no fui gente. El videoclip donde aprendí a ser gente. El sueño de ultrajarte que me tomó 5 años en cumplir. Un pantalón verde. Un polo de dormir con el logo de "Magaly Teve". Los flyers de fiestas que usé para mi lección de origami y tu carta con la que completé el aprendizaje. Un pequeño borracho de campamento preguntando quién coño es Álvaro Rondón. Happy Freakie Moments 1, 2, 3. Los profesores que imité descaradamente. Un cuy. Una chinchilla. Un cóndor. La chica stone que bailó el Panamericano en el patio de la facultad. La porno que grabamos con ayuda. El concierto de The Killers. La guachimana y nuestras empachadas con gomitas de colores. La Covida. La casa embrujada en Chosica. El amigo de un amigo y su affair con Tulicienta. La profesora de Teatro enseñando exactamente la misma clase todos los fines de semana. Mi lesbiana favorita en jeanes rocker. La máquina de café. Los libros que nunca leí. Panchito y su canonización en trámite. Al final del camino, sonríes sabiendo que todo vuelve a empezar y que, cual western de bajo presupuesto, esta historia continuará. 


PDTA.- El profesor me ha dicho que debemos ir a recoger nuestras notas este lunes, le pregunto si habrá chocolatada, se ríe y promete que sí.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Niño Milagrero #2: ¿Quieres salir conmigo?

Invitar a salir a alguien nunca es fácil, más si no tienes experiencia haciéndolo. Siempre puedes obtener un no por respuesta, pero espero de todo corazón que NUNCA les pase lo que a mí. Piensen bien antes de lanzar el "¿Quieres salir conmigo?", podría costarles carísimo.

Niño Milagrero #1: Sufre, peruano, sufre

El primer Archivo del Niño Milagrero muestra los terribles resultados del estrés laboral. La danza folklórica interpretada por nuestro amigo Robinson es simplemente épica. Dedicado a mis amigos de Peru.com, con quienes comparto aventuras, desventuras y café....mucho café.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Extraño a Nosferatu: La fiebre de Crepúsculo


Ir al cine es casi siempre una experiencia gratificante, mas puede convertirse en una pesadilla si se trata del estreno de una saga taquillera adolescente y febril en la que, el que menos, tiene su poster de un metro que te viene de regalo por la compra del combo Crepúsculo.





Mientras hago cola en la taquilla, me pregunto por qué acepte venir a ver "Amanecer", la cuarta cinta de la saga "Crepúsculo". Tal vez porque hacerte feliz me hace feliz, tal vez porque el ceder es mas facil cuando estas enamorado. Sea cual sea la razon, ya es momento de entrar y una orda de muchachitas, muchachitos complaciendo muchachitas y muchachitos con ganas de ser muchachitas aguardan ansiosos a que acaben los trailers. 







El director es inteligente, pues ha decidido arrancar con el famoso licántropo Jacob corriendo sin polo en una secuencia de varios segundos en plano 3/4. Mientras tú me dices que esta película tiene la trama más intensa de la saga, mato tu ilusión con la cruda verdad: el director podría quitar todas las escenas de la película dejando solo el semidesnudo repetido durante dos horas sin diálogo alguno, tendría el mismo éxito.
La película se me arruina en los primeros cuatro minutos, pues el mostrenco ondulado de mi derecha ya contó el final mientras saca el celular para decirle a su enamorado que esta es su doceava vez viendo la película. Se me hace un nudo en la garganta al calcular: la película tiene dos días de estrenada y eso implica que la enferma amante del hombre lobo ha asistido a todas las funciones continuadas. 






Ya apareció el vampiro, un andrógino con complejo emo que no puede cogerse a la princesa del cuento por miedo a arrancarle la yugular como cena. Ocurre lo mismo que en las cuatro cintas anteriores: las niñas gritan y chillan excitadas cada vez que el exangüe galán aparece de nuevo. Claro está, nunca falta la enferma fanática que pregunta en pregunta en voz alta: "¿sabías que Robert Pattinson nació en 1986 en Londres y que...". 







Mis manos comienzan a temblar al comprobar que otra fan, que ya va por su millonésima alerta de Nextel, le cuenta a su amiga la escena que está viendo y repite los diálogos con la devoción de un rezo. "Torpe, te equivocaste, dijiste mal la linea de Edward cuando descubre que Bella está embarazada, ahora deberás pedir perdón a la hermandad de la Luna Nueva", dice otra maníaca. 







Trago saliva y el terror me invade al comprobar que la muchacha no se equivoca en una sola línea.

La euforia se desata cuando lobos y vampiros se enfrentan, pues la sala se transforma en el Estadio Monumental. Los más aguerridos hinchas son frágiles nenas al lado de esta ola de estrógeno y progesterona clamando por la victoria del vampiro y el lobo tamaño gigante. Las barras por cada tribu gritan una y otra vez el nombre de su ídolo: "Jacob", "Edward" en un salmo interminable que taladra mis oídos. 


Los créditos finales llegan para traer un poco de paz y salgo de la sala huyendo de las vampiresas y los hombres 
lobos que aprendieron como morder cuellos y aullar, pero olvidando el placer de disfrutar una película. Llámenme renegón o incomprensivo, pero extraño la época en que los vampiros no usaban base ni delineador, en que no tenían colmillos enjuagados con Listerine y sus pieles no brillaban con el sol en un encuadre perfecto para relucir sus cabellos engominados. Vuelve, Nosferatu, para no dejarnos dormir o al menos aparece como invitado en alguna secuela de Van Helsing. Amén.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Gracias



- Por intoxicarme al extremo con sopas chinas artificiales.
- Por dejar que te llame teletubbie, mascota, animal de corral y toda clase de nombres de roedor.
- Por engreírme hasta darme cuenta de lo insoportable que puedo llegar a ser.
- Por los domingos de teatro y las sobredosis de rolls.
- Por escucharme sin cuestionar lo cuestionable.
- Por desnudarte ante tus errores y perdonar los míos.
- Por aguantar mis obcenos cumplidos, aún cuando éstos son hechos en público.
- Por permitirme morder tus cachetes hasta que se enrojezcan.
- Por amarme más allá de lo sano.
- Por ser una niña en la mesa y una puta debajo de ella.
- Por enseñarme que la ternura es un arma infalible.
- Por darle sentido a mis horas vacías.
- Por una complicidad sobrenatural que yace en la mirada.
- Por apagar tu puto Blackberry para oirnos a nosotros mismos.
- Por cocinar para mí como nunca lo hizo mamá.
- Por mostrarme tu alma como nunca lo hizo papá.
- Por enseñarme un nuevo modo de ser estúpidamente feliz y felizmente estúpido.
- Por aguantar que me ponga a cantar el Panamericano cuando haces berrinches.
- Por enseñarme que el verdadero amor existe y vive en la Covida.
- Por llevarme a pasear en la 18.





martes, 25 de octubre de 2011

No opinión: Ciro-manía

Advertencia: Este artículo no es una opinión del caso Ciro Castillo Rojo ni una búsqueda de culpables al estilo de la cacería de brujas de Salem; se trata tan solo de una crítica acerca del absurdo fanatismo que puede crearse en torno al sufrimiento ajeno. El peruano es novelero, dice papá, y cuanta razón hay en sus palabras...




Anoche soñé que Rosario Ponce anunciaba su ingreso a "El Gran Show" para apoyar a una fundación de búsqueda de personas desaparecidas. "Hubiera querido bailar con Ciro", dice la muchacha mientras un montón de colegas toman fotos y escriben ansiosamente en sus libretas. Una periodista curiosa le pregunta a la polémica joven qué hay de cierto en las versiones que señalan que conducirá un programa de televisión, ella sonríe diciendo que su programa ya tiene canal confirmado y que llevará por nombre "Gente que busca gente". Más flashes y lapiceros razgando el papel.

Despierto, como de costumbre, tarde para ir al trabajo. Mi papá me dice que acaba de apagar la radio porque toda la mañana han estado hablando de Rosario Ponce. Sin ganas de contarle mi sueño (o culparlo por ello), me apresuro a ir redacción. En el kiosko blanco de la señora que me abastece de Bon-o-bon, cual dealer a adicto, está lleno de fotos de Ciro: el cadáver, el suplemento, fotos exclusivas, entrevista con el padre, la mamá, la hermana, las hijas y el cóndor que lo vio caerse. Columna aparte, videntes "autorizados en el tema" dan sus pronósticos de lo que podría haber pasado con el estudiante de la Universidad Agraria. "Ya no quiero Bon-O-Bon".



Me siento a escribir mis notas, mientras que el Splitweet comienza a mostrarme notas como "La Ruta Ciro", el "Combo Ciro Vive" y otras perlas, una más descabellada que la otra. Mis oídos retumban por la voz de una enardecida arequipeña que, desde el televisor, grita "ROSARIOOOOOOO", "QUE MUERAAAA", "QUE MUERAAAA". El periodista de América TV le pregunta a la pobladora "¿que muera por qué?, la señora se queda en silencio, mira hacia los costados y atina a responder: "esteeee....no sé....pero...eeehhh...QUE MUERAAAA QUE MUERA".



Yo no sé hasta dónde puede llegar la capacidad del ser humano para meterse en lo que no le importa y para llegar al tope de la ignorancia fanática, adhiriéndose a causas que desconoce totalmente.


La pestaña del Facebook chat comienta a parpadear, es un amigo cachimbo de periodismo de una universidad "Señor de los Milagros". El entusiasta menor me pide que opine acerca de su columna llamada "Justisia para Ziro": un texto de 30 líneas sin puntos seguidos y más comas que consonantes. Tras decirle que su obra es un calambre visual y recordarle que los amigos nos herimos con la verdad para no destruirnos con la mentira, me retiro a almorzar.

Ya en el comedor, mi buen amigo Richard Tsukamoto me dice que acaba de ver a una banda de músicos y bailarines detrás del cuerpo de Ciro Castillo. Le cuento mi sueño a Richard, quien bota su gelatina de la risa y me dice que no falta mucho para que mi sueño se haga realidad. "Tal vez en Reyes del Show, cholo", como una predicción de Walter Mercado.

Cuando ya no hablen del infortunado Ciro Castillo, volveremos a Oyarce y Chehade, el suficiente tiempo para que Abencia escriba su libro y, días antes de la publicación en Editorial Planeta, salga Cacho anunciando su retorno con "Sin Disculpas". #Digonomás.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Octubre, hagamos agosto





Los olores se mezclan en el aire a lo largo y ancho de la avenida Brasil durante el paso del Cristo Morado opacando sobremanera al magro y sofocante aroma del sahumerio. Vienen, se van, atrapan la atención, encaprichan al estómago y mellan momentáneamente al ferviente católico venido desde lejos para rendir culto a su Señor. Aquí también gobierna otro señor, ese señor gourmet que todo peruano lleva dentro: ávido de nuevos sabores y de nuevas visitas a la clínica debido a cuadros de gastroenterocolitis aguda. No importa, este mes también ostenta sus manjares.

Pasión de carretilla

Doña Silvia no vacila con la sartén en la mano ahora que el fuego de su diminuta hornilla llegó a temperatura suficiente. El arsenal de higadito espera a la derecha dentro de un taper bueno con “B” de Basa. Bien sazonado por su puesto, “sino cómo joven, en la salsa está el secreto”, me dice una sonriente y enorme limeña de 40 años (un aproximado ya que no quise estropear la investigación con tan intimidante pregunta para una mujer) cuyo negocio de “hígado frito”, según me asegura, se ha ganado un lugar en el gusto de los fieles y le ha permitido costear los estudios universitarios de su Jonathan Preston.

Mi espacio en aquella improvisada banquita en la carretilla se ve amenazado por una inmensa comensal que se apretuja y regodea con una porción del dichoso potaje acompañado por papas y lechuga. El primero de tres, pues las otras dos repeticiones aguardan temblorosas en cada una de las rodillas de la clienta estrella. Sus cuatro pequeños, entregados al mismo placer, yacen detrás de ella formados en fila india cada uno con su ‘combo’ en la mano. “Combo, señor. Platito darán otros”, me dice una recelosa doña Silvia.

Más parroquianos van llegando sin importarles el hecho de tener que comer de pie. La poderosa zamba comienza a mirar hacia varios lados calculando fríamente las porciones a preparar. Segundos bastan para el conteo y comienza el mágico preparado: tras verter el aceite vegetal con precisión cirujana, agita su sartén unos segundos mientras las papas van dorándose en otra olla plancha en burbujeante y negro aceite. El panorama es similar en la carretilla del costado.

En medio de su habitual y artística faena, Silvia (confianzudo yo al tutearla) mira por ratos a la competencia: sabe que la guerra está declarada entre las dos únicas carretillas de hígado frito de la cuadra seis de la avenida Brasil. La lechuga es extraída de las profundidades de un inmenso tazón cubierto con lona blanca. Lo verde es servido en porciones más generosas y con notoria premura. Según me revela su dueña, la ensalada de lechuga tiende a negrear y el limón sólo retarda este efecto por unas horas cuanto mucho, luego habrá que subir por más implementos hacia su casa en los alrededores de la Plaza Bolognesi y atravesar la procesión para poder reabastecer el negocio. Todo está casi listo, el platillo no puede servirse sin antes haberse aplicado el ingrediente final: la salsa secreta de especias cuya composición conoce solamente la dueña del establecimiento.

Es un secreto a voces que tal implemento secreto es elaborado en base a felinos domésticos. Los clientes suelen bromear respecto al tema; a Silvia no le hace tanta gracia pero sonríe, siempre sonríe, sabe que el cliente siempre tiene la razón. Dos autos algo desgastados se estacionan en la esquina. Una pareja sale de uno de ellos mientras que del otro desciende una poblada familia, todos caminando firmes hacia Doña Silvia y su puesto de hígado frito. La batalla del día está ganada, la luchadora mamá empresaria vuelve a la carga, se entrega al siguiente asalto y agita su botellita de aceite.

La falsa promesa

A pocos metros de la odisea hepática, en el carril más ancho de la avenida Brasil, se alzan tímidos pero prolíferos los autos Station Wagon y carretillas de los comercializadores de turrón. Basta saltar la valla o atravesar uno de los huecos en alguna parte de la longitud de la misma para acceder a tan tradicional y centenario manjar.

La batalla en cada puesto es intensa, pero la carga es menos pesada cuando se lleva en grupo. Los varones desmenuzan y depositan en cajas los trozos desiguales de las enormes planchas de turrón que llenan toda la parte trasera de los vehículos. Estrellitas y corazones de caramelo para los más afortunados, pepitas a medio pintar y escasas grajeas para el resto.

Las damas tiene otra labor: caminan orgullosas alrededor del ‘antes taxi’ ofreciendo degustaciones de un turrón reducido a grumos de harina. Los mandiles variopintos de las anfitrionas dan a entender al cliente que el comercio informal peruano y el ingenio criollo se zurran con descaro sobre las “Doñas Pepa” y los “San Josés”. La carismática mulata y el padre terreno de Jesús fueron relegados ante el liberalismo mercantil que nos ofrece aquella tarde los riquísimos turrones “Don Cirilo”, “Bon Ami”, “Tobías”, “El Arequipeño”, “Susanita” y “Papis”.

El tradicional dulce del mes morado se ha prostituido escandalosamente al punto de convertirse en un amasijo de harina mazacotuda oculto bajo una ilusoria capa de miel con caramelitos de formas llamativas pintados a medias. Muchos se acercan, las impulsadoras regalan muestras gratis y esbozan hasta el hartazgo su mejor sonrisa. Saben, como me cuenta una de ellas, que tres de cada diez curiosos se convertirá en comprador. No hay de otra, “hay que exhibir el producto”, me dice la muchacha poco menor que yo, refiriéndose más a su pueril voluptuosidad que al producto en sí.

Las carretillas avanzan con los fieles unas cuadras más allá: solitarias y sin marca alguna. Los vendedores de triciclo no se amilanan y exhiben orgullosos sus turrones con miel, ¿miel de qué?, algunos no responden pero poco importa, octubre es una oportunidad de hacer agosto como pocas. Me alejo decepcionado, rezo, me persigno y me dirijo hacia la avenida Tacna en busca de que se me cumpla la cruelmente rota promesa del niño que quiere turrón.

lunes, 10 de octubre de 2011

Ébano y Marfil


Estoy en un dilema clásico, pero también tortuoso: ébano y marfil yacen ante mí en una disyuntiva que acabará por matarme. Quiero a ambas a la vez, pero sé que eso no sucederá, ambas se aniquilarían en el acto, dejándome sin ellas, sin mi doble adicción.

MARFIL

Marfil se siente dueña de sí misma, pero no es dueña de nada. Su dinero no ha podido comprar seguridad. Se ama a sí misma, pero no se tiene fe. Sus miedos la matan, por eso no cierra nunca los ojos al ducharse.

Marfil toma toda clase de pastillas porque cree que son la solución para todo. Ella tiene una pastilla para cada cosa, y una respuesta también.

Cuando Marfil duerme conmigo, quiere que me acueste en su pecho, tal vez porque así siente que no me iré, tal vez porque quiere que oiga su corazón suplicante, herido, engañado y destruído un sinnúmero de veces.

Marfil pide perdón cuando echa a perder las cosas y sus errores giran siempre en torno a una sola cosa: celos. Celos de sus amigas (una más puta que la otra, así me las describe), celos de las mías, celos de mis amigos, celos de su sombra, celos de mis enemigas (quienes han sabido ser más complacientes que mis amigas), celos de mi celular, del internet y de este blog. Es más, Marfil tiene celos de usted, quien está leyendo este post.

Marfil está pendiente de cada detalle y busca complacerme en todo, darlo todo para cubrir aquello que no puede darme aún: su corazón.

Marfil me cuida, hace que me sienta protegido y sus brazos me envuelven como si no quisieran soltarme nunca.

Marfil le teme al silencio, tanto que se ha llenado de toda clase de aparatos innecesarios, caros y ruidosos para hacerle compañía cuando yo no estoy cerca.

Marfil gasta tanto en sí misma como Paris Hilton.

Marfil tiene horarios hasta para hacer el amor, por lo que se ha convertido en una predecible amante carente de toda creatividad. Sin embargo, su fuego interior la convierten en una sabia puta algo rutinaria que sabe despertar mi lado animal para luego disfrutar siendo lastimada.

Marfil dice que me ama todo el tiempo, tal vez para convencerme a sí misma de lo que yo sé cuando le miro la carita ingenua.

ÉBANO

Ébano no es dueña de nada, ni de sí misma. No tiene dinero, por eso usa sus pocos centavos
para estar lo más cerca posible de mí. Se ama a sí misma y se tiene mucha fe. No tiene miedos porque no tiene nada que perder. Sus ojos son enormes, inocentes y traicioneros a la vez.

Ébano no toma pastillas, su única droga soy yo.

Cuando Ébano duerme conmigo, se recuesta en mi pecho, le gusta oír mis latidos como música y acurrucarse hasta perder el conocimiento. Su corazón busca siempre un porqué.
Aunque grite a todos que ama su soledad, ésta es su más grande miedo.

Ébano no tiene que pedir perdón porque no echa nada a perder. Sin embargo, a veces siente que pierde la batalla contra sus problemas, mismos que comparte conmigo y que la hacen andar en círculos. Su obsesión por los títulos y las etiquetas la hacen parecer más estúpida de en lo que realidad es. Ébano está leyendo este post y sabe que es ébano.

Ébano no me conoce en absoluto, no tiene cómo complacerme y nada que darme, salvo a sí misma, con sus virtudes y defectos. Algo que, aunque nos guste pensar lo contrario, no es suficiente hoy en día.

Yo cuido a Ébano, me gusta protegerla, sentir que tiembla cuando la abrazo y que pierde el control cuando estoy cerca de sus zonas débiles.

Ébano ama el silencio y me ha enseñado a amarlo también. Ébano prescinde fácilmente de toda maquina, todo lo que necesita para divertirse está en su mente y en su cuerpo, algo que me ha hecho saber desde siempre.

Ébano gasta tanto en sí misma como la Madre Teresa.

Ébano no tiene horarios para dormir, ni para levantarse, ni para hacer el amor (pues lo hace a toda hora y en cualquier parte). Es torpe cuando la poseo, pero su inocencia y su fragilidad me hacen perder la cabeza, sobre todo cuando me pide que tome sus manos y la abrace con fuerza al hacerla mía.

Ébano nunca me ha dicho que me ama, aún no sabe qué mierda significa eso.


¿Qué tienen en común Ébano y Marfil?, hasta donde sé, sólo las une su amor por Bob Esponja.


lunes, 3 de octubre de 2011

El programa perfecto





Hace unos días, mi profesora de producción televisiva nos dejó como tarea imaginar el formato televisivo que pueda derrocar a la imbatible Al Fondo Hay Sitio. "Todo el Perú ve Al Fondo Hay Sitio (usted también, señorita Sheyla, no niegue con la cabeza). Bien, ustedes deben crear el programa perfecto y exponerlo ante toda la clase, pueden traer ilustraciones o ayudas guía".


El día D, llegada mi hora, me paré frente a mis compañeros para pedirles que hagamos un ejercicio (el cual propongo también al lector) cerrando los ojos e imaginando los componentes del programa perfecto mientras yo iba describiendo los componentes. Cierren los ojos e imaginen esto en su pantalla de televisión:


Aparece Raúl Romero con una serpiente alrededor de su cuello, presentando un sensacional show llamado "Aquí no hay sitio". Cuatro modelos increíblemente hermosas y sin ropa bailan a su alrededor mirando a la cámara.

Cuatro actores mexicanos sacados de La Rosa de Guadalupe entran al set: Una niña que resulta ser prostituta, una madre apostadora, un papá cavernario y mecánico con dejo charro y un niño que se muere los primeros cinco minutos del programa. 


La niña dice a sus papás que es prostituta mientras ellos lloran frente al cajón de su niño asesinado por bullying. En ese momento ingresa Luz Clarita (La misma actriz con 65 años) cantando la canción de la novela con playback. La niña prostituta comienza a llorar y abraza a sus papás.


En ese momento, ingresa Laura Bozzo a preguntar mirando hacia la cámara y pidiendo "que pase el desgraciado", se abren las puertas y hace su ingreso Tongo cantando "Leydi Bi", mientras que la familia con el niño muerto y la niña prostituta olvidan sus problemas y bailan al ritmo de la canción del rollizo cumbiambero. 


Mientras todo eso ocurre, a unos metros (el set es grande), Jaime Bayly está sentado en una silla diciendo "Bienvenidos, esto es el Francotirador y...", su speech habitual es cortado por Johanna San Miguel que ingresa vestida como Queca y tirándole dinero a la gente (sí, hay público en vivo) que tiene solo un minuto para agarrar el dinero. Mientras la gente se pelea por el dinero y Laura Bozzo sigue gritando hacia la cámara, Federico Salazar y Mónica Delta entran con ropa sumamente brillante y bailando "La Coqueta".


El público alista las paletas para calificar, mientras Queca sigue tirando dinero, Laura pide orden y las modelos bailan al ritmo de una canción increíblemente mal compuesta para promocionar toallas higiénicas que suena al mismo tiempo que el "Leydi Bi de Tongo". Jaime Bayly vuelve a decir que esto es el Francotirador, mientras Raúl Romero ya tiró la serpiente que empieza a estrangular a Luz Clarita, que sigue cantando impecablemente con playback pese a que la serpiente oprime su cuello. 


En medio de todo ese cuadro, ingresan en primer plano La Tigresa Wendy y el Delfín para cantar Que Bonito es Israel con todo el caos de fondo. Huaycoloro los guía y le pide al público que aplauda. La gente no sabe si aplaudir con la canción de toallas higiénicas, con Leydi Bi, con La Coqueta o con Israel, así que todos optan por aplaudir al ritmo del tema que les guste más, ya que todos están sonando a la vez.


Raúl Romero agradece al público mientras el set se incendia y todos evacúan ordenadamente sin dejar de decir sus respectivas líneas.


Sin dar crédito a lo oído, la profesora me dice que mi exposición fue una auténtica burla y me ordena que me retire de la clase. Mientras cojo mis cosas, me percato de que ella estuvo tomando nota y una sonrisa se dibuja en mi rostro mientras cierro la puerta del salón.



lunes, 26 de septiembre de 2011

Pelear


1. Cállate, cállate y escucha. Si tienes la razón, cállate aún más y espera hasta el final.

2. Si está alterada(o), no es bueno subir tu energía, es mejor bajar la suya.

3. Si eres ofendido teniendo la razón, retírate, él o ella sabrá que acaban de hacer una cagada magistral.

4. El silencio es tu mejor arma, aprende a manejarlo. Si tus palabras no son mejores que tu silencio, no digas nada.

5. Cuando tengas que pedir disculpas, hazlo sin pensarlo dos veces y trágate el orgullo (aunque sepa feo), puede que no tengas oportunidad de hacerlo después.

6. Si amas, pon la patada al cuello, no permitas que nadie pase sobre ti, ni siquiera el ser amado.

7. Si tienes que herirla(o) por darte tu lugar, hazlo, es mejor los "conchetumadres" dentro de casa que fuera. Él o ella te lo agradecerán.

8. Jamás ruegues, no solo se acostumbrará a que lo hagas, te perderá el respeto.

9. Nunca digas te amo por sonar bien. Esas dos palabras son hermosas, pero también fáciles de prostituir.

10. Nunca busques tener la última palabra, harás el papel de imbécil. Busca tener la palabra precisa, ten por seguro que será la última.

11. Piensa antes de hablar, el ego es mal consejero.

12. Aunque el sexo post reconciliación es el mejor del mundo, no busques discutir solo por eso. (Risas)

13. No guardes lo que sientes para una segunda discusión, porque será como aniquilar una infección a medias: volverá más fuerte  y podría soportar todo antibiótico.

14. Nunca permitas que nadie más opine, ni amigos, ni consejeros, ni Laura Bozzo. Equivóquense juntos, de eso se trata.

15. Eviten el escándalo, guarden para cuatro paredes las debilidades de su corazón, no las exhiban como en un circo romano.

16. No publiquen detalles de su pelea en Facebook, sea cual sea el final de esta. Las canciones con indirecta, las frases, los estados dedicados a la pareja y otras hierbas amixer pueden resultar dañinas, sino es que estúpidas.

17. Al discutir, cachetea y acaricia, cachetea y acaricia. No solo cachetees, porque te sentirás culpable. No solo acaricies, porque te sentirás imbécil.

18. No confundas sinceridad con desatino.

19. Si esta pelea es la definitiva, procura pagar tú la cuenta. Tacaño no debes ser.

20. Sé un hijo de puta dentro de la cama, no fuera de ella.

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