A Sandra: La musa de este post y de mis noches interminables de gym
Depresión se ha sentado a tomar un trago conmigo, me mira burlona, ya conozco su cara reseca y sus ojos enormes, fijos, con la sonrisa triunfal de quien me conoce la perfección. Intento esconder lo que siento aparentando tranquilidad, pero ella ya me ha visitado algunas veces y se conoce el libreto de memoria. Me ve sudar y se ríe de mí, me dice que no me cree el cuento del gimnasio y que en unas semanas me verá sucumbir ante el KFC, los snacks de microondas o la pasta en cualquiera de sus ascepciones.En esta ocasión, la 'cierrapechos', como me gusta llamarla por la sensación de apretón que ocasiona en el pecho cuando me visita, me ha extendido una hoja en blanco arrancada de un cuaderno rojo, ese de comunicación integral con tareas que nunca terminé en primaria por flojera. Junto al papel, un lapicero Faber Castell mordido en su parte trasera y con la punta semi-rota. "Sí pinta, así que escribe, gordito", me dice Depresión estirandome los útiles y alzando su copa de vino tinto, porque ella odia el semi-seco tanto como yo odio el apelativo "gordito".
Al hombre de mi vida, autor del speech "toda la vida contigo", te confieso que me aterra la idea de separarnos porque tú quieres morir lejos de la ciudad y yo terminar de crecer en ella. Nuestros destinos están tan separados como nuestra brecha generacional, pero aún así te amo y este chiquillo cobardón y perezoso para limpiar bajo su cama no está listo para que te vayas sin cantarte una re-adaptación del tema de la serie "Marco", solo que con la palabra "papá".
A ustedes dos, autores de "Álvaro Rondón" en sus primeros capítulos, no se preocupen por lo que me hayan dicho de ustedes, eso se lo lleva el viento con el odio y el rencor de quienes estuvieron antes que yo. Mis ojos están abiertos para escucharlos a ustedes, no hablando del pasado, eso no importa mucho, sino del presente y, si ustedes deciden aún estar cerca, del futuro. Nuestra historia está incompleta, no me entusiasma mucho terminarla porque mi propio libro, distante de un best seller o de una joya de Quilca, ya me está tomando algo de trabajo. Les dejo el final como tarea, por amor y por flojera.
A quienes se preguntan todavía el por qué no volví a llamar, no contesté sus mails o por qué no quiero estar más cerca de ustedes, la respuesta es simple: desde hace algún tiempo vivo avocado a lo que suma, y me evito la fatiga resta, cual Jaimito el cartero. Calculen, sumen, resten, dividan y multipliquen, pero bien lejos de mí.
A media naranja, cuyas cartas nunca respondí, me atrevo a decirle que a su regreso, si es que éste ocurre, encontrará a alguien más fuerte, con menos dudas, más kilos y las cosas más claras. Si viene a buscarme con la incertidumbre y fragilidad que dejé, haré jugo de naranja exprimido a mano. Nada ha cambiado, absolutamente nada, pero ya no es tiempo de lamentarse, sino de decidir lo que nos hace felices, aunque eso signifique decirnos adiós.
A mis incondicionales, que a Dios gracias llegan a contarse con más de una mano, no puedo sino agradecerles por sus palabras y sus pastillitas para levantar la moral de Ricardo Belmont en el momento preciso, ya sea para inflar mi ego o para controlarlo cuando este se desborda y huele rancio. Espero poder retribuir su infinito amor algún día, ya sea con algún paquetito de Ajinomen o yendo al cine a ver Happy Feet en 3D.
A mi mejor amigo, nada, ya lo sabe todo y no quiere volver a escuchar un carajo de un innecesario feeling blogger.
Al pollo a la brasa , no insistas, nuestra relación terminó y es mejor separarnos por el bien de los dos. Esto me duele más a ti que a mí. No me busques más, no volveré a caer en tus redes seductoras de aceite y papitas doradas. Fue hermoso mientras duró, pero también destructivo. Si alguna vez tengo una recaída, será con tu pariente la gallina y su caldo ausente de culpa.
Depresión lee mi carta mientras termina su Tinto Tacama, me mira con la impotencia de alguien a punto de ser plantado. No solo no pagaré la cuenta, no me quedaré mucho tiempo a su lado, algo que le jode tanto como a mis selectos enemigos. 'Cierrapechos' vuelve a llenar mi copa con la mano temblorosa, parece ser que aún me quedaré con ella un rato más antes de que me levante y siga mi camino. Hasta entonces, salud.
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No eres tú, son ellos.