lunes, 10 de octubre de 2011

Ébano y Marfil


Estoy en un dilema clásico, pero también tortuoso: ébano y marfil yacen ante mí en una disyuntiva que acabará por matarme. Quiero a ambas a la vez, pero sé que eso no sucederá, ambas se aniquilarían en el acto, dejándome sin ellas, sin mi doble adicción.

MARFIL

Marfil se siente dueña de sí misma, pero no es dueña de nada. Su dinero no ha podido comprar seguridad. Se ama a sí misma, pero no se tiene fe. Sus miedos la matan, por eso no cierra nunca los ojos al ducharse.

Marfil toma toda clase de pastillas porque cree que son la solución para todo. Ella tiene una pastilla para cada cosa, y una respuesta también.

Cuando Marfil duerme conmigo, quiere que me acueste en su pecho, tal vez porque así siente que no me iré, tal vez porque quiere que oiga su corazón suplicante, herido, engañado y destruído un sinnúmero de veces.

Marfil pide perdón cuando echa a perder las cosas y sus errores giran siempre en torno a una sola cosa: celos. Celos de sus amigas (una más puta que la otra, así me las describe), celos de las mías, celos de mis amigos, celos de su sombra, celos de mis enemigas (quienes han sabido ser más complacientes que mis amigas), celos de mi celular, del internet y de este blog. Es más, Marfil tiene celos de usted, quien está leyendo este post.

Marfil está pendiente de cada detalle y busca complacerme en todo, darlo todo para cubrir aquello que no puede darme aún: su corazón.

Marfil me cuida, hace que me sienta protegido y sus brazos me envuelven como si no quisieran soltarme nunca.

Marfil le teme al silencio, tanto que se ha llenado de toda clase de aparatos innecesarios, caros y ruidosos para hacerle compañía cuando yo no estoy cerca.

Marfil gasta tanto en sí misma como Paris Hilton.

Marfil tiene horarios hasta para hacer el amor, por lo que se ha convertido en una predecible amante carente de toda creatividad. Sin embargo, su fuego interior la convierten en una sabia puta algo rutinaria que sabe despertar mi lado animal para luego disfrutar siendo lastimada.

Marfil dice que me ama todo el tiempo, tal vez para convencerme a sí misma de lo que yo sé cuando le miro la carita ingenua.

ÉBANO

Ébano no es dueña de nada, ni de sí misma. No tiene dinero, por eso usa sus pocos centavos
para estar lo más cerca posible de mí. Se ama a sí misma y se tiene mucha fe. No tiene miedos porque no tiene nada que perder. Sus ojos son enormes, inocentes y traicioneros a la vez.

Ébano no toma pastillas, su única droga soy yo.

Cuando Ébano duerme conmigo, se recuesta en mi pecho, le gusta oír mis latidos como música y acurrucarse hasta perder el conocimiento. Su corazón busca siempre un porqué.
Aunque grite a todos que ama su soledad, ésta es su más grande miedo.

Ébano no tiene que pedir perdón porque no echa nada a perder. Sin embargo, a veces siente que pierde la batalla contra sus problemas, mismos que comparte conmigo y que la hacen andar en círculos. Su obsesión por los títulos y las etiquetas la hacen parecer más estúpida de en lo que realidad es. Ébano está leyendo este post y sabe que es ébano.

Ébano no me conoce en absoluto, no tiene cómo complacerme y nada que darme, salvo a sí misma, con sus virtudes y defectos. Algo que, aunque nos guste pensar lo contrario, no es suficiente hoy en día.

Yo cuido a Ébano, me gusta protegerla, sentir que tiembla cuando la abrazo y que pierde el control cuando estoy cerca de sus zonas débiles.

Ébano ama el silencio y me ha enseñado a amarlo también. Ébano prescinde fácilmente de toda maquina, todo lo que necesita para divertirse está en su mente y en su cuerpo, algo que me ha hecho saber desde siempre.

Ébano gasta tanto en sí misma como la Madre Teresa.

Ébano no tiene horarios para dormir, ni para levantarse, ni para hacer el amor (pues lo hace a toda hora y en cualquier parte). Es torpe cuando la poseo, pero su inocencia y su fragilidad me hacen perder la cabeza, sobre todo cuando me pide que tome sus manos y la abrace con fuerza al hacerla mía.

Ébano nunca me ha dicho que me ama, aún no sabe qué mierda significa eso.


¿Qué tienen en común Ébano y Marfil?, hasta donde sé, sólo las une su amor por Bob Esponja.


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