domingo, 16 de diciembre de 2012

Jueves por la noche




Nuevamente, aconsejamos disfrutar 
del post con el tema que acompañó a la cafeína 
durante su creación.




"Quédate conmigo y mi suspiro será el único testigo que se vestirá de fiesta"
- LODVG -







Todos tenemos un momento esperado en la semana, ese que hace volar las horas de trabajo y nos pone a ver ansiosos las agujas del reloj, el mío es jueves por la noche y les voy a contar por qué.




Un jueves por la noche aprendí a nadar con delfines rosados y grises, hablando su idioma y no acercándome más de la cuenta, pues son ellos los que te dirán cuándo y a qué jugar. 

Los jueves por la noche abandono mi casa en busca de tarántulas, anacondas, luciérnagas, lagartijas fosforecentes y manatíes que no perciben el veneno del hombre, por lo que me besan con más amor y autenticidad que muchos seres humanos. 



Los jueves por la noche apago la linterna en medio de la noche y abro mis oídos para escuchar el canto de las ranas, en un concierto mágico donde solo mandan las estrellas y los efectos especiales los añaden las luciérnagas o, como me gusta llamarlas para hacerte reír, "bichitos led". 


Los jueves por la noche nos deshacemos de todo para escuchar Enigma una y otra vez, porque todas sus canciones son una: el soundtrack de nuestras vidas. 


Un jueves por la noche me pediste que fuera el primero, olvidando la decencia, los parámetros, los títulos pomposos y toda esa basura de la que te arrepientes al envejecer. 



Los jueves por la noche está prohibido preguntar la hora o darla. 

Los jueves por la noche preparamos pop corn en cantidades groseras y vemos toda clase de películas herejes que papá me prohibió ver por imponerme algo más normal como documentales o porno. 



Los jueves por la noche unas croquetas con atún humean sobre una montaña de spaghetti esperando por mí. El vino rojo se vuelve sangre a la luz de las velas y nuestros silencio prolongado es el modo en que rogamos al cosmos que no llegue jamás el viernes. 



Un jueves por la noche fuimos solo dos en tu cama. Bueno, en realidad no. 



 



Los jueves por la noche hago el amor, sin peros, sin gravedad, sin protocolos ni clemencia, elevando la crueldad y el sadismo hasta su máxima expresión. Si me preguntan por qué lo hago así, respondo que el martes y el miércoles tuvieron la culpa. 



Un jueves por la noche dejé de dormir solo para siempre, amén.  



Los jueves por la noche me dicen que, a lo mejor no llegue al viernes, pero siempre anochecerá en ese día bendito que da sentido a estas líneas y, últimamente, a mi vida.

Hasta el jueves por la noche, en el paraíso de siempre a la vuelta de la realidad.

sábado, 1 de diciembre de 2012

La reina del rating (El programa perfecto Parte II)


Nota de autor: Se recomienda leer el post 
escuchando la canción con la que fue escrita



En nuestro post anterior, intentamos crear el programa que destronara en el rating al imbatible "Al Fondo Hay Sitio" con sus Charitos, perritos santos, niños con caras de pez, Luchitos, sopa seca y juane. Ahora que ese programa existe, analicemos el secreto de su éxito.
 
Si quiere usted hacer una miniserie exitosa, su personaje, una mujer humilde (nunca pudiente a menos que este grabando Betty La Fea o alguna variante), debe sufrir desde el primer capítulo. Por ningún motivo debe haber una pizca de felicidad, eso no da rating. Asegúrese de que llore el 80 por ciento del capítulo, sino es que todo para fines prácticos.
 
En este caso, la protagonista "Estrella" es violada, asaltada, golpeada, engañada e insultada, todo en el mismo capítulo. Si es su programa debut y compite contra reality shows, asegúrese de que violen a su heroína por lo menos dos veces.
 

La música será vital en su culebrón. En este caso, debe ser cumbia (no se le ocurra poner baladas de Laura Pausini o cosas por el estilo, no estamos en Televisa). De ser posible, asegúrese que la canción de apertura la cante Marisol (no otra, tiene que ser Marisol) y denote despecho, dolor y la idea de que a esta mujer nunca podran matarla y arranca nomás, cholito. Ya si tiene más presupuesto, tráigase a Myriam Hernández.

La canción excesivamente feminista debe repetirse al cierre de cada capítulo y en todas las revelaciones o momentos intensos de la trama (aun si debe ponerla unas 6 veces en el mismo episodio).

 
Que su protagonista venda algo es vital. Bien puede ser billetes de loteria, ceviche, rosas, fruta o alguna otra cosa que inspire simpatia o que nos hagan pensar "que humilde esta mujer".



Bajo ninguna circunstancia omita la infidelidad, esta debe darse un capitulo sí y un capitulo no (si fuera en todos los capítulos seguidos, tendríamos "Al Fondo Hay Sitio" y  esa no es la idea).
 
Las escenas de cama son vitales. No necesariamente tienen que ser protagonizadas por su heroína, a menos que sea contra su voluntad. Para estas escenas llenas de erotismo y gemidos ponga a la mala del cuento, con el galán de la historia, con un antagonista y, en ultima instancia y si quiere pasar los 30 puntos de audiencia, con un wachimán.

 
No olvide al niño 'pirañita', este puede vender algo o solo aparecer cada dos capítulos jugando fútbol y haciendo preguntas medio filosóficas que irán acompañadas de alguna canción triste de William Luna o Nicole Pillman. No necesariamente le tienen que pegar siempre (como al resto de personajes a los que si se debe golpear) o...mejor si y hasta que llore.
 
La gente gorda es básica, si es mujer debe ser chismosa, malintencionada y de pelo color 'rojo tía' (no otro color), para este personaje debe existir una quinta o una mercado, sino no sera creíble. Si es hombre, este debe ser buena gente, comerciante, gasfitero y pasarla como el buen amigo de la protagonista que sufre porque jamás se acostará con ella.

 
Muerte sí y a montón, bien con balas o con autos (o ambos, es siempre mejor). Todas las perdidas humanas deben ser consecuencia de infidelidad, ajustes de cuentas, venganzas o necesidad de fingirse muerto por alguna razon que puede ser volver al final del episodio o en una segunda parte pero ya en silla de ruedas.

 
Finalmente, toda miniserie exitosa debe tener a una María. Por favor, no omita a la María, esta es básica y deberá ser religiosa, mamá de la protagonista, abuela paraplégica o vecina bondadosa. Si no me creen, pregunten a Thalía.
 
Seguiría escribiendo, pero ya va a empezar "La Reina de las Carretillas". Saludos y hasta otro post. 



domingo, 25 de noviembre de 2012

Soy tu fans: Manifesto of Little Monster

A Giuliana, por toda tu energía
A Christian, por ser mi mejor amigo
A Luis Miguel, por aguantarme más que yo
A Mauricio, por convertir 16 horas en una sola
A Taxumi, por tu arte que no conoce horarios



    (Nota de autor: Se recomienda reproducir el video
y escuchar el tema mientras disfruta del post, gracias)



En estos últimos cinco años, se me ha hecho muy simple iniciar la crónica de un concierto cualquiera: solo pon lo que la artista hizo con frases como "deslumbró", "cautivó", "hizo explotar", "derrochó" y un sinfín de verbos en pasado dentro de los cuales no encajas, porque me diste el mejor espectáculo de mi vida. Quizás es esa la razón por la que, pese a ser periodista, esta crónica no existe en un medio, sino en mi blog: porque este espacio soy yo y tú eres nosotros.

Me divierte y hasta me da ternura ver a los fanáticos de otros artistas arañándose entre sí y criticándote en redes sociales, cuando solo quienes te hemos visto y oído en vivo (algo que deberían recordar las reinas del play back) podemos darnos cuenta tu cuidado en cada detalle y de la atmósfera sobrenatural de tu reino: el mundo de lo absurdo, de los sillones de carne, de los senos metralleta, de la androginia alienígena y de la increíble energía que despides a quienes te ven de cerca, inyectando la sensación de que hasta el más intransigente de los sueños puede hacerse realidad.

Quince horas bajo el sol fueron un precio justo a pagar por verte tan cerca, por vibrar con cada canción, por verte escribir un mal romance de sangre, sexo y electro pop que solo un Little Monster entiende. Siempre creí que los fans están conectados por alguna extraño lazo invisible que, en tu caso, es tan rosa como oscuro, es un rostro de calavera, es una peluca de cualquier color o solo unos lentes negros que, por unos segundos, dejen salir al freakie que cada uno lleva dentro. Un pequeño monstruo que asesinamos con los años: la capacidad de emocionarnos y levantar los brazos en alto para entregarnos a la música, sea cual fuere el ritmo de nuestro corazón.




Los que no entienden tu música y la entrega a tu trabajo festejarán que no hayas rellenado 50 mil asientos, sin pensar un momento en que los que estuvimos ahí fuimos tratados con respeto y amor (por ti, no por parte de los VIPs, por supuesto) y sin recordar que uno que otro artista ha pisado nuestra tierra retrasando su show por horas, achicando su espectáculo a comparación de otros países, confundiéndonos con Chile, acabando antes de tiempo o enviándonos al carajo en inglés y en castellano si es que no nos gustó esperar demás. 

Los afortunados que te abrazaron y te tocaron son testigos de un ser humano con menos hipocresía que los demás bajo un reflector: una mujer simple dentro de su rareza que no duda en subir a sus hijos monstruos para cantarles de cerca (como un arrullo) o que no teme desaparecer bajo el escenario con ellos, haciéndonos parte de ese show...de tu show. 




Otros dirán que eres una copia de Dale Bozzio o Madonna, cuando no se dan cuenta que nadie ha inventado nada, que el look panal de Amy Winehouse ya estaba en B-52, que tus tías ya gritaban por Magneto cuando no nacían las niñas que ahora gritan por los Jonas Brothers. Tu abuela hizo lo mismo por Camilo Sesto, tu madre por Menudo y tus hijas lo harán por los descendientes o clones de Justin Bieber. Es la ley del show de la vida: un fan te entrega el corazón y Lady Gaga se entregó al Perú en una orgía de luces, escenografía de primera, despliegue técnico soberbio y ese cordón umbinical entre madre e hijos monstruo que no he sentido en ningún otro espectáculo.

Gracias a los Little Monsters que compartieron conmigo las horas de espera, las gaseosas, el agua helada vendida a precios criminales, los snacks destruye-dietas que sirvieron de almuerzo, las fotos, los taxis, la insolación y hasta las lágrimas en una que otra canción.

Gracias a los miembros del club de fans por compartir conmigo su idioma, sus sentimientos de familia, su conexión amical y su pasión incansable, algo que a veces se olvida en una oficina de redacción periodística o en la misma vida.

Gracias a Lady Gaga por inspirar mi proyecto electropop Dodo, por ponerme a bailar hasta casi perder el conocimiento, por ser la banda sonora de mis días de gimnasio con "Judas", "Bad Romance", "Heavy Metal Lover", "Cake like Lady Gaga" y "Just Dance". Gracias, madre monstruo, por recordarme que muchos sueños pueden hacerse realidad si vas tras ellos enseñando los dientes y con los brazos en el cielo, como diciendo "Paws up" y "I don' give a fuck" ante los "no" que esta vida nos pone.




Y aunque no pude tomarme una foto contigo, tal vez porque no estuve en el lugar y hora correcta, tal vez porque no hice caso a mi corazón en su vehemencia veinteañera, algo me dice que volverás para encontrar a un Álvaro más monster, más listo para ti, más aferrado a sus sueños, más despierto que dormido. La vida es un escenario y hace mucho que comencé a construir mi propio "Otter Pit". Vuelve pronto, Gaga, para volvernos locos a todos y olvidar lo aburrido que es ser un cuerdo promedio. You and I.





domingo, 21 de octubre de 2012

La huelga



Este es mi cuarto día en cama, 96 horas en las que no he hecho otra cosa que sumergir mi cara en una almohada y soñar cosas improbables, antisexuales y muchas de ellas sin sentido por implicar al horrendo señor que te sonríe desde la caja de Capitán Crunch.

La faringitis febril ha terminado con mis fuerzas, con mi hiperactividad, con el intensísimo yo que corre por todos lados sudando adrenalina por litros. Después de esta cuarentena, la sonrisa ya no sale igual, la ironía me cuesta trabajo y cantar se ha hecho doloroso, ¿sabes?, mi alma está en huelga.

Mi voz está en huelga porque ya no quiere responder con extensos speechs diz que elocuentes, ya no se queja en voz alta de lo que no le parece, ya no se las da de graciosa con respuestas hirientes y fuera de lugar  como mecanismo de defensa, ya no encuentra palabritas rebuscadas para adornar con cerezas empalagosas la torta de nuestra conversación. Ya no quiero, papá, llévate el plato porque es más grande que yo.

Mis manos están en huelga, ya no gesticulan de forma ceremoniosa, ya no cometen actos impuros de los cuales me deba arrepentir después, ya no tienen el impulso de golpear tu cuerpo hasta ponerlo morado placer. Lo más preocupante de este motín es que ya no quieran embutirse la comida en forma obscena, grosera, quitándole a los demás con la ayuda de un "¿vas a comerte eso?". Finalmente, las pongo en el aire para ver si ya no tiemblan como parte de mi natural ansiedad. Están quietas...creo que me he muerto un poquito.

Mis pies están en huelga: ya no quieren pararse de la cama, correr por la casa y desesperar a mi padre con el ruido del suelo. La calle ya no los llama como de costumbre, no tienen ganas de caminar con rumbo fijo, firmes, a zancadas, generando quejas en quien me acompañe por su ritmo acelerado en una ciudad donde correr es andar.

Mis ojos están en huelga: ya no se quieren abrir por la mañana, la huyen a la TV de un modo casi reflejo, ya no les gusta el sol y me piden a gritos lentes si debo ir a trabajar o a alguna otra parte. Lo más triste de mi cese ocular es que ninguno de los dos quiere leer de forma ávida como antes. Decididos a no hacer nada, se cierran contra mi voluntad y me restan horas con un sueño improvisado que en el fondo agradezco.

La noche anterior me ausenté de la orquesta con el dolor de mi corazón. Sin mi voz para responder al escenario, he desertado por primera vez en mi vida. Nunca tan cobarde, nunca tan inútil. Mi director me ha llamado a decir que el show no fue lo que se esperaba, tal vez yo tampoco lo soy últimamente. Sonrío, prometo pararme esta semana y volver para rockear como se debe. Un poco de Enigma, PJ Harvey y Pink parecen tener mi espíritu algo lento, pero son mi mejor analgésico ahora que no estás.

Pido a mi voz que ponga fin a la huelga, pero me dice que solo lo hará cuando seas tú quien le responda, respondo que eso no es posible así que me pide que lo consulte con mis manos. Mis manos exigen tocarte, acariciarte y desgarrar tu piel hasta lastimarla considerablemente. Al no haber trato, mis ojos tienen la última palabra. Les digo que, muy a mi pesar, no pueden verte, que ya no estás aquí y que eso no es negociable. Mi cuerpo entero me ve con decepción, le he negado su más grande combustible, aquello que puede elevar su temperatura a niveles insanos. Hoy todo eso es historia, hoy estamos en invierno.

"Try, try, try" repite Pink, ella qué sabe. Con todo el cuerpo en paro, he decidido volver a dormir hasta que uno de aquellos sueños en los que te me apareces sin decir nada se cumpla. Entonces ya no seré tan cobarde, ya no te dejaré ir, ya no daré marcha atrás en esa locura que llamamos ser feliz. Try, try, try, si no hay solución, la huelga continúa.






jueves, 27 de septiembre de 2012

El color de la verdura



Casi siempre el interés de este tipo de textos de opinión es leerse interesantón, pseudo-bohemio e inmaculado como tanta columna doble moral y doble página que me ha tocado leer después de un cobarde feminicidio. Como si todos los periodistas detrás de la pantalla y el teclado no fuéramos seres pasionales, subjetivos e imperfectos cuyas miserias y cruces no entrarían en 21 preguntas.

La vida de un ser humano no vale 15 mil ni 50 mil soles, pero esa cantidad es, más o menos, el precio de algún pequeño auspicio en algún canal, esas generosas publicidades consecuencia del rating mágico por el que se despelleja, se besa, se combate diciendo que esto es guerra y que yo soy bacán.


¿Y eso es nuevo?, no lo creo. Lo que si es nuevo es que nos rompamos las vestiduras y nos sintamos dueños de la verdura, pretendiendo sepultar a un programa de TV de manera soterrada y cochina. ¿Quieres desfogar tus frustraciones? haz una columna de opinión y fírmala, no escondas la piedra con falsas notas informativas o' campañitas'. ¿Quieres rating? Haz un programa atractivo, no adjudiques muertitos al vecino.


Aquí no hablamos de defender un programa, de que el sillón es rojo sangre o verde verdura, sino de la sobre-exposición de personas que no están emocionalmente preparadas para la neurosis mediática. Las cosas como son, las vírgenes que lloran plata y los carniceros feminicidas, todos deberían pasar un examen psicológico antes de entrar a un programa en el que el silencio y la emoción van de la mano en un cocktail impredecible que llamamos TV.


A Ruth Thalía Sayas Sánchez no la mató un proxeneta amateur con problemas de cuernos, no la mató decir la verdad, ni Beto Ortiz, ni Laura Bozzo, la matamos todos. Los asesinos somos todos los que nos horrorizamos y nos hacemos los abogados de la moral y la buena costumbre, satanizando un programa cuando lo único satanizable es la cotidianidad del feminicidio. 

La víctima de esta triste historia no habría tenido el privilegio de más de dos líneas reportando su muerte en la página de policiales, muy cerquita a Mafalda, Condorito y el Sudoku sino hubiera decidido enfrentar sus miedos, su verdad y la vida que deseaba dejar delante de todo un país.

La verdad no es delito, pero el silencio es criminal. Nosotros, televidentes de a pie gracias al smartphone, somos los jueces sin rostro y los dueños del control remoto. Usted y yo decidimos si un programa vive o muere, sonriéndole con los benditos números o condenándolo a la desaparición drama queen. 

Antes de quejarnos de la TV que vemos, hagamos algo por nosotros mismos y nuestra sociedad. No vas a cambiar nada dando un like a esta columna de opinión, pero si condenando el abuso en todas sus formas, contra una mujer o contra todo aquello que pretenda pasarnos por encima. ¿Estás listo para enfrentarte al polígrafo?, siguiente pregunta.


Alvaro 'Nutria' Rondón.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Fármacos: Las Exparejas y el Facebook

Hola a todos..."Fármacos" es la sección de mi blog en la que compartiré con ustedes todo texto ajeno que me resulte interesante. Al igual que yo, considero que podríamos aprender algo de ciertas páginas escritas por grandes hombres y mujeres que no merecen quedarse empolvándose en las estanterías del fondo gracias a plástico, chisme y novelas de Crepúsculo. El siguiente texto fue extraído del best seller ¿Él te engaño?, es su problema, de la exprosituta, conferencista y escritora carioca Vanessa de Oliveira (pág 69) y nos habla de la relación adictiva a las redes sociales y lo letal que puede resultar ésta al intentar superar una infidelidad o ruptura sentimental. Disfruten la dosis, no descartamos efectos secundarios.



"Olvida la existencia de las redes sociales (como Hi5, el Orkut, el MySpace y el Facebook), esa porquería que inventaron para que cualquiera pueda exhibirse de la forma en que quiere ser visto, y no como realmente es. ¿Me preguntas por qué? ¿Has visto que alguien se muestre demacrado, llorando y arrancándose los pelos por un amor perdido en un perfil de esos? ¿O que muestre videos de sí mismo en sus momentos más solitarios y psicóticos, cogiendo un arma y metiéndosela a la boca mientras se fuma una cajetilla entera de Marlboros y bebe alcohol industrial? ¡Yo nunca!.

Es más: Estoy harto de ver solo gente sonriente que muestra fotos de carros importados (que por cierto nunca han conducido en sus vidas) con rótulos como "Mi carro", siempre abrazados de gente linda rotulada como "Mis amigos", mientras la vida transcurre con un vase de Johnnie Walker, keep walking.

¡Siendo así las cosas, cualquiera diría que todo el mundo es feliz!

Así que deja de obsesionarte con su Orkut o su Facebook, porque ver su felicidad virtual, sea verdadera o no, no nos interesa y solo hará que sufras más. Tienes prohibida esa especia de droga de Internet. Si fuera posible, mantente alejada(o) del Hi5, el Facebook, el Flickr, el Fotolog y demás servicios de ese tipo hasta que te sientas bien con la vida nuevamente y lo suficientemente fuerte como para evitar visitar sus perfiles por cuenta propia. Porque nadie se cura colgándose del Facebook de su ex y leyendo todos los mensajes que recibe para saber qué hace con su tiempo ahora que una(o) no está cerca. Y no me vengas con la tontería de que haciendo eso a diario le cogerás más rabia, que tú a mí no me engañas. Mientras más tiempo pases viendo sus perfiles de Internet, más vicio le cogerás a vigilar su vida, cuando en verdad tienes una más importante que cuidar: LA TUYA.

Contarás los días como los cuenta un alcohólico: "Ya hace X días que estoy sobrio". Hasta que lo superes por completo. Solo habrá una diferencia: un día, tú te podrás reír de lo acontecido.





Mañana es feriado





El síndrome del feriado ya empieza a apoderarse de la ciudad, como si en el agua potable virtieran siete raices, guanarpo macho, cafeína en comprimidos o sineldafilo en polvo. Si, mañana es el día glorioso, todos a celebrar y a hacer aquello de lo que nos arrepentiremos al día siguiente. 

Entonces, salir a la calle es una suerte de fiesta, un pasacalle en medio de Miraflores donde todos bailan Last friday night (Katy Perry), Moves like Jagger (La parte cantada por Christina Aguilera y el silbidito) o Space Man de The Killers con vasos de frapuccino en la mano que no terminarán porque se lo ofrecerán a los gatos del Parque Kennedy. 

 Me he propuesto abusar del sueño y descansar como manda la ley, pero el llamado del caos no es fácil de ignorar. Mandarina me llama después de algunos años con las insinuaciones y palabras hot que me hacen pensar que su previo al feriado es tan incierto como el mío. 

Pese a todo lo vivido en posts anteriores (véase "Sexo y Radio Capital" o "A Mandarina"), aún tengo la sangre fría de usar esa fruta para ensalada, pero la algarrobina y el yogurt tendrán que esperar en la alacena. Hoy, como nunca, la pereza le ganó a la lujuria en mi lista de pecados capitales. 

En esta noche sin final nadie parece quedarse en casa, todos parecen poseídos por el espíritu de Lady Gaga y saltan en las colas mientras aguardan por un taxi, un frapuccino, una caja de condones, la entrada a la disco, un Happy Brownie o un abrazo que los haga sentir menos vacíos

McDonald's es un mundo aparte: todos pelean por papitas bañadas en aceite y circulitos de plástico marrón que hacen creíble su rol de hamburguesa. Un par de hermosas señoritas americanas totalmente ebrias comienzan a besarse sobre la barra de salsas, haciendo un sexy cuadro de arte contemporáneo pintado con ketchup, mostaza y estrógeno. 
El público expectante olvida por un rato su pedido grasiento para apreciar a las dos amantes más calientes que la cajita feliz. 

Algo infaltable previo al feriado, un clásico de blockbuster, son tus exparejas llamando en estado de ebriedad y de madrugada para decirte que te aman en un castellano difuso, con una posterior crisis de asma que les impide acabar la llamada. Nada como un previo al feriado, un momento especial para componer alguna cancion en la azotea de un edificio o para encerrarme en mi mundo de pop corn, Tarantino e inspiración para escribir cosas algo bizarritas.

No quiero que llegue el feriado, es un orgasmo menos intenso que sus previos.








sábado, 18 de agosto de 2012

Todavía (Preludio)



Yo confieso que me hago el fuerte los viernes por la noche, que no concibo asimilar el paso de los años, ni su ritmo, ni el frío de sus madrugadas silenciosas que me dicen que la respuesta esta ahí, en medio de la oscuridad, afuera de mi ventana: ¿aún estás conmigo?

El escenario es la mejor terapia, una potente inyección de anestesia que disfruto tanto como las agujas en mi piel inyectando una que otra sustancia que solucione en problema por un rato. Sigues ahí, dentro de mí, sonriendo y jugando con mi pelo, pidiéndome que te devuelva los anteojos. 

Cada rostro nuevo dibuja sonrisas, emociones plásticas que me ayudan a mentirme. Cada beso es un punto que sutura mi herida. Aprieta el nudo, amor, que no hemos coagulado del todo, que un poco de rojo arte contemporáneo asoma por mi costado en cada latido. Es sangre, es nostalgia, eres tú, dos letras malditas después de la i y antes de la d.

La función terminó, mucha gente acercándose por lo que hago, mas no por lo que soy. ¿Y qué sabe la gente de lo que somos tú y yo?, de nuestras canciones, de nuestras palabras dichas sin decir, de nuestras miradas que hablan, de nuestros helados y café en invierno a las 5 en el Astoria.

Sí, me imagino la vida contigo, llámame idiota si quieres. No pierdo la esperanza de volver a chocar nuestras bicicletas, de llamarte imbécil y quedarme ahí parado sintiendo que fui el último en entender el chiste. Que la vida se sigue riendo de mí, que nuestras almas están a miles de kilómetros aunque solo unas cuadras nos separen.

Me voy a dormir con un amuleto incierto de plata que se oxida, como mi corazón, como mis ojos bélicos que los reflectores han visto cerrarse por cansancio. El frío de esa miniatura metálica y su presión contra mi cara me hace soñar, me escupe promesas y recuerdos crueles llenos de Björk, Regina Spektor, chocolate, juegos violentos y nuestro poder para detener el tiempo. 

Termino estas líneas en una azotea y escuchando la canción de la semana. Notas embrujadas desfilan una a una, cortando mi rostro con su melodía y el viento frío que se hace sentir hasta la médula aunque sea invisible, qué coincidencia: casi como tú.



martes, 10 de julio de 2012

Morir




Intentaré comenzar esto sin que suene chocante o con algo de sentido. No, esto no tiene mucho de lógico: Soñé que me moría. Se dice que jamás mueres en sueños, pese aún después de haber sido herido a muerte dentro de ellos. 



Cuando sueñas, el dolor es real pero la muerte no llega. En ese caso, solo queda pellizcarte para poner fin a la infinita agonía. Y digo infinita porque en tus sueños, controlados o no, existe una sola máxima: haz lo que quieras, jamás morirás. 


Oí también los rumores que afirman algo más aterrador: si mueres en sueños, mueres de verdad, algo que estoy listo para confirmar con esta experiencia límite que no te permite volver a ser el mismo. 


Haz vuelto del otro lado, sabes que te espera. Sabes qué hay mas alla que nos es esquivo en el "más acá".

Yo toqué la muerte y regresé de ella para despertar. No se confundan, lectores, soñadores y buscadores de la inconsciencia inducida: morir en tus sueños no es verte en un cajón, ni mantenerte vivo al ser despedazado, quemado o etc. Morir soñando es morir. Asi de simple, así de complejo.


Mi muerte empezó una mañana en el estudio de grabación en el que trabajo con mi hermano Alberto. Estábamos terminando un tema inconfundiblemente funk, cuando un pequeño temblor sacudió el doceavo piso en el que trabajábamos y, al parecer, todo el edificio completo. 


Salomé, la bulliciosa y tierna mujer selvática que cuida a los hermanos menores de Alberto, ya había sacado a los bebés de sus camas y corrió con ellos fuera del departamento. Sonreímos al escucharle decir que era el fin del mundo. Para ella, el final de cada novela de Thalía era el fin del mundo, por lo que esta apocalíptica señal nos resultaba risible. 


Cuando un segundo movimiento volvió a remecerlo todo, empezamos a pensar que el mundo tenía ganas de acabarse un poquito. Al llegar a la puerta que daba a la calle, pude ver la pista ondear como una gran ola hecha de cemento. La gente suplicando por sus vidas y alejándose de los cables de alta tensión me hicieron perder algo de compostura. 

De repente caí en la cuenta de que la puerta de vidrio que daba a la calle esta trabada. El techo comenzó a ceder y a descender con todo el edificio encima. La inmensa mole de concreto se acercaba a mi cara despacio, la toca, todo terminó allí.



Es cierto el mito de que toda tu vida pasa por tu mente en uno segundos. Los segundos previos a la nada total, al vacío, al silencio que es obvio cuando tus oídos también fueron eliminados. No existe un yo, no hay esa conciencia del "yo" que nos acompaña siempre. Alguien reseteó el videojuego en primera persona que es siempre nuestra vida. 


La nada total no se percibe sino hasta después, cuando lo que sea que somos en realidad se desprende del cuerpo con una terrible sensación de haberse perdido de algo.

Entonces, como si me despegaran una inmensa calcomanía pegada a mí, estoy fuera de mi cuerpo. No doy crédito a lo que está pasando... ¿puedo haberme expulsado de mi propio sueño?, ¿puedo estar soñando que sueño?, ¿puedo estar fuera de mi cuerpo?. Las preguntas pasan a un segundo plano y el miedo se apodera de mí al comprobar lo más terrible: no estoy dormido porque no respiro.


Continuará...


El video de Evanescence, Bring me to Life, puede explicarnos mejor el dilema de la muerte en sueños, disfrútenlo.




martes, 3 de julio de 2012

Infartos de ocasión



Todos tenemos a una persona en nuestras vidas que puede cortarnos la respiración, hacernos frenar en seco, enmudecernos y robarnos la paz con su sola presencia.  


Cuando nos chocamos con ese alguien, nunca estamos preparados para el impacto por más que creamos estarlo.  


Hoy, años despues, he vuelto a verte a la cara. Frente a frente, sin avisos, como una burla del destino que tiene ganas de torturarme un poco un viernes por la mañana.  


 Manejo por la ciclovía tan rápido como puedo, suelo acelerar para adelantarme al desfile insufrible de camionetas, ticos y buses gritones que aguardan tras cada semáforo. 


Freno en seco para esquivar...¿te?. Mi instinto, que me lleva a maldecir sin mirar a quien, me hace abrir la boca para derramar lisura y cantar la flor de la canela. Pese a mi reflejo, no hay sonido alguno, tu mirada perdida corta toda palabra mía, no termino de entender lo que está pasando conmigo y empiezo a creer que este choque no es un juego del azar, sino uno de los tantos sueños con final incierto en los que tú te me apareces sonriendo y sin hablar. 


Mi parálisis me sale cara: cuando consigo reaccionar, estás ya a metros de distancia alejándote con la tranquilidad de quien se topó con un bache. Manejas despacio, como en un paseo de domingo, dejando tras de ti al hombre más pequeño e idiota del mundo.


Mi mente reacciona tarde, mi bicicleta se adelanta y sigue su rumbo casi por sí sola, alejándome de toda pregunta o respuesta. 

Tal vez sea mejor así, algunos cuerpos deben seguir en los nichos del enorme cementerio que es cada corazón humano. Descanza en paz, mi amor, te lloraré pedaleando.






domingo, 3 de junio de 2012

Cuando salimos recién





Nada como los dos primeros meses de una relación. Todo es más feliz, todo es más placentero y es como la etapa de campaña del político: promesas y fantasías que, según corra el tiempo, podría desinflarse con riesgos de golpe de estado. Hagamos un flashback y recordemos que, cuando salimos recién... 



- Ningún detalle es demasiado chico, ninguna pelea es demasiado grande. 

- Su trabajo, ocupación, hobbie o secta a la que pertenece son el tema más apasionante de la tierra. 


- Nunca se nos agota el tema de conversación, somos los mas expresivos del mundo.
 

- Llamamos una vez al día...y eso. Siempre es importante no saturar. 


- Somos los más liberales del mundo... Celoso yo? JAMÁS (valgan mayúsculas).
- Sus rupturas pasadas nos apenan y nos solidarizamos con ellas, pues siempre el ex es el monstruo culpable al que hay que satanizar. 


- No importa el lugar que elija, sera el paraíso si estamos con esa persona. 


- El sol, la luna y las estrellas son lo más fácil de bajar. 


- Se ha demorado unos minutos, puede que media hora, pero le entendemos, el tiempo es corto si esperamos por esa persona. 


- La película nos gustará de principio a fin, incluso si Adam Sandler aparece en ella. 


- El peinado perfecto, el perfume ideal y la ropa nueva son mera coincidencia. Por favor, siempre vestimos así. Es más, así nos levantamos de la cama y acudimos a la cita. 


- Nosotros también somos músicos, poetas, cantantes, escritores y hemos leído todos los libros de Crepúsculo. 


- Siempre vendremos de equivocarnos porque no encontramos a la persona indicada hasta que llegaste tú...vas a pagar la cuenta, cierto? 


- Arjona es un genio aunque lo odies. 


- La paciencia es infinita, como la sonrisa e ilusiones de este yan ken po que es el amor. Papel.




domingo, 27 de mayo de 2012

Primer amor



Él: 

Mis hermanos, mi madre, mi mejor amigo y hasta mi perro Bronso nos buscaban por todos lados. Nosotros lo sabíamos, escondidos en las colchonetas de la YMCA lo sabíamos. No queríamos ser encontrados. Tu mamá y tu papá, como siempre, renegando de tu demora. Ellos tan cerca y nosotros ahí mismo, dentro del club y sin poder vernos. Y nosotros lo sabíamos. 

Por nada del mundo querías ir a casa y me repetías que no sea cobarde. Finalmente, nos despedíamos sin querer despedirnos. Yo te decía, abrazándote con fuerza, que corras. Corre, ve con ellos, que tus papás no se preocupen más. Ya dentro de unas horas será un nuevo día y temprano, en el parque del monito, volveremos a reír, ¿okey?.

Volvamos cada quien a su casa, ve tranquila, además...¡Ni que fueran a pasar veinte navidades!. 

Entonces desperté y hoy, 2010, vuelvo a decirte con toda mi razón de ser, bunny, ¡perdóname!. Pido a Dios que te proteja y que nuestro hijo vuelva a amarte como corresponde y te lo mereces. Desde la distancia te abrazo y te beso imaginariamente, esos tus ojos. Siempre tuyo, CARN.

Ella:

Hace 23 años, un día como hoy, 24 de mayo de 1989. Me escapé de la fila de la sagrada procesión de la Vírgen María Auxiliadora para ir tomada de la mano con él. Los nervios y el temor de mi papá tenían bloqueado mi razonamiento. 

El doctor, con una sonrisa más diabólica que sarcástica, nos confirmaría nuestras sospechas: tenía seis meses y medio de embarazo y una terrible amenaza de aborto. Hoy 24, de mayo, te escribo estas líneas para hacerte cómplice de esos secretos que solo vale la pena desenterrar del alma y de la memoria cuando el protagonista de esta historia, tú, se aferró a la vida como solo un guerrero lo podía hacer. 

No lo olvides, 24 de mayo. Hoy es un día de fiesta en mi corazón. Te amo y estás en cada parte de mi ser, bebé. Siempre tuya, Bunny.

Yo:

No creo en las casualidades. Hoy, 28 de mayo del 2012, entiendo más de ustedes mismos que ambos aquel 24 de mayo de 1989. Ahora comprendo también por qué me gustaba volver tanto a la YMCA: todos tendemos a buscar el lugar en el que, técnicamente, fuimos creados. 

Una copa con ustedes dos en el Índigo sería genial, aunque me apena que eso sea casi imposible debido a la distancia a la que nuestros corazones laten. Gracias por intentarlo hasta donde pudieron, el resto del tramo va por mi cuenta y, según me viene mostrando la vida, la casa invita.

No me prolongo. Me queda decirles que he llegado a vivir el poder cegador y estupidizante del narcótico hormonal que llamamos amor, con resultados brutales pero tan necesarios para mi evolución como la ausencia de ustedes dos. 

Donde quiera que estén, gracias por la elocuencia, el don de la supervivencia, el metro ochenta y uno de estatura, el sistema inmunológico terco y la predisposición a la locura. A veces suyo, Nutria.




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De la selva, su Nutria

La moto acelera por la carretera bajo un sol infernal, más ardiente que la lava, pero no más que sus corazones a mil por hora. M...