sábado, 27 de septiembre de 2014

De Película


15:30 HORAS - Terminaba mi segundo americano sin azúcar en el Westin. La entrevista e insultos del Bananero todavía me causaban risas para mis adentros en aquel enorme hall donde, solo, te estaba esperando como hace 20 años. La última vez que viniste a cantar a Perú, yo jugaba al entrevistador y no sabía lo que era un concierto; es más, todavía no sabía pronunciar bien esa palabra ni lo que significaba. Ahora, con el realismo de mis 25, se me estaba acabando el café y el tiempo.

16:00-18:00 HORAS - Mi séptimo ángel de la guarda me llama sonriente con una buena noticia. Sin asimilar lo que escucho por el otro lado del teléfono, solo atino a volver a base para recoger mi cámara, conversar un rato con mis compañeros e irme al Jockey con el corazón estallándome. "¿Y viste a Gloria Trevi?", me dice mi jefa. Sin responder, solo sonrío y me retiro con la esperanza de contestar luego esa pregunta.

19:00 HORAS - Ya en el Jockey, en ese inmenso escenario en el que fuera la prueba de sonido durante la tarde, me cuentan que no has salido de camerinos y que esperas adentro para una breve conversación antes de salir a entregar el alma al público.

20:00 HORAS - Mi séptimo ángel de la guarda me saca de mis pensamientos gritando "ÁLVARO, YA". Nos dirigimos corriendo a backstage y la oscuridad nos traga para dar paso a luces blancas y pasadizos por los que todos caminan acelarados gritándose instrucciones.

20:30 HORAS - Ahí estás, sonriendo a la cámara de América y diciendo que esta entrevista podría ser más un musical de tantas ideas para responder cantando. Mis piernas no responden, pero no es hora para titubear.

20:35 HORAS - "Siguiente", dice el manager en tono inexpresivo. Entonces sucede: me miras con esa cara con la que he soñado y que veía una y otra vez en videoclips desde que tengo uso de razón. Llamen al doctor psiquiatra porque mi cabeza va a estallar. "Tú tienes un look así como inglés", es lo primero que me dices, me tomas de las manos y me jalas al backing para una entrevista que tú ya habías empezado antes que yo. "Soy Alvaro de Peru.com", nunca me había temblado la boca al decirlo, hasta ahora. Recuerdo que estoy trabajando, vuelvo en mí y disparo mis preguntas con cierta torpeza. Momentos buenos, momentos malos, Alejandra Guzmán, la película polémica de la que no quieres hablar y de la que sí quieres hablar: la que da el nombre a tu gira. Te pido que me cantes alguna de esas canciones que esa "Chica embarazada" de casi 14 años le cantaba a su vientre creciente conmigo en su interior. "Que te vas una vez más, pero esta vez sí será de verdad". Así das por terminada la entrevista.

20:45 HORAS - Continúo en camerinos tomándome mi tercer Chilcano y sintiéndome el hombre más idiota del mundo por haber recordado todo (preguntas, saludo al portal, recuerdo en mi ejemplar de "Cómo nace el universo" y darte tantos abrazos como el tiempo me permitió) excepto la foto juntos. A tu salida de entrevistas, me acerco a despedirme de ti con el corazón en llamas. "Ya terminaron las fotos", dice tu seguridad personal y me dispongo a retirarme. "No, no terminaron, ¿Alvaro?", interrumpes con esa voz que escuchaba en mi walkman en paseos de colegio. Todos mudos en el pasillo. Los tres matones no dicen absolutamente nada, pues tú has hablado. "Alvaro, ven". Alguna vez había dicho mi nombre en un video enviado desde México junto a mi ejemplar de "Gloria" firmado. Esta vez era diferente, esta vez me hablabas a mí, a la cara y viéndome a los ojos. "Gracias por estar aquí, Alvaro", vuelves a nombrarme y me abrazas por última vez. Juntos, sonreímos para el móvil que sostiene, por supuesto, mi séptimo ángel de la guarda. Yo vuelvo a tener cinco años, me lanzo a besarte y decirte "Gracias a ti, Dios te bendiga". Beso va, beso viene y yo pido que no me despierten de este sueño.

21:00 HORAS - Tras un cuarto Chilcano que me congele la garganta para recordarme que no estoy despierto, abandono backstage listo para una noche "De película", la mejor de mi vida, la que tú hiciste realidad con "Cinco Minutos" de abrazos que me llevaré conmigo para siempre.

(Este post va dedicado a esa hermosa persona que está leyendo esto más temprano que tarde. Tú sabes quien eres. No olvidaré esta noche, ni los besos en mis cachetes de nutria, hasta el último día de mi vida). "Cambio y fuera"



viernes, 1 de agosto de 2014

La gran señora


La gran señora se ha puesto su mejor traje para vernos esta noche, todas las joyas no son suficientes cuando de verse bien se trata. La dama de sociedad es Sagitario, pero aún así pretende ir en contra de lo inevitable invitándome a salir.

Esta ridícula aristócrata ha encontrado el modo perfecto de espantar a todo galán con cuatro constantes repetitivas sobre la mesa: su ropa cara, su gata (mátenla), sus muebles perfectos y su único matrimonio exitoso: el trabajo.

La flor en ocaso disimula bien sus 39, aunque su alma sobrepase los 70 u 80 años. No gusta de las fiestas, ni las reuniones, prefiere una buena película que no entenderá pero que criticará igualmente para hacerte(se) sentir que lo sabe todo.

Ella dice que tengo sonrisa linda y se contradice preguntando si haré algo respecto a mis dientes enormes. Contesto con ironía que, por lo menos, a mí me aman como soy, algo que ella jamás podrá experimentar.

La diva en sepia ensaya todo su manual de Carreño y me confiesa, para mi terror, que en diez años no ha tomado vacaciones. Siempre decidió venderlas porque nadie estaba a su altura para viajar con ella.

En mi último intento por comprenderla, me apresuro a terminar mis makis de sabor y nombre indescifrable. Quiero irme y tú quieres quedarte.

Ya en el taxi de regreso, mi roomate ya te odia por las diez bromas que te has permitido hacer sobre su tamaño y aspecto. Tu atrevimiento es algo que pienso castigar enjabonándote la boca y dejándote el sabor del fracaso.

Dispuesta a sentirte deseada por primera vez en años, me pides que te entreviste como si fueses alguien y como si estuviera en horas de trabajo. Acabas de cometer el más grave error de la velada.

Cuatro preguntas desarman tus ínfulas de antaño: 

1) "¿El problema lo tienen los hombres contigo o tú con los hombres?" 
2) ¿Qué se siente que nadie te diga que te ama salvo una tía que compra ropa con tu tarjeta de crédito? 
3) ¿No es un verdadero fracaso estar sola y sin un solo pretendiente a tu edad? 
4) ¿Preferirías tejer o vestir santitos en alguna Iglesia tan en antigua como tu ultima cita? 

K.O. y eso que no las tenía apuntadas.

Tus ojos húmedos me provocan placer, tanto como el hecho de que solo hayas podido responder una de mis cuatro preguntas mirando hacia cualquiera lado menos a mis ojos. Ya camino a casa, mi roomate me recuerda sonriendo que soy la palabra con eme, pero no se atreve a negarme que la gran señora se merecía eso y más.

Unos días después, tu orgullo enflaquece y me buscas por Facebook para saber cómo estoy: "Avocado a admirar mis enormes dientes de rata". Te respondo que volveré a verte cuando termine de limármelos. Jaque mate, María Antonieta y que ruede tu cabeza.





viernes, 25 de julio de 2014

Marcahuasi

A: Koala y couch surfing, "vamos a volar Marcahuasi, carajo"



La aventura comienza a casi cuatro horas de Chosica, en un pueblito fantasma llamado San Pedro de Casta. Su gente es amable, silenciosa, devota de Jehová y Messi (sí, Messi). Tras salvarnos de un interminable suplicio de curvas al borde de abismo y trocha al infierno sin retorno, seas o no creyente, algo de divino tiene el llegar entero hasta aquí sin desbarrancarte.

La noche es fría, por lo que caen excelente un buen caldo de pollo o una mágica taza de Muña hirviendo en el restaurante "Leysi", cuyas fotos de hamburguesas bajadas de Google no tienen nada que ver con las deliciosas sopas que su única dueña prepara. "Levanta las manos para Jehová, levanta las manos para Jehová", reza el huayno religioso que suena desde la radio en un interminable repertorio de alabanzas con saxo, violín andino y "una vueltesita para Cristo".

El hotel Municipal, el único lugar para pernoctar, resulta acogedor frente al frío ingrato que gobierna por la noche. San Pedro de Casta manda a dormir a sus habitantes a las 20 horas, por lo que resulta imposible divisar algún alma deambulando después de esa hora.

Los chistes sobre extraterrestres, OVNIs y grises no llegan sino hasta la mañana siguiente, cuando Paloche, miembro de la junta vecinal del pueblo, te guía hasta la montaña sagrada de Marcahuasi. "Los platillos que vuelan solo lo ven los troncheros", nos dice el dirigente mientras regaña a Kakanchi, el caballo gris que se hace dos o tres viajes de hora y media hasta la montaña en tiempos de campaña como Semana Santa.

Allá arriba es otro mundo, las piedras de forma irregular te recuerdan lo efímero que eres y los rostros de la humanidad se dibujan en lo alto con tanta precisión como permita la imaginación del espectador. "¿Dónde está la cara del inca?", pregunta mi hermano Mario resaltando que en todo viaje al interior el guía te sugestiona a ver la bendita cara del inca. Maldito gordo borracho. 

Si exploras la amplia zona encontrarás colinas con vistas al horizonte y sunsets de postal. Mientras el sol se esconde, las sombras amenazan con un frío que te corta la piel.

No es aconsejable comer demasiado si tu estómago es resentido, los caldos y líquidos son la mejor opción para darte la paz que buscas en sitios místicos como este.

La noche es asesina, hostil, con picos de tres grados en la madrugada. Carlos, nuestro camarada con aspecto de militar, nos recuerda que seis o siete se han muerto de hipotermia por pasarse de graciosos y venir con una sola casaca. El frío no te deja dormir, hace chocar los dientes y buscar calor es la única premisa.

El anisado ardiente puede ser un alivio, pues a cuatro mil metros de altura tus 'chatas' de ron son alegres botellitas de inofensivo refresco.

En medio de la fiesta, el guía Pedro nos recuerda con algunas copas encima y toda su euforia festiva que si él no duerme, nadie duerme carajo. La familia de couch surfing es pirotécnica como la artillería que trajeron, suficientes calaveras y fuegos artificiales para volar Marcahuasi.

Si llevas contigo suficiente leña y sobrevives la noche despiadada, puedes admirar las formaciones rocosas un tiempo más, hacer un Harlem Shake con tus amigos y volver al pueblo cantando "We are the champions". Nosotros la trajimos para escucharla de fondo con el mp3 y sus baterías que jamás se acaban gracias al poder de Mario para dar wi-fi y electricidad a cualquier cosa que esté a ocho cuadras a la redonda. 

Tras una entrevista que nos piden unos universitarios acerca de las deficientes políticas ambientales de la Municipalidad para preservar el patrimonio nacional y los extraterrestres que lo habitan, estamos listos para volver a la ciudad angurrienta. No tan rápido: el regreso volverá a ser bordeando el abismo y esta vez en bajada. "No canten victoria", nos dice el chofer entre risas. Abróchense los cinturones y "levanta las manos para Jehová".


miércoles, 9 de julio de 2014

Mientras tanto, en Marcahuasi...

Nos dejaron solos dos días...SOLO DOS DÍAS, miren lo que pasó...



Si pasan por Marcahuasi, miren atentamente el cielo estrellado, podrían encontrar evidencia de vida extraterrestre. Este video de 30 segundos corresponde a un encuentro cercano del tercer tipo y ya viene siendo investigado por el FBI... #okno.

República Dominicana

 



La islita en medio del Atlántico nos da la bienvenida con una sobredosis de Bachata y un sunset de postal. Las vacaciones comienzan así, al oriente de La Española y lo más lejos de casa que he estado en mi vida.

La ciudad hotelera se alza a tres horas del aeropuerto Las América. Una vez allí, una pulsera es la respuesta a todas tus preguntas y el fin de toda preocupación.

El personal de servicio, haitianos en su totalidad, te da la bienvenida y te sonríe hasta su hora de salida. Después, su mueca amable se tornará en hostilidad y prisa, por lo que les valdrá dos carajos tu existencia y su única prioridad será llevarse toda la fruta ornamental que puedan del buffet, que en la segunda noche te marea con tantos sabores y nacionalidades.

La playa, a dos pasos de la puerta de tu cuarto, te hace sentir tan pequeño como un grano de arena en medio de la inmensidad Atlántica. Aquí no hay muchas olas, puedes avanzar mar adentro todo lo que te venga en gana y el agua siempre llegará a tu cintura, como un espejo gigante, como una postal del Caribe en la que caímos por casualidad.

Tras tomar el sol y comprobar que es más cálido estar dentro del agua que fuera de ella, es hora de ir a nadar con rayas, tiburones y delfines. Mis compañeros insisten en que me convertiré en el almuerzo, pero nada como sacarse el clavo cuando quieres algo.

La instrucción es clara: nunca demasiado cerca, nunca muy atrevido, que sean ellos los que se acerquen a ti como si estuvieses en el menú. Los hijos de Flipper conocen su rutina a la perfección: Salto, beso, canto y el moon walker de Michael Jackson, luego un pescaso de premio y el entusiasmado turista puede irse por donde vino.

Sin snorkel, porque lo detesto, veo el suelo submarino moverse con apacibles rayas de ojos pacientes, mientras que los tiburones gato o nodriza nadan en círculos a tu alrededor, haciéndote sentir un snack, recordándote lo vulnerable que eres como especie y lo indefenso que estás en sus dominios.

Navegar por el Caribe es un sueño hecho realidad, la isla Saona es un buen refugio para escapar de todo, hasta de ti. Si tienes algo de suerte y llueve en alta mar, los delfines salvajes se acercarán a tu bote para revivir los tiempos en que ellos y el hombre fueron amigos alguna vez.

La comida típica me resulta nueva, arroz y frejoles negros en todas sus variantes me hacen extrañar un buen ceviche en el mercado de Magdalena, a miles de kilómetros de donde me encuentro ahora.

En República Dominicana jamás se duerme, las discos abren toda la noche con ron-colas para dar la bienvenida al exceso, más aún si bordeas los 20 y te puedes permitir algunas estupideces.

Un alegre carrito como el que usan los golfistas podrá devolverte a tu habitación desde el lobby si estás demasiado cansado. El gentil haitiano que lo conduce nos menta la madr ene creol por hacerle trabajar de madrugada y maneja por todos los pantanos hasta las habitaciones, allí volvemos en grupo para dormir y despertar al día siguiente sin mucho arrepentimiento por la noche anterior.


Me he llevado a La Oreja de Van Gogh y a Enigma en los audífonos, pero vengo siendo torturado con Prince Royce que viene recordándonos que "solo quiere darte un beso" por centésima vez (sin exageración alguna). El paraíso existe al pie de una palmera con un buen coco para calmar la sed como no lo harán las miserables botellitas de Coca-Cola de 15 dólares cada una. Mi amiga Sabina, una española lesbiana con aspecto de Justin Bieber y piel dorada, me recuerda que el glorioso verde vale un soberano rábano en República Dominicana. Pesos, pol' favol', chico, pesos.

En las afueras del emporio hotelero, los buscones te ofrecen prostitutas, cocaína, marihuana y otras drogas de nombre impronunciable a plena luz del día y con la naturalidad de quien te vende souvenirs. La diferencia socio-económica entre Plaza Bávaro y el complejo hotelero, tan próximos uno del otro, es abismal. Si sales a explorar fuera de tu burbuja paradisíaca, te llevarás el más crudo recordatorio de que la miseria y la opulencia conviven bajo el mismo sol, separadas tan solo por algunos metros, odiándose pero necesitándose a la vez.

La gente en el pueblo es amable, te mira a los ojos y siempre está dispuesta a compartir anécdotas. Las haitianas y haitianos del personal de servicio, gran parte de ellos con Biblia en mano, te cuentan algunas de sus historias, extrañados porque estés conversando con ellos a espaldas del hotel en vez de tomar el sol hasta sufrir insolación o embriagarte todo el día en las playas del frente. El personal es retirado de los hoteles en buses con lunas cubiertas, como si de cargamento se tratase, algo que puede llegar a indignarte si consideras absurdas algunas políticas laborales o si tienes un mínimo de conciencia sobre lo que es la igualdad.

Así es la isla de don Diego Colón: bachatera, bonachona, contradictoria e interminable. Una eterna fiesta de Coco Loco sobre el catamarán, con los colores del sunset y la brisa marina que se te mete por los pulmones hasta el alma, donde quiera que la tengamos y sea del color que sea.


 

Parapente en Pachacamac

Abre las alas, volarás...

Rapel en Autisha - Santa Eulalia

Límite vertical. Descenso hacia el abismo en compañía de Andrea Coombes y su servidor nutria

Puenting en Autisha - Santa Eulalia

El puente de Autisha se va a caer, se va a caer...

Wakeboard en Naplo

Domar las olas no es una opción...es una obligación!!!

Moto acuática en Naplo

Acelera, que el mar abierto te espera...

Cuatrimotos en Puerto Viejo

Y aunque casi pasamos a mejor vida, esta fue una aventura que no olvidaremos jamás!!!

Tubulares en Asia - Aventura en el desierto

Pude conducir...y sin asesinar a nadie!!!!



Vengan a vivir la aventura del tubular a pocas horas de la ciudad y en medio del desierto de Asia. Diversión y adrenalina garantizada.

sábado, 31 de mayo de 2014

Gracias


Escribo este post escuchando "Para toda la vida", esa canción de El sueño de Morfeo que dio inicio a la más hermosa promesa de amor de verano que, a kilómetros de Lima, nació como jugando. 

Hoy recibí esto por la mañana, el clímax de las dos mejores semanas de mi vida, algo hecho con todo tu amor y con tus propias manos, escrito por ti y parte de una sorpresa que, según me dijiste hoy, aún no termina.

Quisiera poder expresar todo esto que siento pero no creo que las palabras alcancen. Te amo, Claudia, solo agradezco a mi Dios el que me hayas elegido para estar a tu lado, para volvernos uno cuando mucha gente se empeñó en alejarnos, para seguir a nuestros corazones tan al sur como nos fuera posible. Que te quiero para toda la vida y el saber que esto es más verdadero que tantas torres de cartas que tú y yo hemos visto desmoronarse.

Nosotros seguimos aquí, con un amor tan verdadero como el que me han demostrado estas personas que han hecho estallar mi corazón de tantas formas estas últimas dos semanas.

Gracias, no sé si esa sea la palabra, me siento el hombre más pequeño del mundo al recibir tanto y solo puedo decir eso. A ti, Claudia, por dejarme sin palabras, por entender precisamente mis silencios y enseñarme el significado de los tuyos.

Gracias, gracias y gracias a cada persona que ha formado parte de esto. Esta felicidad me hará estallar y no alcanza un solo corazón para tanto amor. GRACIAAAAAAAAAS!!!!!




  


jueves, 22 de mayo de 2014

Epílogos



A veces los epílogos, felices o no, son los más complicados de escribir en el libro de tu vida. 

Llegar a uno implica sobrevivir a una que otra bomba atómica con alguna extremidad menos y erradicar la radiación del alma, pero estar vivo al fin, libre, dueño de ti, ganando la guerra después de tanta batalla absurda del corazón.

No siento que hayamos hecho algo extraordinario, el saber que algunas sonrisas familiares no volverán más porque yacen bajo la tierra en algún cementerio físico o metafórico son solo fruto de las circunstancias, una fuerza más poderosa que la casualidad, las coincidencias, el destino y los rituales del barrio chino.

Un aromatizante de cañas de Bambú descansa en mi escritorio junto a Uma Thurman, la gata de papá que acaba de despedazar su cuarto peluche. En casa se respira paz. Manu Chao lo dice bien: ya estoy curado, anestesiado, ya estoy en paz.

Me encantaría decir que te extraño, que quiero volver a compartir un café, que tu recuerdo me produce alguna emoción encontrada, pero hace algún tiempo dejaste de ser la persona que me aceleraría los latidos si me la topase en alguna acera. La calle seguiría siendo la misma, pero nosotros dos ya no. Se  te fue la magia en algún capítulo anterior, supongo que a eso le llaman olvidar. 

Tengo 24, sé dos carajos de la vida y no creo haber sufrido más que cualquiera que esté leyendo este post, pero si me enorgullezco de haber suturado mi alma con el éxito del mejor cirujano, al punto de inmunizarla contra cualquier promesa de algodón, contra cualquier "te amo" descartable, contra ti y doscientas más como tú.

Ahora calidad es más importante que cantidad, tengo en mi vida a quienes necesito y no creo que eso vaya a cambiar, por más que tomes las riendas de tu vida, por más que te aumente la medida de los lentes o le pidas a papi y mami que te devuelvan tu identidad.

Te quise como nada más, como al respirar, te quise como el fuego al viento en una noche de San Juan. La voz de Leire me suena y me produce alegría por letras que suenan en pasado y se pegan como chicle bajo el escritorio. Es hora de volver a la carretera, el tiempo que me quede de camino, los sunset que me queden por mirar. 

Hasta siempre, esta historia no continuará. 


sábado, 26 de abril de 2014

No eres tú, soy Paul McCartney


No hay primera sin segunda para los fans del legendario Paul McCartney, quien renovó sus votos de amor por Lima con un nuevo concierto que encendió el cielo limeño con fuegos artificiales y el corazón de todas las generaciones presentes en el Estadio Nacional.
Desde las 20:30 horas, las emociones encontradas embargaban al respetable con las enormes pantallas laterales proyectando imágenes de Paul desde su niñez, pasando por los Beatles, su banda Wings y su etapa en solitario. Como antesala perfecta, este álbum de fotos era musicalizado por clásicos como “Twist and shout”, “Silly love song” y “No more lonely nights”.
Con una exactitud británica, el ex Beatle hizo su aparición a las 21:30 horas desatando la euforia y, por supuesto, la nostalgia de quienes no olvidan aún la primera cita del 2011. “Magical mystery tour”, del álbum con el mismo nombre, dio inicio a la fiesta por la que todos esperaron cuatro años, como anunciando la mágica velada que estaban por presenciar.
ARRIBA EL PERÚCARAJ
“Saves us” fue la primera novedad del reciente disco “New”, el mismo que daba la atmósfera a todo el escenario con la inmensa palabra suspendida en lo alto del escenario, del que este genio siempre vigente surgía una y otra vez como un hombre nuevo. “All my loving” y “Listen to what the man said” precedieron a la frase que enloqueció a más de uno en su primera visita a nuestro país: “Arriba el Perú, carajo” en un claro castellano.
“Estoy muy feliz de estar acá de nuevo esta noche, trataré de hablar un poquito de español, pero hablaré más en inglés”, fueron las palabras de McCartney, tal como venía prometiendo a sus fans en los diversos show por Latinoamérica.
“Let me roll it”, “Paperback writer” y “My valentine”, balada en honor a su ahora esposa Nancy Shevell, quien era aún su prometida en la primera visita a Lima, fueron infaltables dentro del setlist que cumplía por mucho la promesa hecha en esta parte del show: “We gonna have a ‘fiesta’ tonight”.
Para continuar con el cocktail Beatle-Wings, “Nineteen hundred and eighty five”, “The long and winding road” fueron coreadas hasta dejar sin voz a los presentes, cuyos corazones estallaron con uno de los temas más esperados de su primer disco como solista: “Maybe I’m amazed”, dedicado en castellano a su fallecida esposa Linda.
MI HERMANO JOHN
“We can work it out” tuvo un final sumamente especial que únicamente podía darse en nuestro país: al escuchar la barra de “Olé, olé, olé, olé, Paul, Paul”, el intérprete revivió ese gracioso episodio de su anterior show de 2011 en el que, guitarra en mano, musicalizó la conocida porra.
A falta de luna llena en la velada, “Blackbird” elevó a Paul McCartney hasta el cielo con ayuda de una plataforma levadiza luego de un completo set de éxitos del cuarteto de Liverpool. Por si esto fuera poco, más de un asistente terminó derramando lágrimas cuando el Sir anunció en nuestro idioma que interpretaría “una canción dedicada a su hermano John (Lennon)”: “Here today”.
NEW
Con el poder que solo una leyenda de la música posee, el inglés secó las lágrimas del respetable con el tema que da nombre a su décimo sexta producción de estudio, “New”. “Queenie eye” y “Lady Madonna” (con imágenes de las féminas que hicieron historia) precedieron la llegada de los pequeñas criaturas animadas del Yellow Submarine para el divertido “All together now”. 
Más éxitos Beatles salían de la voz del incansable Paul, quien recordó a su fallecido colega George Harrison con la canción “Something”, iniciándola con toque de ukelele, tal como se lo enseñara a su camara en vida.
Para hacer cómplice al público, ‘Macca’ pidió a todos que le ayuden a cantar “Ob-La-Di, Ob-La-Da”, tema de su imperdible Álbum Blanco, para luego hacer un viaje en el tiempo de vuelta a la época Wings con su consagrado éxito “Band on the run” y mucho más atrás con un hit del último disco producido del cuarteto: “Let it be”.
SE INCENDIA EL CIELO
Tal como lo hiciera en 2011 y como lo viene logrando en la última década, la estrella incendió el cielo del Nacional con una soberbia puesta de pirotecnia sobre el escenario y hasta detrás de él, con la fuerza arrolladora de “Live and let die”. Dirigiéndose a su piano multicolor, el músico cerró la noche con las sagradas notas del himno “Hey Jude”, con el cual el auditorio se convirtió en un mar de globos blancos y rojos lanzados por todas partes.
¿QUIEREN MÁS?

Fiel a las órdenes de su querida Lima, Paul McCartney volvió al escenario flameando la blanquirroja y llevando la histeria colectiva al su clímax con “Day tripper”, “Hi, hi, hi”, “I saw standing there” y un segundo round con la emotiva “Yesterday”, “Helter skelter”, “Golden slumbers”, “Carry that weight” y el broche de oro más apropiado para un criollo “¡Ya me quito!” con la promesa de volver: “The end”.


miércoles, 2 de abril de 2014

The Cord 2 - El último contacto


A Gizmo, por aferrarse a la vida

Los muertos no hablan, no entablan contacto con los vivos y menos piden perdón. Cuando empecé a escribir las primeras líneas de este post, las arcadas continuaban como secuela de esa última conversación. Como me encantaría que dicha sensación fuese una figura literaria ingeniosa o una metáfora sonsa.

Como señalaba líneas arriba, los seres que partieron primero viven solo en nuestra memoria, es ahí donde está su eternidad. Al ser nosotros tan precarios, ingratos y proclives al olvido, su vida eterna no está tan asegurada como dice tu Biblia.

Has escogido un modo oportuno para decirme lo que sientes. Has llegado a mitad de mi fase REM con la misma incapacidad de sostener la mirada, la desfachatez forzada y esa expresión intranquila que no olvidaré aunque quisiera. 

Nuestra conversación es breve: te pregunto por qué tanto daño, solo atinas a decirme que no sabías cómo frenarte. Sin preocupación alguna por sonar bien, exijo saber a cuántas personas decepcionaste en vida; la cifra es clarísima y retumba en mi cabeza: 82.

El lugar para este reencuentro macabro es todo menos lógico: una extraña cámara de vapor apagada, como si de un desagüe se tratara. No hay puertas ni ventanas, solo algo de oxígeno y humedad para respirar, como si en esta dimensión fuese necesidad.

El morbo puede más que muchas otras emociones, por ello pregunto el por qué de tu partida a cuenta propia. Me hablas de culpa y comparas el remordimiento con una rueda dentada que corta el interior de las personas al girar. "Imagina muchas de esas ruedas girando a la vez, muchas, muchas", repites. 

Algo no me permite quedarme más tiempo (tal vez el hecho de que aún estoy vivo), me pongo de pie y solo atino a preguntarte si eres feliz en el lugar en el que ahora estas. Tu "no" es tenue, dolido, pesado, quizás la única palabra sincera dicha en tu vida. 

Mientras abandono el lugar, puedo observar con horror la última escena en apenas unos segundos: un montón de pequeños insectos metálicos te devoran en silencio hasta desaparecer por completo. Luego de cumplir su cometido, los surreales bichos mueren y son arrastrados por el agua a un drenaje con rejillas.

Viéndome solo y sin mayor motivo para seguir aquí, es hora de que vuelva a lo que parece normal.


jueves, 27 de marzo de 2014

Claudia



La mujer de mi vida está loca y habla mi mismo idioma: el de la incoherencia y la risa absurda. Ambos jugamos guerra de almohadas en mi cama y caemos agotados riéndonos de la vida, de las batallas ganadas, del amor más ilógico que se haya creado jamás.

Ella y yo nos besamos frente a una cámara y detrás de ella, tal vez porque hemos decidido romper toda etiqueta y porque el "¿qué somos?" nos produce alergia. Amamos esta ausencia de letreros, esta criogenia sentimental en la que la pasión no acaba jamás porque no la sometemos a contratos ni seguros de vida.

Yo soy su Furby ebrio y ella es mi mujer y también la mujer del pelotero. Siempre hago bromas sobre su busto gigante y ella juega a crear hipérboles con mis dientes.

Cuando la mujer de mi vida llora, le seco las lágrimas con verdades secas más efectivas que cualquier kleenex. Cuando yo lloro, ella jamás se entera, creo que nadie se enterará por un buen tiempo y porque cada vez lo hago menos.

Amo abrazar a la mujer de mi vida porque su cuerpo perfecto está tan frío como su alma. No es que esté muerta, es solo que su temperatura corporal es más baja que la de los humanos promedio y eso la vuelve hielo.

Eres perfecta para mí, eres iceberg que enfría mi alma en noches de verano frente a la playa, donde puede divisarse un montón de "te amo" varados y agonizantes de los que nos reímos también mientras los vemos morirse sin hacer nada para salvarles la vida.

Mi mujer no sabe que he escrito este post aún y no sabrá nunca las emociones inapropiadas que despierta en mí cuando me abraza y me besa con toda su desfachatez. Nos amamos a nuestro modo, de una forma inexplicable para la física y para la química.

Gracias, Claudia, por ser tú y ser la única que me permite ser yo veinticuatro siete riéndose en vez de preguntar por qué. Gracias, mi amor, por llegar a mi vida para hacerme una mejor persona, gracias por revelarme el misterio de cómo funciona el Maneki-neko y su patita en eterna oscilación. Gracias también por amenazar con regalarme un Furby del diablo en mi cumpleaños 25.

Gracias por ser mi mujer, por amarme aunque no lo merezca, por ser tú, por ser yo.

Cuack.


miércoles, 19 de marzo de 2014

Amor Diet



Hoy por hoy, estamos de acuerdo en que los "te amo" se han prostituido al punto de convertirse en el sustituto improvisado del "quiero ligar". Sí, aunque duela admitirlo, ahora se reparten con rapidez, se otorgan sin mayor esfuerzo y se desgastan las veces que sea necesario hasta que obtengas lo que estas buscando. Un poco como los vales de descuento.

No tienes ni tres días de salir conmigo y, desde tu silla temblorosa y tus manos atrapadas bajo tu escaso peso, lo lanzas como bala al aire: "Te amo, me encantas, etcétera, etcétera". Cada etcétera más triste que el anterior. Toda la seriedad que pudiera haberte atribuido se diluyó en el café.

No importa lo que sigue, me has demostrado que tu noción de amor y pareja es instantánea como el Kanú de algún sabor nuevo que no pienso probar en refresco.

Amor, ¿por qué volverte tan predecible? ¿por qué ofrecer todo el buffet sin mostrarme siquiera la carta? ¿porque intentas amar a alguien antes de aprender a amarte a ti?

Lo más rentable en este caso habría sido darte un forzado "yo tambien" para llevarte a la cama y lesionarte en todos los modos posibles repitiendo tu speech y prometiendo que esto es verdadero y diferente. Sí, porque todos creemos ser esa persona diferente, lo que nos convierte en iguales.

Los hombres y el ser humano en general, no apreciamos lo fácil, es por ello que no puedes entregarme el corazón sin intereses, al menos hazlo en cómodas cuotas. Tal vez la ansiedad del tiempo en que vivimos y tanto anuncio apocalíptico hacen que la gente tenga algo más de prisa con sus asuntos, incluyendo su vida sentimental en la lista.

Vuelvo a mí y a nuestro último café en el Haití. Te invito a repetir tu "Te amo" biodegradable después de haber ido a recoger al amor de tu vida al final de una jornada de trabajo, a las 3 AM, viéndole la cara, sin ganas de nada, oliendo a Casino y con la única intención de ser llevado a casa en brazos cual cadáver repatriado. 

Te invito a mirar el anverso de la foto y revelar todos los negativos, entonces veremos si sigue siendo fácil repartir "te amos" como anfitriona regalando sachets de shampoo. Busca la respuesta en el solucionario al final del diario. Hasta entonces, Maruchán instantánea, hasta entonces. 




domingo, 16 de febrero de 2014

La reina diamante (Soy tu "fans" - parte 2)




La reina diamante duerme en mis brazos, oculta de todo aquello que lastima su corazón y huye del eterno lunes con la velocidad del bus que nos traslada lejos, hacia el Sur, donde la muerte no existe. 

Ella es Piscis, así que tiene mi corazón sometido con una llave de artes marciales tan elástica y letal como su rutina de esta noche. 

Ella vive en escenarios como yo y se siente harta de todo ello porque entiende que somos lo que hay en su camerino, entre sorteo y sorteo de casino, entre atriles y canciones ensayadas. Tú y yo al final del día, cuando un abrazo te devuelve la vida en medio de un show inmundo donde todos creen que el amor puede sustituirse con alcohol, bulla y luces. 

La reina diamante puede abrir sus piernas en un ángulo de 180 grados, algo que tu nunca podrás hacer por muy perra que te vendas en cualquier red social. 

Ella brilla con luz propia porque es como su nombre, a veces me sonríe y me dice que en su mundo de lentejuela no existe el amor ni un "te quiero" del corazón, pues todos están muy ocupados en brillar, en maquillarse y en tragar polvos para sentirse mejor que los demás, aunque sea por una sola noche. 

A sus 19, la reina diamante ha tenido sexo miles de veces, pero ha hecho el amor tan solo dos, me complazco en decir que la tercera es la vencida y somos la prueba de ello. 

La reina diamante es la más tímida del mundo sin su corona en la cabeza, pero se convierte en la reina de la noche si la adornas con la tiara que la vuelve precisamente eso: la realeza de lo absurdo, de lo mundano, de aquello que aplaudes pero que no entiendes. 

La diva del pop me quiere a su manera, pero ahora debo dejarla ir hasta el próximo show cuando, al final de la función, corra a buscar al único hombre que la ama sin trono, sin brillo y sin rubor: yo.



miércoles, 12 de febrero de 2014

¡Jerónimo!: Crónica de Bungee Jumping

Sube a la balanza, Alvaro. ¿Has hecho esto antes? ¿No? No te preocupes, será como morirte un ratito.




Mientras me atan las correas al cuerpo y me ponen un calzoncillo gigante haciéndome sentir un Rugrat, miro hacia el cielo donde, a 250 metros de altura, la pequeña plataforma de salto aguarda apacible e inalcanzable. 



Eres muy valiente, Alvaro, o ya estás desquiciado a los 24. ¿Ya visitaste Machu Picchu? ¿Verdad que es bonito? ¿Y Sacsayhuaman? Algunos turistas nunca pueden pronunciar Sacsayhuaman. (50 metros) 




¿Es tu primera vez en Cusco? ¿No? Nunca se termina de conocer, es tan bonito, brother. No te jales la gargantilla, es para que no te rompas el cuello con el tirón. (100 metros) 





Esto es muy simple, no vayas a mirar hacia abajo porque entonces ya no podrás saltar, cuenta tres y hazlo sin pensar, serán 250 metros en menos de cinco segundos. (250 metros) ¿Listo? ¡Ya!. 


La puerta de la plataforma se abre y da paso a un pequeño trampolín alfombrado de rojo. Es cachita, hermano, es para despedirse de este mundo con dignidad. Mi estómago es presa del vértigo y mi corazón amenaza con salirse. 



1...2...3...Mis piernas no obedecen y se niegan a avanzar. Es normal, Alvarito, en algunos casos la gente se da cuenta de que no puede hacerlo en este punto. Para tu cerebro esto es, técnicamente, un suicidio, por eso tus extremidades no van a responderte como mecanismo de supervivencia.

Ven, Alvaro, lo intentaste. El instructor extiende su mano para alejarme de la plataforma. Lo miro y cierro mis ojos esperando que, si Dios existe, me reciba del otro lado.




La caída dura apenas 3 segundos, un volantín me vuelve a la vida con el tirón de las cuerdas elásticas. Todo el Valle Sagrado se divisa majestuoso, pero de cabeza. Parece que lo hice.







Abajo, en tierra firme, dos instructores más aguardan para recibir mi cabeza y tender mi cuerpo sobre una colchoneta. Lo hiciste, Aldo. Soy Alvaro. ¡Ah! perdona, Alberto.  



Mientras me desatan las correas, veo al cielo en donde pende el elástico, la plataforma, el instructor parlanchín y el universo entero. Sonrío, me equivoqué al pensar que no hay nada más placentero que el sexo y nada más extremo que tres exámenes finales en un día. 




No sé cual sea el próximo abismo a conquistar mañana, pero hoy salté y de eso se trata vivir.





domingo, 19 de enero de 2014

Volver a empezar (Cicatricure)

A Claudia, por volver.



Volver a empezar nunca es sencillo, tal vez porque son más las preguntas que las respuestas, tal vez porque los nervios te juegan en contra o solo porque perdimos el ritmo de 3 años de hacerme a mí mismo una autopsia permanente y sin anestesia en este humilde espacio de nombre entreverado.

Aunque el título del blog siga siendo el mismo, ya eres yo, ya soy tú. Es esta certeza la que me llevó a pensar que ya no había más que escribir. Espero, sinceramente, estar equivocado.

Siempre surgirán historias nuevas, caos en el silencio, vidas dispuestas (o indispuestas) a colisionar con la mía en situaciones que volverán a quedar plasmadas en estas líneas. Como una foto para la que no siempre hay que sonreír.

Y sí, era necesaria la pausa, la cicatrización, la regeneración celular, el proceso de la estrella de mar pero sin el silencio de ésta.

Ahora nos toca seguir solos, sin el nexo que un día hizo nacer este burdo intento de blog que hoy continúa sin ti, sin tú, sin yo, solo porque la función debe continuar o porque creo haber suturado las heridas necesarias con hilo barato.

Hemos usado cicatricure para evitar mayores preguntas, nos hemos parado luego de golpes y baches. Nada fuera de lo normal, nada extraordinario, es solo que un día buscamos tu foto en la billetera y el feeling lacrimógeno en mi interior, pero nada de eso estaba. Ni siquiera los flashback prefabricados, ni tu nombre para hacer grafitos en alguna parte, nadita nada, patrona.

En nuestra habitación, con evidentes signos de haber sido saqueada, quedaban los pedacitos de mi sarcasmo regados de mala gana y mi impulso de escribir intimidado en una esquina. De todo lo robado, fue lo único que me dejaron, por algo será.

Recuerdo el login, recuerdo la clave. He sanado. Entonces, solo entonces, pude regresar aquí. Como diría Molotov, Here we kum.



sábado, 4 de enero de 2014

De Película

Los deseos más oscuros y ocultos del hombre están a la vuelta de la esquina. Es su deber, su obligación, realizarlos uno a uno o morir en el intento con la culpa insoportable del cobarde. 







Mucha gente espera ese beso, ese momento que llega para redimirte y hacerte sentir que toda la espera valió la pena, que era lo que soñaste, que todo llevó a esto y que los planetas se alinearon en el cosmos para regalarte ese instante único, infinito, verdadero como tus dedos apretando mi mano.


Mientras terminan los créditos finales de "In time", aquella película que nos transporta a un mundo en el que la principal divisa es el tiempo y el uso que hacemos de él, caigo en la cuenta que este momento no volverá, que me has dado la señal que esperé por 365 interminables días y que el ahora o nunca me ha sorprendido en una tranquila tarde de películas caseras.


Solos y sin nada que perder, miramos fijamente la enorme pantalla frente a nosotros. Georgette siempre ha sido generosa con todo en su vida: con sus amantes, con sus desayunos eternos y con el tamaño de su plasma.


Aprieto tu mano con fuerza y te pregunto si tienes cinco segundos para mí. Tu "sí" me sabe a gloria, como nuestro primer beso con fondo de música incidental.


Sin saber qué decir, te dejo respirar unos segundos mientras tu brazo envuelve mi cuello. No quieres que me vaya, no quieres que termine la película, nuestra película. Me jalas hacia ti para un segundo beso cinematográfico. Los créditos siguen su curso, lo nuestro también.


Mientras te subes sobre mí como dueña de un arte en el que no eres novata, siento una mezcla de alivio y pena. La primera porque ese momento soñado, fantaseado y anhelado se hace realidad aquí y ahora, haciendo explotar mi cerebro; la segunda, por todas aquellas personas que mueren esperando la llegada de este nominación al Oscar por su propia existencia.


No queremos detenernos y nos importa poco la segunda película de la tarde, la nuestra se extenderá con más secuelas y versiones que Harry Potter y Jason Borgees juntos. Porque te pertenezco, porque me gustas tanto como yo a ti y te lo tengo que decir antes del final de la función.


Luego de tocar el cielo, volvemos a la tierra para acompañarte a casa. Los silencios incómodos no van con nosotros, así que ponemos claros los puntos sobre lo que no es. Hay algo en el aire: la emoción incomparable de lo que será y queremos que sea si se deja ser lo que ya es desde hace mucho tiempo: tú, yo, nosotros.


Antes de irte, me besas una vez más como señal de que esto no es el final y que nuestros Juegos del Hambre no serán nada comparados a su final en 3D. 


Te embarco en un taxi, me quedo viendo el auto hasta que desaparece en el tráfico, como en el final feliz de una película vomitiva, romántica y azucarada en la que solo falta el elenco de baile para volverse un musical chicle. 


Gracias a la Academia, a la sala de estreno, a la buena mujer de la dulcería, a la boletera y hasta al encargado de la canchita por este reconocimiento no merecido a nuestra siguiente categoría, and the winner is... 



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De la selva, su Nutria

La moto acelera por la carretera bajo un sol infernal, más ardiente que la lava, pero no más que sus corazones a mil por hora. M...