A Claudia, por volver.
Volver a empezar nunca es sencillo, tal vez porque son más las preguntas que las respuestas, tal vez porque los nervios te juegan en contra o solo porque perdimos el ritmo de 3 años de hacerme a mí mismo una autopsia permanente y sin anestesia en este humilde espacio de nombre entreverado.
Aunque el título del blog siga siendo el mismo, ya eres yo, ya soy tú. Es esta certeza la que me llevó a pensar que ya no había más que escribir. Espero, sinceramente, estar equivocado.
Siempre surgirán historias nuevas, caos en el silencio, vidas dispuestas (o indispuestas) a colisionar con la mía en situaciones que volverán a quedar plasmadas en estas líneas. Como una foto para la que no siempre hay que sonreír.
Y sí, era necesaria la pausa, la cicatrización, la regeneración celular, el proceso de la estrella de mar pero sin el silencio de ésta.
Ahora nos toca seguir solos, sin el nexo que un día hizo nacer este burdo intento de blog que hoy continúa sin ti, sin tú, sin yo, solo porque la función debe continuar o porque creo haber suturado las heridas necesarias con hilo barato.
Hemos usado cicatricure para evitar mayores preguntas, nos hemos parado luego de golpes y baches. Nada fuera de lo normal, nada extraordinario, es solo que un día buscamos tu foto en la billetera y el feeling lacrimógeno en mi interior, pero nada de eso estaba. Ni siquiera los flashback prefabricados, ni tu nombre para hacer grafitos en alguna parte, nadita nada, patrona.
En nuestra habitación, con evidentes signos de haber sido saqueada, quedaban los pedacitos de mi sarcasmo regados de mala gana y mi impulso de escribir intimidado en una esquina. De todo lo robado, fue lo único que me dejaron, por algo será.
Recuerdo el login, recuerdo la clave. He sanado. Entonces, solo entonces, pude regresar aquí. Como diría Molotov, Here we kum.
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No eres tú, son ellos.