martes, 16 de agosto de 2016

Última llamada


"Nothing can stop us, not now, I love you
They're not gonna get us,
They're not gonna get us"

t.A.T.u.

- Levántate, Alvaro, es hora de irnos.

Irrumpes tirando la puerta con la fuerza externa e interna que aprendí a amar, la maleta ya estaba hecha y, junto a mi cuerpo sin energía para moverse, eran las dos únicas cosas que faltaban guardar en el auto.

- Va a costar trabajo, lo sé, pero necesito un último esfuerzo de tu parte.

Admito que dos pérdidas en menos de un año me han knockeado por completo. Lo que yo entiendo como mi mundo ha desaparecido por completo, con ellos mi familia y todo lo que alguna vez llamé así. 

- El vuelo sale de madrugada, te necesito en el aeropuerto en menos de dos horas.

Hago el último esfuerzo por pararme de la cama. Me duele la cabeza de dormir tanto y he olvidado que el suero intravenoso aún está conectado a mi brazo izquierdo.

- Alvaro, carajo, te vas a lastimar.

Con el mismo amor de tu hermano gemelo, retiras la aguja de mi vena más generosa. Me gustaba bromear cuando iba a algún chequeo médico o a donar sangre extendiéndole ese brazo a la enfermera y diciéndole "sírvase, este brazo es". La sangre comienza a salir a borbotones y llega a la almohada, con lo poco que sabes de medicina sabes que no es una lesión de consideración.

- Amarra esta tela a tu brazo, parará cuando hayamos llegado al aeropuerto.

Mientras termino de despertar, no dejo de mirarte y preguntarme si no estoy soñándolo todo. No tienes ninguna obligación de estar ahí, de cuidarme ni de limpiar mi reciente herida hecha por descuido.  

- ¿Por qué haces esto? No soy tu familia.

- Porque te lo mereces. Y no vuelvas a decir que no somos familia; lo somos, nutria.

En menos de diez minutos estoy en el asiento del copiloto, arrancas sin dudar rumbo al aeropuerto. Son las 2 AM, no hay mucho tráfico y pareces no querer que me vaya.

- Vendrá por mí.

- Que no, ya basta. Subamos a ese avión y terminemos con esto.

Siempre pensé que mi último día en Lima sería más grato y menos caótico. Aunque he dormido por horas, mi cuerpo se niega a moverse. Ya rumbo a la sala de embarque, su voz corta el ruido de voces confusas de quienes vuelan a la misma hora que nosotros.

- ¿Alvaro?, tenemos que hablar, escúchame por favor.

Todo termina en menos de un segundo, el mayor Ramírez, a quien ya había visto una o dos veces en mi vida, irrumpe en la escena y te enmarroca a mi primer amor con rapidez.

- ¿Qué está haciendo? Oiga, suélteme.

- Queda usted detenida, todo lo que diga será utilizado en su contra para fines del proceso posterior, venga conmigo y no oponga resistencia.

- Alvaro!! Alvaro, carajo, no me hagas esto!! Alvaro!!!

Tu voz se va quebrando de a pocos en una mezcla insólita de ira y desconcierto. Lloras mientras los subalternos de Ramírez tiran de tus brazos rumbo al patrullero. La gente comienza a murmurar y a amontonarse para tener qué postear en sus redes aunque no entiendan un carajo de lo que está pasando. Mi última mirada no es de rencor, ese es un sentimiento bastante primitivo. Tan solo atino a mirarte como se mira a los barcos cuando se alejan en el mar. Supongo que a mi cerebro no le queda energía para hacer trabajar a la hipófisis y secretar alguna hormona que me haga sentir algo. En el fondo de mí, esperaba un mejor final para ti.

- Te traje un sandwich Subway, nutria.

- ¿Sabías que esto iba a pasar? ¿Sabías que estaría aquí?

- Sí, pero no estaba seguro, así que hice las gestiones necesarias y llamé a Ramírez por si acaso.

- Te debo una cerveza.

- Dos.

Ya en la sala de espera de mi vuelo, intento dormir un poco más, tal vez por que la sensación en mi pecho aún no se disipa, tal vez porque mi mente no consigue asimilarlo todo a la vez, tal vez porque la inconsciencia es la defensa que ha encontrado mi cuerpo para no colapsar. 

- No más de media hora, nutria. Déjame quitarte el nudo, que ya debe haber cerrado tu payasada con el suero.

Mientras retiras la venda y mi brazo casi morado vuelve a recibir sangre, mis últimas tres o cuatro lágrimas se asoman en tu delante. Nunca he contenido las emociones o lo que queda de ellas, siempre y cuando sean en frente de la persona indicada. Dejas la caja de donas que habías comprado y me abrazas con la fuerza de seis personas.

- Ya todo terminó, ¿sí?. Nunca he sabido qué decir en estos casos. Por favor, no me hagas buscar discursos en Google, nutria.

Tu sarcasmo me saca una sonrisa después de dos semanas. Me sueltas, me seco la cara con el brazo. Primera llamada para los pasajeros del vuelo ______ con destino a _______.

- Te ayudaré a instalarte allá, después regresaré a Lima al cabo de una semana. Tú podrás quedarte el tiempo que necesites, no he comprado tu boleto de vuelta.

- No lo compres.

- Alvaro, basta.

Segunda llamada para los pasajeros del vuelo ______ de _____ con destino a _______.

- No te has quitado la esclava de plata, nutria.

- Voy a morir con ella.

- Bueno, aquí tengo algunas cartas: tu mamá, tu productor, tu tío, tu mejor amiga, tu hijo, tu tía y esta que no recuerdo de quién es.

- Ya tengo qué leer en el avión. 

Sonrío con dificultad y te recibo una dona. No tengo la más mínima idea de qué me espere después de la tercera llamada. Aún así es igual, no me quedan razones para quedarme.

Continuará...




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