martes, 2 de febrero de 2016

Tengo una bandita



A Richi Rondón
A los que están, los que estuvieron y estarán

Hablar de la orquesta no es como referirte a un trabajo normal, aquí el tiempo transcurre a distinta velocidad y cada canción es una historia que representamos a nuestra manera, noche a noche en un escenario distinto.

El líder de la banda es una metralleta que habla, mi maestro, mentor y mejor amigo. Sin embargo todo vínculo filial o amical se queda abajo del escenario, casi siempre sin filtro alguno: "si la cag..., la cag..., así que canta y ponle huev..."

Todos los integrantes tenemos historias y anécdotas distintas en diversas edades en las que hemos sido olímpicamente "desahuevados" por nuestro director, tal vez eso nos ha convertido en cantantes chiveros que no saben de nervios, silencios o peros. La enseñanza más cruda es a veces la que queda tatuada y nuestro cabecilla te habla sin intermediarios ni adornos, tal vez porque así es como él aprendió, tal vez porque así es como se aprende.

Cada casino tiene lógica y rostros distintos. Sin embargo, algo los une: sus sorteos millonarios y rimbombantes que siempre llegan para aliviar nuestras gargantas y almas para un descanso en camerino, intercambiando las noticias de la semana, bullying, humor despiadado y chistes crueles entre descanso y descanso. Eso que nos hace nosotros, eso que nos hace familia. El catering y el repertorio puede variar, nuestras risas y locuras detrás de escenario, no.

Si entras al equipo, has de saber que no te salvarás de ser bautizado con algún apodo justamente merecido. Puede que en tu primer día este no llegue, pero no pasará del segundo o tercer show antes de que abandones tu nombre para siempre y te conviertas en 'la tigresa del oriente', 'Goofy' o algún integrante de la Familia Peluche.

Si bien la música nos une, nunca es fácil decirle adiós a algún integrante, más cuando hemos cantado juntos tantas veces creando esa química que se respira y casi se puede tocar. Y es que volver a subir a un escenario sin ti, sin tus coros, tus segundas voces, tus solos o tus bromas de horario infantil no ha vuelto a ser lo mismo, mi amada Fiorella Jiménez zapatos de pompón.

Las giras a provincia son un tema aparte, nuestro baterista esta poseído por el demonio y lo digo con justa razón, pues no es difícil verlo recorriendo las habitaciones de todo el hotel con una bolsa de gomitas, aventándolas en cada habitación o imitando al gran Iván Cruz con gestos, bailes y trances incluidos.

Nuestro saxo es un genio y tal vez quien más recuerda las locuras de cada promoción que por nuestra banda ha pasado, aunque debemos aceptar que su memoria no es tan prodigiosa como su estómago, el único capaz de devorar seis platos de lomo saltado como entremés y solo para empezar.

Y debo admitir también que ningún comienzo es fácil, más cuando viniste de una bandita escolar intermitente para empezar a animar, afinar, presentar sorteos, adaptarte a distintos géneros y romper tu molde para ir desde Michael Bublé hasta Corazón Serrano o Marisol en un solo round. "¿Quién será la que me quiera a mí? ¿Quién será? ¿Quién será? ¡Arranca nomás, cholito!"

Errores tuvimos, tenemos y tendremos, lo sabré yo que en mi primera animación agradecí al hermoso público de Astoria en pleno escenario de Palacio Royalé (mátenme), pero el pagar derecho de piso, en la música como en el amor y como en cualquier aspecto de tu vida, te da lo que ningún cartón, libro o teoría: el oficio, la intuición y la maña para salir airoso de toda situación, aunque falle la pista que esperabas cantar o no esté aquella letra que olvidaste en el cajón.




Cantar con Alex Lora será uno de los momentos que siempre voy a recordar en mi vida, más porque el maestro de la voz inconfundible subió a escenario del casino Fiesta a hacerle honor al nombre por iniciativa propia y en respuesta a una de nuestras típicas bromas de salón.

- ¿Por qué están tocando con un pinche disco?
- Es que no hay ningún disco, maestro.
¿Me estás diciendo que es en vivo? ¿Osea que yo soy culero?
- Suba con nosotros y compruébelo ud. mismo

Y es que así es la orquesta, cómplice en aeropuertos, dueña celosa de sueños y secretos que cada noche suben a escenario en brillos, tacos, camisa, chaleco o terno. Seas quien seas, toques lo que toques, sabrás que eres uno de nosotros si estás leyendo esto. Hasta el próximo show, muchísimas gracias a todos y suerte en cada una de sus jugadas, con nosotros será ha a una próxima oportunidad. ¡Chau, chau, chau! (Eco y música de cabina).


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