domingo, 21 de julio de 2013

La del banco


"Lo que distingue al hombre de los otros animales 
son las preocupaciones financieras".

- Jules Renard -




Este no es un post sobre amor, desamor, política o show business, sino de un tema que mezcla todo lo anterior en un solo cocktail amargo y mal preparado: la cola del banco. 

Y es que en estos vía crucis inevitables por todos, a menos que seas el lobo del BCP (sí, el que va sin ir), encontramos diversos tipos de situaciones y personas que tienen como modo de vida en el arte de complicársela a sí mismos y a los demás.

Empecemos por el principio: 

Las Camuchas.- Llamadas así por vivir su propia novela "Confesiones" al llegar a ventanilla 04. No contentas con sufrir en la breve cola preferencial, prolongan el suplicio contándole a las cajeras el cómo, cuándo, por qué, por dónde y otros pormenores previos a su visita. A menudo, la extensión de su melodrama les hace olvidar el trámite que las trajo al banco, por lo que retroceden su relato provocando a los presentes sinceras ganas ganas de cometer delito de vandalismo u homicidio culposo. 

Los sencillos.- No nos referimos a las personas humildes o no complicadas , sino a los enfermos del cambio monetario. Su afición por las moneditas de valor mínimo y su emoción al ver un sol de Machu Picchu o el Lanzón Monolítico para su colección los lleva a cambiar sus billetes por metal, aún si deben "asencillar" a la mismísima Santa Rosa de Lima en 200 pedacitos eternos. 

Las Loui Vuiton.- Las reinas del glamour y el styling deben lucir un bolso chic a la altura de las circunstancias. A más grandes mejor, a más espaciosos mejor. Siempre es menester cargar la cartera con toda clase de implementos de primera necesidad: coloretes, espejo, base, delineador, cleanex, un amante, rimmel, Tic Tac, anticonceptivos y un sublime blanco que engorde menos que el normal.  

Volvamos al tema, porque no venimos a un certamen de belleza sino al banco. Es así que buscar la tarjeta de crédito bajo ese montón de vanidad portátil se vuelve, para ellas, divertido y, para nosotros, insoportable. Al cabo de una media hora es probable que encuentren a sus maridos metidos en el bolso y, con algo de suerte, la tarjeta de crédito que, lástima disculpen, no es con la que iba a hacer la transacción. 

Los hinchapelotas.- Pueden ser hombres o mujeres, a menudo casados de 40 o solteras de 30 con notoria solvencia económica y déficit de afecto, quienes ven la humillación a la cajera como un sano deporte de práctica interdiaria. Generalmente, su paciencia no se extiende mas allá de los 40 segundos y tienden a recurrir a su dote de cajoneros palmoteando la mesa de partes al ritmo del pegajoso "Tú no sabes quién soy yo". No es difícil reconocerles, pues suelen quejarse de la lentitud de la cola y/o la cara del cuy mágico desde su llegada al banco. 

CONCLUSIÓN 

Si usted se ha topado con alguno de estos personajillos, no se deprima. El infierno bancario cuenta con demonios que lo acompanarán en su incierto camino. Sonría, saque su tarjeta o efectivo con anticipación y consuélese en el saborizante artificial de los caramelitos de counter con logotipo de la institución. Preocuparse no deben, yo les presto (arcadas).


sábado, 13 de julio de 2013

The Cord 6-7-13


"La muerte puede consistir en ir perdiendo la costumbre de vivir."
- César González Ruano 

Marmoto ha muerto. Se fue un sabado a las 5 y 40 de la mañana sin ganas de ver a nadie, sin ganas de estar en casa, aquí, así. 


Nada de tubos, nada de agujas, nada de pastillas ni llanto. Menos flores penosas ni café con galletas de soda, aquí no paso nada, así lo quisiste, pero los que te conocimos no queríamos esto para ti.

A lo largo de esta semana tragicómica he recibido preguntas y solicitudes de amistad, todas con algo en común: ninguna sera respondida. Porque así eras tú: preguntas echadas al aire como piedras que lanzas con fuerza al mar, sin escuchar nunca el sonido de su impacto contra el agua. 


Cuando supe que no existías más, pedí a mi único Dios que el mensaje en mi bandeja de entrada fuese una broma cruel. La vida se ríe siempre de nosotros, pero tú ya nunca lo harás de nuevo.


No querías volver a casa, querías quedarte en el búnker porque sabías que esto era irreversible. Tus amigos, muy morales ellos, te aconsejaban volver a tu hogar, pero...¿qué saben ellos de ti?. Tú sabías que tu hogar no lo era más. Lo repetiste hasta el cansancio y no quisimos escuchar. Lo veías venir, por supuesto que sí. 


Nadie pudo detenerte. Ni los tuyos, ni nosotros. La gente se siente mejor consigo misma posteando cosas en sus cuentas de Facebook y especulando como si tuviesen el derecho de jugar a Dios juez, como si fueran dueños de la verdad, como si se creyesen el pésame falso, como si mereciesen estar más vivos que tú. 


Termino de pensar estas líneas mientras el destino incumple tu última voluntad: tu hermano gemelo me acompaña en un taxi camino al trabajo, compartiendo conmigo lo que fue y lo que no fue. Sus ojos, que rogaste jamás vieran los míos, se llenan de lágrimas al hablar de ti. Mientras tanto yo, que siempre me he ufanado estúpidamente de saber reaccionar, me quedo viendo sin decir nada. 


Su cara, que es la tuya, se ha puesto roja por el llanto. Debo admitir que se hizo el fuerte todo el tramo de la Vía Expresa, pero la subida hacia Miraflores acabo con él y yo, sin tener un por qué, decido abrazarle. 

Luego de quedarnos viendo por un minuto de eterno silencio, te robo tu primera sonrisa recordándote que soy un desconocido, que él no es tú y que esta es la situación más absurda del mundo. Tú ya no estás más, pero tu sangre e imagen se seca las lágrimas y el luto con mi segundo pañuelo. 


Puede que nada de lo escrito tenga sentido y que sea fruto de la triste realidad: Nunca pude despedirme. De hecho, nadie pudo hacerlo, lo cual resulta más crudo. La última vez que te vi con vida lancé una de mis clásicas ironías de las que no me siento orgulloso. Cuatro meses después, no había un después. 


Tu hermano gemelo me da un último abrazo y lo alejo bruscamente dándole la lección más dura: Nadie puede salvar a las personas de si mismas, ni Dios. 


Gracias por todo y gracias por nada. Donde quiera que estés, pido antes de dormir que encuentres la paz que no encontraste aquí, la estabilidad que nadie supo darte y el silencio del que huiste creyéndolo inútil. 

Tengo un último encargo para ti, pero te lo daré en persona. Descansa en paz y hasta pronto, tal vez hasta mañana. 

lunes, 8 de julio de 2013

"Pelotas"


Después de algunos meses, me animo a postear un nuevo fármaco. En esta ocasión, les traigo una hierba extraída del best seller "Rich dad, poor dad: What the rich teach their kids about money" (2005) de Kiyosaki, Robert T. El texto puede encontrarse en la página 88 y su extracto lleva por título "Pelotas".

"...Desde 1984, he estado enseñando profesionalmente. Ha sido una experiencia grandiosa y reconfortante. A la vez, es una profesión perturbadora, ya que he tenido que enseñar a miles de individuos, y en todos veo una cosa en común: hemos sido bendecidos con dones. 

Aún así, la única cosa en común que nos mantiene a todos frenados, es un cierto grado de duda acerca de nosotros mismos. No es tanto la falta de información técnica lo que nos detiene, sino la falta de auto confianza. Algunos se ven más afectados que otros.

Una vez que dejamos la universidad, la mayoría de nosotros sabe que lo que cuenta, no es mayormente una cuestión de títulos universitarios o buenas calificaciones. En el mundo real, fuera de las universidades, se requiere algo más que eso. Lo he oído nombrar como 'estómago', 'caradura', 'pelotas', 'audacia', 'bravura', 'astucia', 'osadía', 'tenacidad' y 'brillantez'. Este factor, como quiera que se le denomine, decide, en última instancia, nuestro futuro, mucho más que cualquier título universitario.

Dentro de cada uno de nosotros, reside una de estas brillantes, osadas y apreciables características de nuestra personalidad. También existen las facetas débiles del carácter: personas que podrían arrodillarse e implorar si fuera necesario. Luego de un año en Vietnam como piloto del Cuerpo de Marina, llegué a conocer íntimamente ambos aspectos dentro de mí. Ninguno es mejor que el otro.

Pero, como maestro, me he dado cuenta de que el miedo excesivo y la duda acerca de uno mismo, son los más grandes detractores del genio personal. Me rompe el corazón ver estudiantes que, aunque saben las respuestas, carecen del coraje para actuar en consecuencia. A menudo, en el mundo real, no es el inteligente el que va a adelante, sino el osado.

(...)

Si el miedo es demasiado fuerte, el genio se anula. En mis clases, insto enormemente a los estudiantes a aprender a correr riesgos, a ser osados, a dejar que su genio convierta su miedo en fuerza y brillantez, Si bien funciona para algunos, a otros los aterroriza. Y he comenzado a darme cuenta de que la mayoría de personas, cuando se trata del tema del dinero, prefieren jugar sobre seguro. He tenido que contestar preguntas tales como: ¿Por qué correr riesgos?, ¿por qué debería molestarme en desarrollar mi coeficiente de inteligencia financiera?, ¿Por qué debo convertirme en un experto en finanzas?

Y yo respondo, 'tan solo para disponer de más opciones'"


sábado, 6 de julio de 2013

Matadero



"Street is like a jungle, so call the police"
- Blur -



Matadero no se parece a ninguna fiesta temática de la escena nocturna limeña. En esta dimensión paralela, lo ambiguo reina sobre el bien y el mal. Luego de las dos primeras horas de guardaropa y Chilcano, las mujeres se sienten hombres y los hombres no tanto.



En este Triángulo de las Bermudas no existe la nostalgia ni el despecho, eso se lo dejan a Soraya Montenegro o a Victoria Ruffo (ambas proyectadas en las pantallas LED del antro), tu ex, mi ex y su ex bailan al ritmo de Sak Noel y Blur en una tregua implícita que durará tanto como la canción.

Daft Punk suena, mucho, jamás harta porque nunca es demasiado. Las chicas pelean con sus novios o novias, demandando lo que por derecho les pertenece: atención, amor, unos makis weona. Las chicas camionero no están aquí para perseguirlas, las tienen trabajando de seguridad. 



Una maníaca con aspecto de Justin Bieber trajo su peluche de Tiger de Winnie Pooh y lo sacude al ritmo de Kylie Minogue en medio de la pista. Mi ex, que toma al lado de su ex, que es mi ex, supone que la sexy ladie está "loca por su tigre". No resisto la situación y tiro mi bebida por la risa. 



Figuras de la farándula en el ocaso recorren las barras en busca de alguna víctima que las recuerde y les brinde algo de afecto instantáneo. Mientras Blur reza "Girls who are boys, who like boys to be girls, who do boys like they´re girls, who do girls like they´re boys", criaturas andróginas en pijama saltan y se golpean mutuamente en un caos psicodélico. Entiende, anciano en sepia, ninguna criatura va a ligarte por más trago que le ofrezcas. 



Mi círculo profesa que no podemos abandonar la fiesta sin bailar "Get Lucky", eso está clarísimo. Te tomo la mano e intento girarte para abrazarte por la espalda. Me dices que no te he pedido permiso. Tampoco te he pedido tu opinión, respondo sonriéndote y apretándote con fuerza mientras me ofreces tu lado más amable. 



Amigos del colegio, la universidad, el trabajo y hasta del vecindario se entrelazan sin querer en un experimento nuclear de alta radiactividad y resultado incierto. Fisión, fusión, colapso, ¿qué importa?, hoy hay fiesta. 


Así es Matadero, definida por algunos como una fiesta hipster retro y por otros como una olla de grillos con las hormonas alteradas. Todos queremos ser diferentes, escucho por ahí, pero eso nos hace iguales. Hagamos el pasito de Vincet Vega, amor, "we're up all night to get lucky ".






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De la selva, su Nutria

La moto acelera por la carretera bajo un sol infernal, más ardiente que la lava, pero no más que sus corazones a mil por hora. M...