domingo, 19 de enero de 2014

Volver a empezar (Cicatricure)

A Claudia, por volver.



Volver a empezar nunca es sencillo, tal vez porque son más las preguntas que las respuestas, tal vez porque los nervios te juegan en contra o solo porque perdimos el ritmo de 3 años de hacerme a mí mismo una autopsia permanente y sin anestesia en este humilde espacio de nombre entreverado.

Aunque el título del blog siga siendo el mismo, ya eres yo, ya soy tú. Es esta certeza la que me llevó a pensar que ya no había más que escribir. Espero, sinceramente, estar equivocado.

Siempre surgirán historias nuevas, caos en el silencio, vidas dispuestas (o indispuestas) a colisionar con la mía en situaciones que volverán a quedar plasmadas en estas líneas. Como una foto para la que no siempre hay que sonreír.

Y sí, era necesaria la pausa, la cicatrización, la regeneración celular, el proceso de la estrella de mar pero sin el silencio de ésta.

Ahora nos toca seguir solos, sin el nexo que un día hizo nacer este burdo intento de blog que hoy continúa sin ti, sin tú, sin yo, solo porque la función debe continuar o porque creo haber suturado las heridas necesarias con hilo barato.

Hemos usado cicatricure para evitar mayores preguntas, nos hemos parado luego de golpes y baches. Nada fuera de lo normal, nada extraordinario, es solo que un día buscamos tu foto en la billetera y el feeling lacrimógeno en mi interior, pero nada de eso estaba. Ni siquiera los flashback prefabricados, ni tu nombre para hacer grafitos en alguna parte, nadita nada, patrona.

En nuestra habitación, con evidentes signos de haber sido saqueada, quedaban los pedacitos de mi sarcasmo regados de mala gana y mi impulso de escribir intimidado en una esquina. De todo lo robado, fue lo único que me dejaron, por algo será.

Recuerdo el login, recuerdo la clave. He sanado. Entonces, solo entonces, pude regresar aquí. Como diría Molotov, Here we kum.



sábado, 4 de enero de 2014

De Película

Los deseos más oscuros y ocultos del hombre están a la vuelta de la esquina. Es su deber, su obligación, realizarlos uno a uno o morir en el intento con la culpa insoportable del cobarde. 







Mucha gente espera ese beso, ese momento que llega para redimirte y hacerte sentir que toda la espera valió la pena, que era lo que soñaste, que todo llevó a esto y que los planetas se alinearon en el cosmos para regalarte ese instante único, infinito, verdadero como tus dedos apretando mi mano.


Mientras terminan los créditos finales de "In time", aquella película que nos transporta a un mundo en el que la principal divisa es el tiempo y el uso que hacemos de él, caigo en la cuenta que este momento no volverá, que me has dado la señal que esperé por 365 interminables días y que el ahora o nunca me ha sorprendido en una tranquila tarde de películas caseras.


Solos y sin nada que perder, miramos fijamente la enorme pantalla frente a nosotros. Georgette siempre ha sido generosa con todo en su vida: con sus amantes, con sus desayunos eternos y con el tamaño de su plasma.


Aprieto tu mano con fuerza y te pregunto si tienes cinco segundos para mí. Tu "sí" me sabe a gloria, como nuestro primer beso con fondo de música incidental.


Sin saber qué decir, te dejo respirar unos segundos mientras tu brazo envuelve mi cuello. No quieres que me vaya, no quieres que termine la película, nuestra película. Me jalas hacia ti para un segundo beso cinematográfico. Los créditos siguen su curso, lo nuestro también.


Mientras te subes sobre mí como dueña de un arte en el que no eres novata, siento una mezcla de alivio y pena. La primera porque ese momento soñado, fantaseado y anhelado se hace realidad aquí y ahora, haciendo explotar mi cerebro; la segunda, por todas aquellas personas que mueren esperando la llegada de este nominación al Oscar por su propia existencia.


No queremos detenernos y nos importa poco la segunda película de la tarde, la nuestra se extenderá con más secuelas y versiones que Harry Potter y Jason Borgees juntos. Porque te pertenezco, porque me gustas tanto como yo a ti y te lo tengo que decir antes del final de la función.


Luego de tocar el cielo, volvemos a la tierra para acompañarte a casa. Los silencios incómodos no van con nosotros, así que ponemos claros los puntos sobre lo que no es. Hay algo en el aire: la emoción incomparable de lo que será y queremos que sea si se deja ser lo que ya es desde hace mucho tiempo: tú, yo, nosotros.


Antes de irte, me besas una vez más como señal de que esto no es el final y que nuestros Juegos del Hambre no serán nada comparados a su final en 3D. 


Te embarco en un taxi, me quedo viendo el auto hasta que desaparece en el tráfico, como en el final feliz de una película vomitiva, romántica y azucarada en la que solo falta el elenco de baile para volverse un musical chicle. 


Gracias a la Academia, a la sala de estreno, a la buena mujer de la dulcería, a la boletera y hasta al encargado de la canchita por este reconocimiento no merecido a nuestra siguiente categoría, and the winner is... 



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