"El amor es una muestra mortal de la inmortalidad"
- Fernando Pessoa - A: Craj, causa y efecto de este blog.
Esperen un momento, esto no está pasando, es un sueño de esos donde despierto de madrugada y no estás. Sí. Eso debe ser. Tu piel junto a la mía no es real. Tu olor y tu cabello acariciando mi cara deben ser otra ironía más.
Si esta es una broma, debe ser la mejor que la vida me haya hecho hasta el momento: luego de un café que no llegó y diálogos torpes para entender detalles de un pasado muerto. Hoy somos presente, hoy somos otros, hoy no pensamos igual, pero mi cama vuelve a abrigarnos como la última vez en alguna otra vida pasada.
Te repites una y otra vez que no puedes creer que esté pasando, que es imposible; eso sí, sin dejar de morder mis labios insistente y suavemente como solo tú sabes hacerlo. Me envuelves con tus brazos y tus piernas infinitas, apretándome con fuerza para que no vuelva a irme jamás. Mejor dicho, sabiendo en el fondo que nunca me fui.
Esta vez no habrá violencia, esta vez no dejaremos huellas en tu piel ni en la mía. Esta vez no habrán mordidas ni cicatrices de guerra, tampoco soundtracks prefabricados. Nadie puede saber jamás que ambos planetas se encontraron en algún punto del tiempo y el espacio con un Big Bang que carece de explicación, comienzo y - lo mejor de todo - final.
Intento explicar científicamente el cambio de órbita del cometa que acaba de impactar en mi vida, pero vuelves a callarme con otro beso dejando en claro que no despertaré solo de nuevo. Vas decidida, eólica, sin perder una noche más de las millones que yacen muertas y deformes por toda la habitación. Las horas desparramadas forman un cementerio de recuerdos N.N. que hoy vuelven de la muerte. Qué coincidencia, al igual que tú.
Mientras descansas a mi lado bajo una frazada caliente, no puedes evitar reírte de todo lo que se ha dicho hasta el momento acerca de nosotros dos:
Empezando por darnos por muertos hasta las más inverosímiles historias, tan absurdas y falsas como la felicidad de sus autores J.E.R.O.P.A.S. (Abreviatura de: Jerga Efectiva, Recurrente y Obscena Para Almas Solitarias).
Porque nada es más falso que las teorías mediocres del final de lo nuestro, esas que hacen sentir exitoso a quien tiene que fijarse en nuestra intimidad por el fracaso de la suya.
Ahora lo sabemos: nada es más cierto que el aquí y el ahora, nosotros bajo luz tenue, dos velas y un edredón en llamas como el asteroide que ha entrado en tu atmósfera.
Me queda despedirme una vez más, pero ya no con lágrimas como hace algunos años, sino con besos de hasta pronto que no dejo de recibir mientras te cargo camino a la puerta.
Este post y este blog llegan a su fin, pues su propósito, antes incierto, se ha cumplido esta noche al igual que la promesa de otra colisión entre planetas; luego de años luz, tal vez, pero inminente y real como la muerte y el espacio, como que ahora viviré en uno de tus bolsillos, como que jamás nos fuimos, como que siempre estaré gordo, como que te amo.
Y entonces las musas se esconden, se burlan de mí, mimetizándose con la incoherencia y la ausencia de ideas. La inspiración me abandona y mi cerebro se vuelve una nuez vacía, incapaz de formular una oración ingeniosa o alguna línea cachacienta que te defina por excelencia.
Ni el amor de los míos (y los tuyos), ni el desamor, ni el desayuno, ni tus gemidos, ni tu adiós. Nada despierta, nada motiva a escribir ni a decir lo mucho que te amo o las ganas que tengo de verte en un frasco de formol.
Me deshice de tus fotos, quemé las cartas muertas de gente cuyo recuerdo se descompone en mi mente. La putrefacción de nuestros vínculos emocionales apesta, por ello me liberé de 1500 misivas aprox, de múltiples colores y sobres dentro de dos bolsas negras de basura parecidas a las que usa la morgue para trasladar cadáveres. Precisamente, lo que ustedes son para mí, no porque algo haya cambiado la buena fe que les tengo, solo que el tiempo nos grita que hay lealtades con fecha de vencimiento y en oferta.
En una pequeña caja de zapatos yacen ustedes seis, los de siempre, los incondicionales, los que resisten al tiempo y al espacio abrazados a mí sin soltarse jamás. Sangre no nos une, sino algo más poderoso. Lo nuestro no tiene comienzo ni fin, como un círculo perfecto, infinito y blindado contra la monotonía, rupturas, confusiones, egos, orgullos y otras balas de grueso calibre.
Es hora de un breve descanso, de echarme a ver el cielo gris en medio del mar, sobre aquella piedra en la que me convertí en tu primer hombre. Desnudos y al borde de la hipotermia, pero con las almas en llamas.
Todo terminó, la primera batalla más dura de mi vida tuvo muertos y heridos en su haber, más voluntarios que involuntarios. By the way, sigo de pie resistiendo olas como esta roca que, indiferente, me deja acurrucarme sobre ella, como tú cuando vivías.
Después de mi cuarto velorio y mi último show con la sagrada familia, es hora de abordar un avión que me saque de aquí, lejos de promesas rotas, silencios incómodos, amores kami kaze y flashbacks que no vienen al caso.
Pasajeros con destino al nirvana indoloro, favor de abordar por la puerta ocho. Disfruten nuestro exclusivo snack a bordo: bombones suizos rellenos de anestecia y envueltos en brillante chocolatina. Abróchense los cinturones que, con suerte, no habrá retorno.
Hasta pronto, es el título del próximo post y de la carta que termino de firmar ahora mismo. No eres yo, soy tú.
Antes de partir, debo decirles que este blog no existiría sin las siguientes personas que son parte de mí y que tendrán por siempre mi gratitud infinita:
A Amalia, por retener a mi niño interno en calidad de rehén.
A Katia, por sacarme del contexto socio-cultural.
A Víctor, mi maestro y el amor de mi vida.
A Tito, por enseñarme que podemos reír hasta ahogarnos.
A Vilma, mi madre, por tanto amor no merecido.
A Ricardo, mi padre, por creer en mí cuando nadie más quería hacerlo.
A Tania, por la experiencia fruto del ensayo-error.
A Horuz, mi mejor amigo.
A Craj, por ser el motor de cada post y volver de la muerte para el último de ellos.
A Marisol, la madre del bebé que jamás conoceré.
A las dos almas que partieron, porque se fueron cuando tuvieron que irse.
A Felipo, Erick, Pepe, Elmo, Chunga, Cuadros, Patricia y Rob, por estar ahí.
A los lectores, por esconderse entre las líneas del blog y compartirlo. No soy yo, son ustedes.