domingo, 30 de junio de 2013

Amy Whitehouse




"So we are history 
Your shadow covers me 
The sky above 
a blaze..."




Amy Whitehouse no quiere ir a rehabilitación. Me frunce el ceño y me me odia por no saber su nombre ni haber comprado su ultimo disco, más depresivo y lacrimógeno que el anterior.


Mi diva del soul busca a su asistenta pigmea en medio de la gente. A estas alturas de la noche, su diminuta secretaria debe estar teniendo un affair en el baño de la discoteca, por lo que mi estrella en decadencia está sola y extrañando a Frank.

Me acerco con torpeza, ella espera que le pida un autógrafo, pero solo quiero darle un abrazo. "..And in your way, in this blue shade, my tears dry on their own", 
nuestros cuerpos se mecen lentamente en medio de la pista de baile. Pesados, lentos, con olor a marihuana, pero nunca más solos.

Whitehouse se cae de ebria, como cada noche sobre el escenario, como cada domingo en misa. Al fin alguien la quiere más que a sus Grammys y sus álbumes vendidos. No hay tiempo que perder, el amor no se encuentra todos los días y, en su caso, gratis. "Won't you come on over?, 
stop making a fool out of me, Valerie".

Nos besamos con ira, ella odiando mi cinismo y mi simpleza; yo, amando su último sencillo y su peinado altísimo con forma de panal. Me dices que debes encontrar a tu asistente, o perderás la clase sirviéndote sola el Vodka.


 - Whitehouse, ya se fue, no es tu amiga y te preocupas por ella. -

- Tú no eres mi amigo y me preocupo por ti, ¡salud! -

- No es lesbiana y la besas. - 

- Tú tampoco y... (Me besa) -

(Aprovechándome de la situación) 

- No es tu amiga y la vuelves a besar. -

(La escena se repite quince veces)

- No es tu amiga y te ha dejado. -

- Tú también me dejarás. -

- Buen punto. - 

Otra canción tuya suena en medio de la noche. "I told you, I was trouble, y
ou know I'm not good" me repites una y otra vez; suplicando que no te toque y que me vaya a dormir al sofá. Poco importa tu resistencia, esta noche eres buena para mí.


domingo, 23 de junio de 2013

La Chica Plástica




Habitación 203, por favor.






La chica plástica se siente orgullosa de sí misma en su puesto de recepcionista en un bonito y discreto hotel miraflorino. 

Su comedor de mierda, su novio de mierda, sus amigas de mierda, sus películas románticas de mierda y toda la monotonía de eterno lunes la hacen feliz, como si estuviera anestesiada permanentemente. 

Este ser de látex goza convirtiendo en amantes a sus clientes del hotel. Su única diferencia con las adúlteras promedio es que no mete a sus Romeos al armario cuando llega el marido, sino que los esconde en el refrigerador para no sacarlos jamás. 

Mi novia sintética está enamorada de mí y no del hombre al que jura amor en Facebook, Twitter y demás chorradas donde la gente siempre parece más feliz de lo que en realidad es. Sus posts, sus canciones con lyrics copiados y pegados de web y sus fotos forzadas por un "mientras tanto" son solo parte de su novela coreana. Las ancianas solteras y sus cientos de gatos tienen algo más de mérito que tú, al menos ellas viven con alguien que aman de verdad. 

El marido de mi Marilyn Monroe tiene cuernos enormes, tan grandes que puedes tender la ropa en ellos y decorarlos con adornos navideños. Sé que él paga la cuenta, pero es ella quien paga los hoteles.  

Sentiría remordimiento de irrumpir en una relación si esta realmente existiese. Para fortuna tuya y mía, sabemos que no es así. 

Mientras tomamos un café artificial en Starbucks de Miraflores, te desesperas por señalar tu posición global en su Foursquare de mierda. Al terminar su check-in vital, los ojos de mi diva sintética se llenan de lágrimas. Sus miles de sueños han sido encadenados a una miserable estabilidad económica que deriva en una larga lista de quejas, esa que deberá tragarse en su próximo aniversario.  

La chica plástica guarda algo de amor bajo todo ese maquillaje. Pensándolo bien, creo que en realidad no.

sábado, 15 de junio de 2013

La casa de mi ex



Mi primer post inspirado en un tema de Deadmau5, 
aquí el crédito correspondiente.




La casa de mi ex es una mansión de retiro idéntica a mi hogar de Magdalena: Tres pisos, cuartos con tragaluz, puertas aún sin abrir y azotea sombría.  


Este tétrico lugar abre solo en verano, para noches de playa en las que la gente no entiende lo que ocurre, mas solo se ciñen a las actividades propias del retiro espiritual. 


Dos Rottweilers vigilan las puertas de la casa que se mantienen cerradas dándole cara al mar. En sus habitaciones, amplias y con camarotes, duerme tu ex, su ex, mi mejor amigo y también sus ex. 


Nadie besa con total convicción ni seguridad en la casa de mi ex, pues el iniciar un romance es el mayor delito. Puesto que tus ex son mis ex, nadie sabe a ciencia cierta si está empezando una relación o retomándola. 


La casa de mi ex no conoce el día, acaso la madrugada, desde donde veo un intento de amanecer que no llega jamás, porque el tiempo se ha suspendido en un viernes por la noche eterno. 

Hace frío en este paraíso surrealista, pero nadie se abriga para evitar la muerte por hipotermia. Por unanimidad, preferimos la ropa cómoda y las sandalias, aunque nuestros labios comiencen a ponerse secos y morados por la baja temperatura que empieza a las seis de la tarde. 


El amor de mi vida duerme en el mismo cuarto que mi ex, puesto que no son la misma persona. Al ser tan distantes de corazón, sus rostros no se cruzan jamás, pese a que respiran a pocos metros. Se me olvidaba decir que la oscuridad del aposento impide a las personas distinguirse entre sí, acaso escucharse cuando hay ganas. 


En la casa de mi ex solo se oyen tres canciones "Eres" (Cafe Tacuba), "She will be loved" (Maroon 5) y "Let me kiss you" (Nancy Sinatra). Las tres suenan en vinilo desde las 5 de la tarde, una y otra vez. La primera es para conocerse, la segunda es para hacer el amor y la tercera es para recoger los pedazos de ego regados por el suelo. Al terminar el disco, el ciclo vuelve a empezar. 


Un fuerte temblor ha sacudido el lugar, mientras el amor de mi vida me pide ir conmigo a ver de qué se trata, le recuerdo que debe seguir en cama porque ha muerto, aunque le cueste aceptar esto que le vengo diciendo desde la semana pasada. 


Alguien ha quitado la música de siempre y ha puesto a Regina Spektor en la tornamesa al propósito. En consecuencia, los Rottweilers han enloquecido y han asesinado a tu ex, osea a mi ex, osea a ti. Mientras unimos fuerzas y tiramos de los brazos del cadáver para ponerlo a buen resguardo en la sala, los perros, con mandíbula decidida y ojos suplicantes, nos disputan un pedazo de pierna y yugular.



Terminado el rescate, todos nos disponemos a comer para reponer fuerzas. Para llenar el sitio vacío en la mesa, usamos alguna foto enmarcada de la víctima, a la cual le hablamos como si tuviera vida, como si alguna vez hubiese vivido de verdad. 


La música de siempre ha dejado de sonar. El amor de mi vida pregunta en voz alta quién irá a arreglar el tocadisco. Respondo que vaya su ex, media concurrencia se pone de pie preguntando "'¿yo?". "No, quise decir que yo", repito mientras me pongo de pie. Sonreímos, nada ha cambiado, para nuestra tranquilidad. Corres a abrazarme y a esconderte bajo mi brazo, ya va a amanecer, en realidad no. 

Archivo

De la selva, su Nutria

La moto acelera por la carretera bajo un sol infernal, más ardiente que la lava, pero no más que sus corazones a mil por hora. M...