sábado, 25 de mayo de 2013

Morir así









"La muerte es increíblemente lista, nos da toda una vida de ventaja 
y aún así nos acaba ganando"

- Anónimo -


Yo quiero morir un domingo por la mañana, después de un breve almuerzo en esa mesa para tres donde fui más feliz que en cualquier otra. Que suene Enigma, sí, que suene. "Goodbye Milky Way" está bien, hará más dulce la sensación de todo oscureciéndose alrededor.

Yo quiero morir sin dolor, aunque eso suene pretencioso y cobarde. Deseo irme sin darme cuenta, pero es un lujo que no me daré, así que al menos espero lo anterior. Cuarenta Nórflex y otros 20 barbitúricos pueden solucionar el tema, es más limpio y menos pomposo que un balazo en la cien.

Yo quiero morir en tus brazos, con tus manos pequeñas acariciando mi pelo suavemente. Tu forma de relajar mis cienes sería la antesala perfecta para mi partida. Cuando mi respiración pare, bésame, hazlo rápida e insistentemente como en los tiempos en que éramos inmortales.

Yo quiero morir sin oír otro "te quiero" plástico y barato. Su sonido me resulta irritante si le sumas el entusiasmo, la soledad ajena y la prisa de algunas almas muertas para asegurar algo de vida. Busquen el orgasmo y el sentimentalismo fácil en alguna otra parte: en un sauna, en sus agencias de prensa, en el Británico, en sus casas. En última instancia, compren gatos o canarios australianos que llenen sus horas de vacío miserable.

Yo quiero morir con el estómago lleno de todas aquellas cosas de las que me privé por falta de personalidad, de gula y de valentía ante la indigestión o los preservantes cancerígenos.

Yo quiero morir escuchando que me amas, porque eres la única persona a la que se lo he creído, incluso en fase de negación.

Yo quiero morir en nuestra cama naranja, la misma que elegiste inspirada en tu primera película porno y tu actor favorito de dicho género.

Yo quiero morir sin que se enteren más de cinco personas, las necesarias, las que ahorrarán discurso, eso me es grato.

Yo quiero ser incinerado, la idea de mi humanidad pudriéndose hasta oler a estiércol y de ser desechado tras la caducidad del contrato con la aseguradora me resulta espantosa. Echen mis cenizas a un lugar donde haya sido absolutamente feliz: a la playa de la Guay, a la playa Ensenada, al Amazonas, o algún otro lado que no sea el inodoro.

Yo quiero morir dejando algo para leer, para escuchar y para reír maliciosamente en tus adentros.

Yo quiero morir rápido, concédanme esa potestad. De ser posible, bajo los efectos intoxicantes de la sopa instantánea.

Yo quiero morir sin hablar contigo, será más fácil y no tendré razones para intentar volver.

Yo quiero morir después de haber completado toda mi lista incierta y abrazado a Cretu. 

Yo quiero morir primero que tú, perdona el facilismo. 

Cuando muera, no quiero que llores, porque yo me lo busqué.

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No eres tú, son ellos.

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