La selva es caprichosa, indómita, única y maravillosa. Sus místicos habitantes te dan la bienvenida en un espectáculo único donde el requisito es apagar tu linterna y tus ruidosos aparatitos para oír la música de la naturaleza bajo la luz de la luna. En el video podrán apreciar al delfín rosado y a esta nutria en su hábitat natural, un verdadero milagro tomando en cuenta lo tímidas que son estas criaturas. Cuando pasen por allá, olvídenlo todo y contemplen el atardecer en el Amazonas, entonces habrán encontrado a Dios.
sábado, 25 de mayo de 2013
De la selva su nutria
La selva es caprichosa, indómita, única y maravillosa. Sus místicos habitantes te dan la bienvenida en un espectáculo único donde el requisito es apagar tu linterna y tus ruidosos aparatitos para oír la música de la naturaleza bajo la luz de la luna. En el video podrán apreciar al delfín rosado y a esta nutria en su hábitat natural, un verdadero milagro tomando en cuenta lo tímidas que son estas criaturas. Cuando pasen por allá, olvídenlo todo y contemplen el atardecer en el Amazonas, entonces habrán encontrado a Dios.
Morir así
"La muerte es increíblemente lista, nos da toda una vida de ventaja
y aún así nos acaba ganando"
- Anónimo -
Yo quiero morir un domingo por la mañana, después de un breve almuerzo en esa mesa para tres donde fui más feliz que en cualquier otra. Que suene Enigma, sí, que suene. "Goodbye Milky Way" está bien, hará más dulce la sensación de todo oscureciéndose alrededor.
Yo quiero morir sin dolor, aunque eso suene pretencioso y cobarde. Deseo irme sin darme cuenta, pero es un lujo que no me daré, así que al menos espero lo anterior. Cuarenta Nórflex y otros 20 barbitúricos pueden solucionar el tema, es más limpio y menos pomposo que un balazo en la cien.
Yo quiero morir en tus brazos, con tus manos pequeñas acariciando mi pelo suavemente. Tu forma de relajar mis cienes sería la antesala perfecta para mi partida. Cuando mi respiración pare, bésame, hazlo rápida e insistentemente como en los tiempos en que éramos inmortales.
Yo quiero morir sin oír otro "te quiero" plástico y barato. Su sonido me resulta irritante si le sumas el entusiasmo, la soledad ajena y la prisa de algunas almas muertas para asegurar algo de vida. Busquen el orgasmo y el sentimentalismo fácil en alguna otra parte: en un sauna, en sus agencias de prensa, en el Británico, en sus casas. En última instancia, compren gatos o canarios australianos que llenen sus horas de vacío miserable.
Yo quiero morir con el estómago lleno de todas aquellas cosas de las que me privé por falta de personalidad, de gula y de valentía ante la indigestión o los preservantes cancerígenos.
Yo quiero morir escuchando que me amas, porque eres la única persona a la que se lo he creído, incluso en fase de negación.
Yo quiero morir en nuestra cama naranja, la misma que elegiste inspirada en tu primera película porno y tu actor favorito de dicho género.
Yo quiero morir sin que se enteren más de cinco personas, las necesarias, las que ahorrarán discurso, eso me es grato.
Yo quiero ser incinerado, la idea de mi humanidad pudriéndose hasta oler a estiércol y de ser desechado tras la caducidad del contrato con la aseguradora me resulta espantosa. Echen mis cenizas a un lugar donde haya sido absolutamente feliz: a la playa de la Guay, a la playa Ensenada, al Amazonas, o algún otro lado que no sea el inodoro.
Yo quiero morir dejando algo para leer, para escuchar y para reír maliciosamente en tus adentros.
Yo quiero morir rápido, concédanme esa potestad. De ser posible, bajo los efectos intoxicantes de la sopa instantánea.
Yo quiero morir sin hablar contigo, será más fácil y no tendré razones para intentar volver.
Yo quiero morir después de haber completado toda mi lista incierta y abrazado a Cretu.
Yo quiero morir primero que tú, perdona el facilismo.
Cuando muera, no quiero que llores, porque yo me lo busqué.
sábado, 18 de mayo de 2013
Il Divo (por: Alonso Cantuarias)
Taller de Crónicas: Trabajo Parcial
Il
Divo
Por: Alonso Cantuarias De las Casas
Jueves 2 de mayo. El reloj marca las 11:30 de la
mañana en el cruce del Jirón Velarde con la Avenida Arenales en Lince. El
interior del hotel Hotel Thunderbird Carrera luce abarrotado. Periodistas, gráficos,
relacionistas públicos, maquilladores, hombres de seguridad y otros tantos
personajes esperan desde las 11:00 la conferencia de prensa que tendrá como
protagonista a la sexy y talentosa actriz Vanessa Jerí, quien será presentada
como la flamante conductora del renovado programa "La Súper Movida".
11:35, Álvaro Rondón Quispe, periodista de
espectáculos de Peru.com, recién arriba al hotel. Lejos de parecer cansado o
angustiado por la demora, muestra una sonrisa fresca y se saluda con todos los
colegas que lo rodean tras su llegada. En medio de la marea humana que lo
cubre, Álvaro sigue sobresaliendo entre los demás: sus más de 180 centímetros,
su cuerpo esculpido por el trabajo de 11 meses en el gimnasio, su gabardina color
gris que hace juego con su pantalón pitillo color negro y un polo que contornea
su torso, lo sitúan como la figura más imponente del lugar.
Ahora, no solo su imagen lo distingue. Sus
movimientos también lo diferencian del resto. No son rígidos ni timoratos. Al
contrario: se mueve como una estrella en medio del escenario. Tiene energía y
transmite un aire de superioridad. El hecho que también se desempeñe como actor
amateur y músico, en paralelo con su trabajo, lo convierten en un personaje
diferente. Es un divo.
Álvaro Rondón Quispe no es cualquier reportero. Álvaro
Rondón Quispe es aquel periodista que puede darse el lujo de llegar tarde y
ocupar el asiento de adelante en la conferencia de prensa; es el hombre al que
primero saluda Vanessa Jerí al arribar, casi una hora después de la pactada al
hotel; es aquel que logra retenerla por unos momentos y tener una nota
exclusiva.
Vanessa no lo mira como al resto de reporteros. Lo
mira a los ojos cuando le habla, le hace cariños, recuerda hasta de lo que
hablaron en su último encuentro. Álvaro no está en una jerarquía menor, está en
una misma línea que la actriz. Más que periodista y entrevistada, la
conversación que tienen es la de dos íntimos amigos. Cuando algún otro
reportero osa interrumpir la conversación con una furibunda pregunta o intenta
ponerse en la misma línea de la conversación, Vanessa salta como una leona y
silencia a la masa que se agolpa junto a ellos.
—¡Vanessa! Soy Richard Sánchez de…
—Chicos silencio por favor, estoy atendiendo a Álvaro
y pido respeto. Luego de hablar con él contesto sus preguntas y me tomo las
fotos que quieran.
Sí, Álvaro Rondón Quispe es el divo del periodismo
de espectáculos. Es un privilegiado que es tratado por igual por los miembros
de la farándula. Pero las licencias que
se toma o los beneficios que adquiere no son fruto del azar. Son resultado de 5
años de trabajo en los cuales ganó experiencia, contactos en el medio del
espectáculo y claro está una imagen intachable y admirable por su rápido
ascenso en un mundo que cambia cada minuto, como lo hace su look para estar
acorde con cada comisión.
Su historia
con el periodismo comenzó cuando tenía 17 y decidió ingresar a la facultad de
comunicaciones de la Universidad San Martín de Porres. Su facilidad de palabra,
curiosidad y buen desenvolvimiento lo convencieron para ser periodista. Pero no
todo fue fácil en su camino para ser un profesional. Como la historia de todo
divo, hubo tiempos difíciles donde su personalidad tuvo que salir a flote para sacarlo
a flote. Con la mayoría de edad cumplida, perdió a sus principales apoyos
económicos para pagar sus estudios y tuvo la necesidad de buscar trabajo con
apenas 18 años. Pero su primera experiencia laboral fue poco más que traumática
al punto de marcar un punto de quiebre en su vida.
—En la vida tienes que trabajar en lo que te
apasiona. Cuando trabajé en KFC me di cuenta que no soportaría desenvolverme en
algo que no me gustara. El conocer ese ambiente me hizo darme cuenta que tenía
que trabajar arduamente para salir adelante en mis estudios y ser alguien en la
vida— dice con una gran sonrisa Álvaro.
Las oportunidades para alcanzar el éxito se
presentan pero depende de uno tomarlas y sacarles provecho. Con 19 años, Álvaro
Rondón fue llamado para tentar un puesto como practicante en Peru.com y no dudó
en aceptarlo. El hecho de saber que si no servía para el trabajo provocaría que
lo echasen lo incentivó para dar lo mejor de sí.
¿Pero cómo un joven pudo abrirse paso en un ambiente
tan difícil como el de espectáculos? Los divos son justamente divos porque
logran irradiar una imagen de superioridad sobre los demás y se hacen
imprescindibles para el resto. Álvaro Rondón Quispe entendió que para
sobrevivir en un mundo dominado por los egos de sus protagonistas, necesitaba
avasallar con su personalidad y mostrarse como una herramienta importante para
el resto. Así, con un estilo irónico y un humor negro para elaborar sus
trabajos, rompió los clásicos esquemas de la nota informativa y pasó a elaborar artículos entretenidos con más de una
‘pepa’ que se hicieron interesantes para los egos más grandes.
Hoy, cinco años después de su ingreso, Álvaro Rondón
Quispe continúa en Peru.com pero dejó de ser el joven practicante que luchaba
para pagar sus estudios. Ahora, con 24 años, es un redactor acreditado en
planilla y con potencial para convertirse en jefe de la sección de
espectáculos. Pero lejos de contentarse
con su actual estatus, Álvaro Rondón Quispe se reinventa como los verdaderos
divos, que nunca se contentan con lo que tienen.
—Te tratan conforme te ven —señala Álvaro mientras
posa para una sesión personal de fotografía en el Casino Royale de Miraflores,
lugar que le cedió sus instalaciones en exclusiva.
Es media tarde del sábado 4 de mayo. Mientras el
fotógrafo le indica que se suelte un poco y deje de tener una pose muy fingida
para las fotos, el periodista de espectáculos disfruta estar del otro lado de
la noticia: ahora es el protagonista.
— ¿Para qué exactamente son las fotografías? — pregunta
el hombre de la cámara—.
—Son mis fotos de presentación —responde Álvaro con
un tono prepotente—Pertenezco a Ricardo Rondón, Orquesta y Coros y DODO, una
banda de electropop. Necesito tener fotos de nivel que me sirvan para
promocionarme.
Y sí. Álvaro Rondón Quispe no es un periodista más.
Es un hombre que se da el lujo de vivir con sus otras pasiones: la música y la
actuación. Es un hombre que no solo trabaja en el espectáculo, es parte de él.
Casi a la par de sus inicios en el periodismo, su incursión en el ambiente
musical también llegó de improviso y a modo de practicante. Su tío, Ricardo
Rondón lo convocó para formar parte de su orquesta a los 19 años. Pero al igual
que en Peru.com, Álvaro era consciente que si no cumplía una buena función, iba
a ser despedido sin reparos.
—O sirves para un trabajo o no sirves —afirma
categóricamente Rondón. No tiene reparos en decirles a sus colegas o a la gente
que trabaja para él que su labor no está bien hecha. Es más, hasta cierto punto
es hiriente y directo al decir las cosas—.La gente está poco acostumbrada a
recibir críticas directas y le duele saber que su trabajo está mal, pero
alguien tiene que hacerlo y yo no me hago problemas para criticar. Además, la
vida no me ha regalado nada y yo he llegado hasta aquí por mi vehemencia en el
trabajo.
El sol cae en Miraflores y la sesión de fotos
culmina en el tercer piso del Royale. Álvaro se mira por vigesimotercera vez en
el espejo del baño de hombres y señala que todavía se siente gordo. Tras
contemplarse, no duda en pedirle al
fotógrafo inmediatamente la cámara para revisar las más de 457 fotos que se han
tomado durante la tarde.
—No, no, no, no, no, puede ser, definitivamente no…
—Las fotos fueron tomadas tal y como usted pidió
señor.
—No, no, no me termina de convencer…
—La luz del día ya dificulta que se pueda seguir con
la sesión, pero si gusta podríamos pactar otro día.
—¡Ésta me gusta! Queda para mi portada. La luz, el ángulo,
simplemente me fascina.
Álvaro Rondón Quispe se emociona como un niño al
apreciar una foto que verdaderamente lo convence. No es fácil contentarlo,
mucho menos cuando se trata de su imagen. Son las 5:45 y tiene que apresurarse.
La noche cae pero su día recién empezará. Es día de concierto con su orquesta y
necesita prepararse para la ocasión. No importa si está cansado por la sesión
de fotos o por su mañana de labores en Peru.com elaborando las últimas notas
para el día lunes. El trabajo y la fiesta llaman.
Ese es Álvaro Rondón Quispe. Un hombre de 24 años
que es más que un simple periodista. Es un divo, un artista que se mueve por el
escenario de la vida dando rienda suelta a sus pasiones. Hace lo que quiere y
lo disfruta al máximo pero está lejos de contentarse. Tiene planeado seguir en
el gimnasio para bajar un par de kilos y ser talla 30, quiere mudarse a un departamento en Miraflores y desea darle un nuevo giro a
su banda DODO con un nuevo estilo musical.
sábado, 11 de mayo de 2013
Señora Ley
"And in my hour of darkness she is standing right in front of me
Speaking words of wisdom, let it be"
- Paul McCartney -
Todos tienen una madre, ninguna como la mía. Su nombre es Vilma, su pasión son los Beatles y su centro de operaciones es el XXV Juzgado Laboral del Ministerio de Trabajo, donde funge como Vocal Suprema entre expedientes que aprendí a indizar, audiencias que me hicieron reír, litigantes dignos de parodia y secretarias que me enseñaron lo que significa "casación".
Hoy me haz recibido en tu nuevo despacho en la cuadra 5 de Jirón Nazca en Jesús María, con la misma sonrisa de aquella primera vez en que me conociste. Álvaro Rondón, pase adelante. Es por ti que los juzgados me resultan familiares, es por ti que veo diversión en las oficinas donde muchos morirían por tedio. Porque allí, en el rigor de las leyes, está tu capacidad para reír de todo y de todos. Esa es Vilma Rocker, quien encuentra la gracia hasta del más intrincado de los procesos penales.
"Ya tenemos alfombra nueva, ahora ya tendrás donde dormir en horas de trabajo", dices arrancándome otra sonrisa. Y es que esta mujer de eterna adolescencia ha sido mi cómplice en cada locura y mi maestra para enseñarme a perseverar cuando a mitad de carrera universitaria y en la obligación de auto-solventarme, tuve todas las ganas de tirar los libros al tacho.
Muchas mamás piden que bajes el volumen, ella saca su disco de The Animals para soltar Don't let me be misunderstood en medio de la sala. Otras te piden que las lleves a ver al Puma, ella te pregunta cuándo es el próximo tributo a Lennon en el Peruano-Japonés. Mientras las doñitas no entienden esa locura febril por la música, tú la patrocinas cual mecenas en cada uno de tu hijos, entre los que me haz incluido sin pedir nada a cambio. Exacto, tú me lo haz dado todo y yo apenas creo haberte regalado dos sonrisas, algunas cajas de chocolate y el bien recibido título de "Señora Budista".
Quienes son testigos del muchacho que ayudaste a construir, sabrán siempre lo importante que eres en mi vida. Pero pocos conocen la insólita manera en que llegaste, en un pequeño automóvil negro junto a quien sería mi padrino, tu esposo Don José; mi ahijado, tu hijo Pepe y mi mejor amiga el resto de mi vida, tu hija Amalia.
Aún recuerdo sus caras, familia: todos incrédulos, todos escépticos de que aquel niñato agrandado de 12 años, muñequeras punk y peinado de pavo, fuese el mismo de la foto que había enviado por messenger una semana antes. No, no era un solterón gordo y cervecero de 40 años falseando su identidad para seducir a su princesa, era un chiquillo de su edad que ese mismo día los abrazaría para no soltarlos jamás.
¿Sabes?, once años han pasado de aquel inolvidable paseo a Plaza San Miguel y hasta el día de hoy sigo diciéndote "señora" y tratándote de usted. Tal vez porque nunca tenga el valor de decirte lo que mi corazón te grita cada vez que te ve: "mamá", mi "mamá Vilma", mi "señora Budista", mi "señora Ley".
En el primer round de la vida, Dios me arrebató a mamá; en el segundo, me devolvió esa ausencia con creces. Sí, mi ángel de la guarda, mi Mickey Goldmill al final de cada batalla, esperando fuera del ring para engreírme con sushi, semillas de girasol o bocaditos aún no descubiertos por la ciencia.
Gracias, mamá, por cada desayuno en la corte Don Mamino, donde librabas tus audiencias más duras, aquellas donde litigabas con el corazón de un crío confundido que buscaba a mamá cuando la tuvo siempre en ti. Jueza y parte, pero siempre con la mejor resolución de su señoría: amor supremo e impugnable.
Vuelve a decirme mono, vuelve a pedirme que te cante otra canción, vuelve a pedirme que estudie Derecho en San Marcos, vuelve a pedirme que vote por Ñique, vuelve a reírte de cada cosa que digo, porque tu felicidad es la mía, porque nuestra historia se sigue escribiendo en las páginas de un expediente judicial que jamás se archivará. Veredicto final: Felíz día, mamá Vilma. Caso cerrado.
sábado, 4 de mayo de 2013
Baila para mí
"We're up all night 'til the sun
We're up all night to get some
We're up all night for good fun
We're up all night to get lucky
We're up all night to get lucky"
- Daft Punk -
Tú no eres como yo, aunque te hayas apropiado de mi nombre y de otras cosas en común. Capricornio te rige, un signo tan apropiado como Virgo y algo menos letal que Escorpio.
Tienes las vueltas al Estadio Nacional, aunque tu cara haga creer que tu bicicleta aún tiene rueditas. Eres un peligro, sí, pero con riesgos que estoy dispuesto a tomar sin póliza de seguro alguna.
Nuestra primera noche de diversión ha llegado algo tarde y sin plan alguno. Mientras te sirvo una copa en nuestra mesa, te recuerdo que se supone que esta, junto con otras atenciones, cumplidos, promesas y demás parafernalia ambigua, son la antesala típica a la intimidad y no en orden inverso como ha sido en nuestro caso. Te ríes de mí diciendo que el orden de los factores no altera el producto.
Me adviertes que te irás a las once de la noche, que no me harás el sexy dance por el que llevo suplicando, en el lugar donde otros matarían siquiera por una mirada para alimentar su ego y secretar testosterona.
Confío en el poder caótico de Baco y le lanzo mi más ferviente plegaria. Me besas diciéndome que te disculpe por tu indisposición para bailar, yo sonrío confiado en que, como reza Calle 13, bajaré cuatro clases sociales a la reina de todos los rosales.
Nos terminamos una jarra y te tomo la mano para bailar, me lanzo vacío del "no" y, lejos de un desaire, sostienes mi mano y te dejas llevar prometiendo que me arrepentiré.
Juras ser torpe para la salsa y yo hago mi mejor esfuerzo recordando los pasos del Baile del Azúcar y Aguanilé, aprendidos de mamá en sus reuniones libertinas de instituto. Pie derecho, pie izquierdo, tus brazos en mi cuello me llevan al cielo, por eso me aferro a la tierra sin soltar tu cintura.
El reggaetón culisuelto rompe la emotividad del momento y te tomo tímidamente la mano para portarme mal. Me frenas en seco preguntándome qué clase de mujer indecente creo que eres. Dos canciones después, te respondo besando tu espalda.
Después de pecar con toda clase de lírica obscena y lastimarme los labios con tus dientes al besar, volvemos a nuestra mesa ya sin energía.
Bordeando la una de la madrugada y descansando entre brazos, te mueves suavemente al ritmo de "Get Lucky" de Daft Punk, marco perfecto para recordarte que te ibas a las once y que no ibas acercarte ni de chiste a la pista de baile.
La ironía tiene su premio y me he ganado otro beso. No sé a donde vayamos después, juntos o por separado, pero eso será materia de otro post. Hasta entonces, amor, volvamos que ya empieza "One more time".
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