domingo, 27 de mayo de 2012

Primer amor



Él: 

Mis hermanos, mi madre, mi mejor amigo y hasta mi perro Bronso nos buscaban por todos lados. Nosotros lo sabíamos, escondidos en las colchonetas de la YMCA lo sabíamos. No queríamos ser encontrados. Tu mamá y tu papá, como siempre, renegando de tu demora. Ellos tan cerca y nosotros ahí mismo, dentro del club y sin poder vernos. Y nosotros lo sabíamos. 

Por nada del mundo querías ir a casa y me repetías que no sea cobarde. Finalmente, nos despedíamos sin querer despedirnos. Yo te decía, abrazándote con fuerza, que corras. Corre, ve con ellos, que tus papás no se preocupen más. Ya dentro de unas horas será un nuevo día y temprano, en el parque del monito, volveremos a reír, ¿okey?.

Volvamos cada quien a su casa, ve tranquila, además...¡Ni que fueran a pasar veinte navidades!. 

Entonces desperté y hoy, 2010, vuelvo a decirte con toda mi razón de ser, bunny, ¡perdóname!. Pido a Dios que te proteja y que nuestro hijo vuelva a amarte como corresponde y te lo mereces. Desde la distancia te abrazo y te beso imaginariamente, esos tus ojos. Siempre tuyo, CARN.

Ella:

Hace 23 años, un día como hoy, 24 de mayo de 1989. Me escapé de la fila de la sagrada procesión de la Vírgen María Auxiliadora para ir tomada de la mano con él. Los nervios y el temor de mi papá tenían bloqueado mi razonamiento. 

El doctor, con una sonrisa más diabólica que sarcástica, nos confirmaría nuestras sospechas: tenía seis meses y medio de embarazo y una terrible amenaza de aborto. Hoy 24, de mayo, te escribo estas líneas para hacerte cómplice de esos secretos que solo vale la pena desenterrar del alma y de la memoria cuando el protagonista de esta historia, tú, se aferró a la vida como solo un guerrero lo podía hacer. 

No lo olvides, 24 de mayo. Hoy es un día de fiesta en mi corazón. Te amo y estás en cada parte de mi ser, bebé. Siempre tuya, Bunny.

Yo:

No creo en las casualidades. Hoy, 28 de mayo del 2012, entiendo más de ustedes mismos que ambos aquel 24 de mayo de 1989. Ahora comprendo también por qué me gustaba volver tanto a la YMCA: todos tendemos a buscar el lugar en el que, técnicamente, fuimos creados. 

Una copa con ustedes dos en el Índigo sería genial, aunque me apena que eso sea casi imposible debido a la distancia a la que nuestros corazones laten. Gracias por intentarlo hasta donde pudieron, el resto del tramo va por mi cuenta y, según me viene mostrando la vida, la casa invita.

No me prolongo. Me queda decirles que he llegado a vivir el poder cegador y estupidizante del narcótico hormonal que llamamos amor, con resultados brutales pero tan necesarios para mi evolución como la ausencia de ustedes dos. 

Donde quiera que estén, gracias por la elocuencia, el don de la supervivencia, el metro ochenta y uno de estatura, el sistema inmunológico terco y la predisposición a la locura. A veces suyo, Nutria.




domingo, 20 de mayo de 2012

Not gonna get us





Cambio de planes: he venido por ti. Nos vamos esta misma noche y sin rumbo fijo, no es que lo hayamos necesitado antes y mucho menos ahora. Empaca tus discos, tu bufanda, una casaca y la muñequera que te regalé, no creo que te haga falta nada más.


Huyamos de madrugada, robaremos ese camión que tanto te gustaba ver pasar cerca del hangar. Dejemos atrás tanta media tinta, tanta gente con doble cara y media alma, tantas promesas muertas y en avanzado estado de descomposición que yacen amontonadas bajo tu cama.


Yo manejaré, tu relájate y disfruta del paisaje aunque solo podamos ver montañas y nieve. El frío corta nuestra respiración, pero nuestras almas satisfechas y la adrenalina mantienen el cuerpo caliente. Es esa mágica sensación de dejarlo todo por aquello que realmente quieres en ese momento irrepetible y carente de razón, pero correcto al fin y al cabo. 


Una pequeña moto nos viene siguiendo, creo saber quién es. Podías esperarlo todo, que rompiera cualquier trato o regla, menos que decidiera irme para siempre. El silencio era fácil de llevar mientras siguiera cerca, pero no conmigo fuera de tu tablero de juego, jaque mate.


Freno en seco porque mi otra mitad acaba de detenerse delante del camión. Tú, con rostro de aburrimiento y tu cabeza recostada en mi hombro, me preguntas qué haremos con el pasado motorizado que aguarda frente a nosotros con sus labios temblando y sus gafas rotas. Su mirada fija en mí me dice que tenemos que hablar, que aún no se ha terminado. Yo estoy seguro de que sí.


Piso el acelerador y siento un extraño impulso que me impide detenerme. Manejo decidido, aunque no pareces tener intención de quitarte del camino. El placer estalla en mi interior cuando siento la lata doblándose y crujiendo bajo mis 16 ruedas. Un revoltijo de fierros y rojo justicia se va quedando atrás. ¿Radical?, sí. ¿Necesario?, más aún.


No nos extrañarán al notar nuestra ausencia, por eso manejo despacio. No habrán más preguntas, no más mensajes de texto en código, no más palabras al revés, no más café sin azúcar, no más música lenta, no más bozal a nuestro instinto animal.


Me besas y me preguntas si regresaremos algún día. Te miro sin decir nada y, luego de un silencio al propósito, te pregunto si conoces canciones de carretera. 



lunes, 14 de mayo de 2012

Adiós, amor





Mi mejor amiga ha muerto. Se fue sin que pueda despedirme, lo que hace que me sienta más miserable. Si escribo estas líneas a más de un mes de tu muerte, no es porque no la haya sentido, sino porque vivía engañándome y haciéndome creer que aún vivías, que volvería a casa y te encontraría ahí, sonriéndome sin decirme absolutamente nada. A veces la negación es el siguiente paso a la partida, porque no queremos enfrentar el dolor, porque la mentira es más reconfortante que la ausencia.


Ahora que volví a casa y no te encontré, solo quedaba en el suelo la tierra que aún conserva tu olor, algunas plumas de las aves que mataste y cuyos cuerpos sin devorar dejabas por la sala o en mi habitación. Tus huellas por toda la sala me gritan que llegué tarde, una tardanza sin excusas ni remedio.


Mi estúpido consuelo es que moriste en un lugar mejor que nuestra primera casa: un palacio rústico lleno de comida insana (que fue la que siempre agradeciste más), conejos para torturar y medias para esconder bajo la cama. El mundo era tuyo, ya jugabas, ya mordisqueabas todo a tu paso, ya saltabas hasta el techo para hacerme saber que estabas contenta.


Gracias, mi amor, porque creciste conmigo, porque nos deprimimos y sufrimos juntos, yo con Valprax oculto en mi lonchera y tú con el papel higiénico que robabas del baño. Es gracioso: cuando me caí por primera vez de la bici, mamá no estuvo para consolarme, pero tú corriste para lamer mis heridas y olfatearme la cara, como si adivinaras que eso me hacía reír. 


Sé que mis juegos no siempre te agradaron, pero estuviste ahí para soportar que te hiciera vestidos de papel periódico, que te pusiera polos, cajas y hasta un tutú, como si fueras humana. No, no eras humana. Tu amor y tu lealtad eran superiores a las de cualquiera de mi especie.


Aún recuerdo cuando llegaste de Cuzco con tu expresión de desconfianza y gruñendo por todo, nada te parecía, nada te gustaba, nada estaba bien. Es cierto, amor mío, nada estaba bien hasta que tú llegaste para alegrarlo todo. 


Papá siempre te gritó, incluso cuando fuiste más vieja que él y le recordaba que no es bueno gritarle a tus mayores. Él nunca aprendió a pronunciar bien tu nombre y te echó de la casa pensando que deshaciéndose de un segundo animal (tú) para quedarse solo con uno (yo), haría la vida más simple. Pero te extrañó, no sabes cuánto y nunca lo sabrás porque moriste sin que pueda decírtelo.


Fuiste mamá soltera: Adjetivo, Señor, Tamara, Petete, Lujuria y Yonofui fueron cinco angelitos que llegaron al mundo para resucitar la ternura que habíamos olvidado debajo de la mesa. Cuando papá decidió sacrificarlos, lo odié tanto como todos en la casa. Los tres primeros fueron salvados cuando les conseguí hogar, un destino distinto a la eutanasia y al sueño eterno que ahora tú conoces.


Cuando le conté a papá que habías muerto, no terminó su café y se fue a su cuarto sin decirme nada. Tal vez para llorar sin que lo viera, tal vez para asimilar lo que hasta ahora yo no consigo entender: por qué. Nunca tendremos la respuesta, lo cual nos duele aún más.


Ahora que no hay nadie que me despierte con besos por toda la cara o destienda mi cama cuando no esté en mi habitación, la vida es un poco más cruel. Me harás falta siempre y ya nada será lo mismo, porque no pudimos despedirnos, porque no cerramos nuestra historia, porque te mataron a drede. 


Te amo. Este post no tiene un final marcado porque tú tampoco lo tendrás en mi corazón. Sé para siempre mi angelito de pelusa, tierra y motas. Háblame sin hablar, juega conmigo una vez más, dame una señal de que, en este mundo o el otro, sigues ahí escuchándome y correrás hacia mí cuando vuelva a caer al suelo, sea o no por mi propia voluntad.


Regresa para separar las papas del arroz, para esconder las verduras, para amarnos más que a nadie. Mis líneas no están completas, nosotros sin ti, tampoco.











viernes, 11 de mayo de 2012

Mea Culpa




Sí. Yo fui, no hay otro culpable, solo yo. Merezco tu castigo, tu ira y tus insultos sobre lo diabólico que puedo llegar a ser. No pude resistirlo, tenia que acabar con ese diminuto monstruo que te alejaba de mí: tu beeper.

No, no diré que fue Octavio, el hijo de la portera de tu instituto. Él solo me trajo los desarmadores y el alicate teniendo parte en la autoría intelectual. Puede que él también haya querido jugar conmigo al ingeniero de sistemas, pero el culpable soy yo, yo desviceré tu beeper y no me arrepiento de eso. 

¿El móvil?, pues tenía que saber qué hacía que tu misterioso aparato chille y que corras a verlo como una loca, qué poder de atracción tenía el bendito juguete y qué secretos ocultos guardaba en su interior que eran más interesante que lo que tenía que contarte sobre el cole. Quitártelo de la cartera fue lo facil, retirar los tornillos de seguridad fue lo dificil. 

Octavio fingió ser mi cliente trayendo sus electrodomésticos descompuestos. Con un desarmador en mano, empecé la cirugia abriendo el costoso beeper de mamá para no cerrarlo jamás. Pequeños cables y circuitos volaban por toda la mesa mientras yo gozaba cada segundo de acabar con ese chisme que me estaba robando a mamá. 

Me haz arrastrado de la patilla por toda la avenida Arequipa, desde el instituto Cymas hasta 28 de julio. Te haz detenido a abofetearme y preguntarme por qué tengo que cagarte el día de esa manera. Qué si sé lo que cuesta un beeper, que si sé lo que valen las cosas, el ganarse el dinero y una larga lista de etcéteras a los que hago caso omiso mientras me concentro en aguantarme el dolor en el rostro como los machos.


Me haz vuelto a abofetear, te arrepientes de haberme tenido porque solo sé causarte problemas. Inhalo con todas mis fuerzas porque esta vez no me verás llorar, no voy a darte ese gusto. Me dejo jalonear en silencio luchando contra mi voluntad, con mis ganas de gritar e irme corriendo no sin antes recordarte lo loca que podías estar. 

Luego de unas cuadras sin hablarme, te sientes el monstruo más cruel, volteas a abrazarme y lloras mojándome todo el oberol. Me pides disculpas diciéndome que a veces no puedes controlar tus impulsos, que ser mamá a tu edad (21 para nosotros y 24 para tus amigas) no es fácil y que María la del Barrio encuentra a su hijo Nandito a mitad de la novela. 

En medio del culebrón sentimental, trato de calmarme e intento aprovecharme de la situación preguntando si podre ir al pinball mañana en vez de acompañarte a tus insufribles clases de secretariado. Me ponchas el globo y arruinas el momento con una frase muy a tu estilo: "te amo, pero no soy cojuda". 

Un último beso en la frente me baja el dolor de las cachetadas, pero no el de un corazón que no termina de entenderte.



lunes, 7 de mayo de 2012

Desnúdate




He aquí algunas de las razones por las que nos llevamos mejor sin ropa que con ella puesta:


- Desnudos entendimos nuestros miedos, porque nos enfrentamos sin armaduras a ellos. 
- Desnudos protagonizamos las batallas mas épicas y titánicas, aunque en este tipo de guerras no haya derrota, solo triunfos. 
- Desnudos convertimos los lugares mas inadecuados en verdaderos templos de placer carentes de tiempo y logica. 
- Desnudos vestimos nuestra coraza mas fuerte: nuestro yo animal que aflora desgarrando buenas maneras para despedazar al rival en silencio. 
- Desnudos buscamos la paz en medio del caos, cambiando estrés por silencios y distancias por fricción. 
- Desnudos convertimos la violencia en amor, el sadismo en arte y la respiración en música que conforta mis oídos. 
- Desnudos me demuestras que no necesitas un título, una palabra, un nombre, ni un manual de instrucciones para amarme; solo te necesitas a ti sin empaque.
- Desnudos opones resistencia en un grado menor, por el solo gusto de forcejear. 
- Desnudos hablamos idiomas irreproducibles al oído humano.
- Desnudos integramos la Real Academia de las Obscenidades.
- Desnudos utilizamos mejor tu cocina que estando con ropa.
- Desnudos aflora el niño interno que ahogamos con kilos de ropa, accesorios, prejuicios y peros...muchos peros. 
- Desnudos me muestras que puedo ir al más allá cerrando los ojos y volver al abrirlos.

- Desnudos me bautizas con mil nombres, uno más agradable que el otro.

- Desnudos ciertas golosinas adquieren usos distintos.

- Desnudos desafiamos las leyes de la física.

- Desnudos pintas cuadros en mi piel al arañarla con tus manos.

- Desnudos tenemos menos frío que abrigándonos.

- Desnudos dibujamos constelaciones con solo dos estrellas.

- Desnudos el vino sabe mejor.


En conclusion: Desnúdate.



La canción aquí posteada fue el soundtrack de mi primera vez. #Yoconfieso

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De la selva, su Nutria

La moto acelera por la carretera bajo un sol infernal, más ardiente que la lava, pero no más que sus corazones a mil por hora. M...